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      La realidad virtual, un nuevo desafío para el periodismo

      La tecnología y sus dilemas fueron un eje del seminario de la Red Global de Editores (GEN), en Barcelona.

      19/06/2015 05:09

      La realidad virtual se proyecta como un nuevo horizonte para el periodismo. Un sistema de cámaras permite que el espectador se “traslade” al lugar de los hechos. Las lentes que cubren 360 grados se instalan en el medio de una manifestación, por ejemplo, y el espectador se siente teletransportado allí mismo, literalmente.


      El cuerpo del que mira se percibe en otra parte, adentro de ella. Dentro, pero fuera de ella. Es onírico y verídico a la vez. Es una revolución que trastoca los cánones básicos de la psicología de la percepción. El espectador se coloca unos anteojos que lo llevan al instante a un sitio que no habita en ese momento.
      Lo asombroso es que quien vive la experiencia del periodismo de realidad virtual sufre una mutación de su aparato sensorio motriz en vivo. Si se “introduce” en una manifestación, sus movimientos se convertirán en los de un manifestante, cubrirá su rostro con sus manos si ve un ataque represivo frente a sí, o sentirá que corre si la multitud se dispersa. Es una sensación, una especie de alucinación teledirigida, pero no es falsa. La manifestación ocurre, se transmite y quien la ve se siente de verdad allí.
      La realidad virtual es virtual y es real, a la vez. Este cronista experimentó la sensación que proveen los “anteojos” del periodismo virtual, y en efecto, la percepción se vuelve extrañamente, corporalmente, realista. Es nuevo y no lo es, a la vez.


      Un chico que juega a la Play Station se mueve al ritmo de lo que acontece en las pantallas, se introduce dentro de ella. La diferencia con el periodismo virtual es que el periodismo no es un videogame (al menos, en el sentido estricto  del concepto) sino que se trata de información real.
      El espectador no se siente fuera de la escena sobre la que quiere informarse, sino dentro ella, en el epicentro de lo que sucede, como parte activa de lo que ocurre. Aunque no puede modificar lo que pasa. Sólo se siente  instalado dinámicamente en  esa “realidad”. Es una especie de “actividad pasiva”, diría Sartre.


      Este periodismo será entonces un sistema de inmersión sensorial en espacios  en los que no estamos. La paradoja es que entonces dejamos de estar perceptivamente en el espacio que ocupamos, para sentir lo que pasa en el espacio en el que no estamos. Es un trabalenguas.


      ¿Dónde estamos cuando nos vamos al espacio virtual? Hay más enigmas que respuestas para esta revolución. Y una pregunta filosófica esencial: ¿la realidad virtual sustituye a la realidad real o no la sustituye en absoluto? Y además, ¿cuál será el rol de lo que hoy definimos como periodistas?
      Tal vez desaparezca la profesión tal como hoy existe; o quizás todo siga igual en el fondo, porque detrás de todo lo  se ve que acontece, se yergue intrigante una trama secreta. Y los periodistas seguirán siendo los narradores de lo que ocurre detrás de la escena. Probablemente.


      Sobre la firma

      Miguel Wiñazki

      mwinazki@clarin.com