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      ¿Cómo no comparar a Messi con el otro 10 cuando deambula?

      ¿Cómo no comparar a Messi con el otro 10 cuando deambula?CLAIMA20150704_0100 MARTIN BERNETTI Messi domina ante la dura marca de Marcelo Díaz. (AFP)

      Que nadie espere un cuestionamiento al Messi futbolista y crack. Millones de pibes -y no sólo argentinos- lo tomarían con razón como una burla. Ya se sabe que Leo es incluso mejor que su émulo de la play. El asunto es que al Messi mundialmente indiscutible le viene faltando una materia: romperla en una final vestido de celeste y blanco.

      Que se entienda: ya nos deslumbró de todas las maneras en domingos de paseo por Albacete o La Coruña y en miércoles de tensión en Londres o Munich. Ya nos convenció también -a casi todos- jugando para la Selección en giras y hasta en tramos iniciales de Mundiales. Imposible olvidar su golazo a Brasil en Nueva Jersey o sus apiladas modelos 2010 y 2014. El asunto es que las finales con la Selección terminan siendo cuestas escarpadas. Sí, es cierto: ponemos en Messi un nivel de exigencia que no aplicamos a sus compañeros. Pero es el propio Leo el que instala la vara tan alta. Jamás le dedicaríamos este espacio a un buen lateral izquierdo, por aplicado a la marca y apto para la proyección que sea.

      Se nos hace cada vez más difícil explicar las ausencias de Messi en los partidos decisivos de Argentina. Con una nueva frustración que procesar -y que no vengan con el valor de haber llegado a la final-, comparamos a sus compañeros del Barça con los de la Selección. Evaluamos el trajín de una temporada extenuante. Discutimos si es wing derecho o enganche. Maldecimos a sus entrenadores, como si no quisieran disfrutar de su mejor versión. Y no le encontramos la vuelta. Debe ser tarea de psicólogos, concluimos, sospechando que tampoco ellos entenderán por qué un tiro libre en Getafe termina en un ángulo y en el Maracaná, contra Alemania, termina en las nubes.

      El fanático sentirá alivio. Se va el texto y el sacrilegio no se produjo. Malas noticias: es imposible ver deambular a Messi en las finales con la Selección, como esperando que terminen, y no pensar en el otro 10. El del tobillo hinchado, el contagio, la presencia, el liderazgo. Será oportunismo. O algo parecido a la resignación.


      Sobre la firma

      Sergio Danishewsky

      sdanishewsky@clarin.com