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      Mal día para las cuentas kirchneristas

      En Capital, el kirchnerismo volvió a quedar tercero, con un número similar al de su registro local más bajo. Olivos soñaba al menos con un segundo lugar en Córdoba, pero no pudo ser. El festejo quedó limitado a La Rioja.

      Los gestos y algunas declaraciones del kirchnerismo terminaban de redondear anoche la imagen de un mal domingo para las cuentas de Olivos. Cristina Fernández de Kirchner se comunicó ayer mismo con Juan Schiaretti para saludar al ganador de la elección cordobesa, que de todos modos celebró con un discurso crítico hacia el gobierno nacional. Es sabido: en Córdoba, el peronista desalineado José Manuel de la Sota jugó su principal carta para la disputa que viene en su sociedad–competencia con Sergio Massa. Y allí, a pesar del amplio y generoso apoyo nacional, el candidato K puro salió tercero, lejos de lo que imaginaban hace apenas unos días. En la Capital, el representante de la Presidenta también quedó en el tercer escalón, sin poder mejorar el magro nivel al que fue relegada su fuerza en el distrito. El kirchnerismo fue derrotado además en la única interna disputada ayer: perdió por mucho en La Pampa, a manos de los dirigentes tradicionales del PJ, hoy enfrentados a la Casa Rosada y a su aliado, el gobernador local. Para armar su único festejo de la jornada, la primera línea y Daniel Scioli debió viajar a La Rioja.

      Con todo, parece razonable no hablar de tendencias definidas con proyección nacional mecánica, sino de señales políticas fuertes que deberían ser abordadas a partir de las cuentas distrito por distrito. Corre para la variada oposición y también para el oficialismo, que en medio de su llamativa celebración en la Capital intentaba argumentar que los oficialismos ganan en todas partes –con el obvio propósito de convertir esa conclusión en pronóstico para los comicios presidenciales–, obviando la complejidad de los mensajes que dejan las disputas realizadas en una docena de distritos, que en conjunto suman más del 40 por ciento del padrón de todo el país.

      De los desafíos de ayer, los dos más destacados fueron la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba. Además de La Rioja y La Pampa, también fue el turno de Corrientes, donde hubo elecciones sólo para renovar la legislatura local y se impuso el radicalismo, con respaldo de Sergio Massa y otras fuerzas. Vale analizar entonces el variado menú de ayer antes de repasar los capítulos anteriores.

      En la Capital, Mariano Recalde reprodujo un a puesta en escena similar a la de las primarias, aunque con menos figuras nacionales. Las versiones sobre una disputa del segundo lugar con Martín Lousteau fueron más efímeras que en la entrega anterior. Pero de todos modos, se intentó rescatar cierta mejora respecto de las PASO, insuficiente para entrar al balotaje y también para mejorar el rendimiento kirchnerista en la Capital.

      El Frente para la Victoria, en la suma de todos sus postulantes, había registrado el 18,7 por ciento de los votos en las primarias. Ayer, mejoró unos tres puntos, en base una campaña que, en rigor, sólo buscó consolidar el caudal propio y astillar especialmente a Martín Lousteau. No alcanzó para desplazar al ex ministro, que irá a la batalla definitiva contra Horacio Rodríguez Larreta en un par de semanas.

      Los resultados alcanzados por Recalde en un distrito especialmente difícil para el kirchnerismo, aún con ese módico repunte, no fueron suficientes para recolocar a su fuerza en el distrito. Daniel Filmus, en dos elecciones consecutivas, sufrió la caída más pronunciada: dejó de ser segunda fuerza en el distrito para colocarse un escalón por debajo como ahora.

      Filmus compitió con Mauricio Macri por la jefatura de Gobierno en 2011. Perdió 47 a 27 en la primera vuelta. Y en la segunda, sumó 37,7 frente a los 64,3 de Macri, que encaraba así su segundo mandato en la Ciudad. Unos meses después, Cristina Fernández de Kirchner superaba los 35 puntos, en medio del arrollador triunfo que le dio la reelección.

      Dos años después, en el contexto de un retroceso general del kirchnerismo, Filmus fue otra vez a la pelea, esa vez para retener un lugar en el Senado. Gabriela Michetti salió primera, con el 39,21 por ciento y la banca por la minoría fue para Pino Solanas. El representante de Olivos bajó al tercer lugar, con el 23,29 por ciento. Un poco peor fue la cosecha para diputados: la nómina kirchnerista rozó los 22 puntos.

      Ayer, Recalde quedó unas décimas debajo de aquel registro.

      En Córdoba, las señales desalentadoras para Olivos tuvieron doble origen y resultaron potenciadas en buena medida por el mal cálculo previo y el refuerzo desmesurado de la campaña kirchnerista, con visible respaldo nacional: la Presidenta, Scioli y Carlos Zannini –en su debut público de campaña–, además de ministros y otras figuras, jugaron fuerte a mano de Eduardo Accastello, encargado de enfrentar por primera vez en una disputa por la gobernación al PJ provincial, dominado por De la Sota. Habían competido antes, pero sólo en legislativas. Este fue el desafío mayor.

      En los últimos días de campaña, junto con el despliegue nacional, el kirchnerismo se entusiasmó y difundió encuestas que lo mostraban peleando el segundo lugar mano a mano con Oscar Aguad, candidato de la sociedad integrada por la UCR, el macrismo y el sector de Luis Juez. Es probable que la enorme campaña ordenada desde la Presidencia haya generado un efecto contraproducente para su candidato, en caso de que efectivamente, como decían varios sondeos, en algún momento Accastello haya estado empatando con Aguad. Tal vez, también, algunos votos que parecían migrar desde el juecismo hayan revertido el rumbo frente al embate K y algunos guiños hacia Schiaretti.

      Como sea, Accastello terminó bastante lejos de la disputa central y más cerca de los resultados de las difíciles elecciones legislativas de 2013, cuando también terminó en el tercer escalón con poco más del 15 por ciento de los votos.

      En sentido inverso, el frente opositor respiraba aliviado y hasta festejaba los resultados. También el clima de los días previos al comicio los había afectado. Pasó de asomarse al precipicio del tercer lugar en varias encuestas a dar pelea cuatro o cinco puntos por debajo de Schiaretti en los resultados reales. Fue, finalmente, oxígeno para su sociedad nacional, aunque algunos dirigentes radicales repasaban críticamente aspectos de su política y campaña locales para desbancar al PJ de la gobernación.

      Los mensajes que llegaron desde el oficialismo nacional tienen, de todos modos, un sentido más amplio que el de la pura convivencia democrática. La Presidenta tal vez piense en algún aporte para la pelea nacional, más allá de los discursos públicos expresados anoche mismo por De la Sota y Schiaretti. Puede que algo parecido piense Scioli, pero su saludo parece ir un paso más allá: sugiere que, en caso de ganar, la construcción de su poder frente al entramado kirchnerista pasará por la relación con los gobernadores peronistas. Eso explicaría también el contacto con Carlos Verna, que ayer, en las internas de La Pampa para la gobernación, derrotó a Fabián Bruna, candidato del gobernador con respaldo de la Presidenta.

      En paralelo con los gestos públicos, desde el kirchnerismo nacional se volvió a propagar la hipótesis según las cual la larga lista de elecciones locales disputadas hasta ayer vienen mostrando sobre todo el triunfo de los oficialismos. “Esto significa que no domina la idea del cambio, sino el de la continuidad”, forzaron incluso la lectura algunos voceros. El problema es que, en rigor, no todos han sido triunfos oficialistas y, además, varios de ellos entran en contradicción y competencia con el oficialismo nacional.

      Vale un recuento de lo ocurrido hasta ahora en las urnas. Sólo en tres provincias triunfó el peronismo alineado con Olivos –sería un doble oficialismo–, aunque con matices: Salta, Chaco (en primarias) y La Rioja. Otros oficialismos locales son oposición nacional o sólo representan a fuerzas provinciales: Capital (PRO), Santa Fe (socialismo), Córdoba (peronismo disidente), Corrientes (UCR), Neuquén (MPN) y Río Negro (también ahora de perfil local). Y en tres distritos hubo ruptura: en Mendoza se impuso la UCR aliada con el PRO, en Tierra del Fuego el kirchnerismo desplazó al gobernante partido –finalmente– distrital y en La Pampa, la interna dejó ayer como derrotado al candidato kirchnerista frente al peronismo tradicional.

      Difícil hablar de tendencias firmes. Las señales de ayer le dieron aliento a la oposición, pero están lejos de cerrar las cuentas, como tampoco antes los éxitos K lograron teñir definitivamente el panorama. La moneda sigue en el aire, más allá de las expresiones de los cambiantes festejos.


      Sobre la firma

      Eduardo Aulicino

      eaulicino@clarin.com


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