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    • Miércoles, 27 de marzo de 2024
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      Los refugiados, las otras víctimas del terrorismo, nos interpelan

      Cornelia Schmidt Liermann

      Redacción Clarín

      Cuando Angela Merkel anunció en septiembre pasado que Alemania aceptaría unos 800.000 solicitantes de asilo, muchos señalaron a los otros integrantes del bloque europeo para que siguieran el notable ejemplo alemán.“Si Europa fracasa en el asunto de los refugiados, su cercana conexión con los derechos civiles universales quedará destruida”, advirtió Merkel.
      Pero, los ataques coordinados con bombas y disparos cometidos el 13 de noviembre en París, que mataron al menos a 129 personas, aumentaron las críticas sobre la apertura de política de asilo de Alemania hacia los refugiados sirios, ya que podría representar un riesgo de seguridad, incluso para toda Europa, sobre todo después de que el Estado Islámico haya reivindicado la autoría de los ataques: 1, 1 Millones de refugiados arribaron a Europa en los últimos 12 meses. Casi la mitad provienen de Siria, cada quinto viene de Afganistán y un 8 % huyeron de Irak. Paradojas de la vida: “Easy” son las siglas del sistema de atención primaria a refugiados alemán. La capacitación de los empleados de inmigraciones se lleva a cabo en todo momento, resignando incluso las tan preciadas horas libres. La ola de solidaridad resulta conmovedora. Contrasta con las manifestaciones de descontento y xenofóbicas.
      Si bien podría ser entendible la reacción de los gobernantes de los países europeos encontrándose “entre la espada y la pared” es fundamental no perder de vista la situación dramática de fondo que es comprender que los refugiados son personas obligadas a elegir entre lo menos horrendo: quedarse y morir, o huir y correr todo tipo de riesgos. Con una característica que sensibiliza al extremo: Más de la mitad son niños cuyas cortas vidas han sido marcadas por la guerra, el miedo y la pérdida. Preservar la integridad del sistema de asilo es crucial, ya que éste y el terrorismo no son compatibles. La Convención sobre los Refugiados de 1951 es muy clara al respecto y, de hecho, excluye de su ámbito a quienes hayan cometido crímenes. Pero se debe evitar demonizar a los refugiados como grupo. Es peligroso y contribuirá a la xenofobia y al miedo. Los refugiados no deben ser señalados como chivos expiatorios y no pueden convertirse en las víctimas indirectas de estos trágicos sucesos.
      Cornelia Schmidt Liermann
      Diputada de la Nación por la Ciudad de Buenos Aires


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