Menem y Montaner, los dos confites de Scioli para amargar el paladar K

Montaner & Menem. M & M. En el mismo día, en cuestión de horas, Daniel Scioli les hizo comer dos confites políticos a un kirchnerismo que, aun con sus públicas contradicciones, insiste hoy en arrogarse cierta pureza doctrinaria. Carta Abierta y los derechos humanos vs. el Himno de la Victoria y el viaje a la estratósfera.

La capacidad del gobernador para poner bajo su suela a los defensores del modelo, había tenido hasta ahora su muestra más brutal en la visita al programa 6-7-8. Su ingreso con aplausos, las preguntas algo incómodas pero siempre precedidas de un reconocimiento, empezaron a blanquear el arrugue ideológico. El llano asusta y ayuda a reflexionar.

Lo de ayer fue literalmente histórico; por lo que implican los dos personajes que Scioli, sin rencor explícito, les blandió en la cara. Montaner, que ni siquiera se llama Ricardo sino Héctor Eduardo, y tampoco sería Montaner (que es su apellido materno) sino Reglero, es un señor ya entrado en año, con triple nacionalidad: nació en Valentín Alsina, se mudó a Venezuela de chico y también adoptó la ciudadanía colombiana. Su tonada lo ubica especialmente en la tierra de Maduro. Pero él se cae de anti chavista. Sus baladas tampoco parecen encajar con la sofisticación del modelo. A lo sumo te invita a la cima del cielo o pide que lo dejen llorar por una señora iluminada y eterna, enfurecida y tranquila.

Scioli y su compañero maoísta, Carlos Zannini. La fórmula K para la victoria.

En el caso del riojano -AVISO: si algún rekonvertido quiere mandarle un wahtsapp hoy cumple 85 años-, mientras un sector aburre en los micrófonos con aquello de los 90, la derecha y el plan conservador, el único candidato oficialista a la Presidencia que les quedó sale a reivindicarlo. Más generosidad sciolista: con esa puerta que abrió, varios de los que lo exaltaban en su apogeo y luego lo desconocieron en el purgatorio pueden sumarse al homenaje. Empezando por arriba. Si hay algo que el peronismo rescata en cualquier circunstancia es la lealtad.

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Con los pasos que da, Scioli comenzó a equilibrar lo que muchos suponían como un matrimonio desproporcionado. Lo suyo, de entrada, fue explícito y sin vergüenza: cedió la vicepresidencia y las listas de legisladores. También acomodó su discurso a la platea militante, por si a algún desprevenido le quedaban dudas de que era uno de los principales dirigentes del kirchnerismo. Ahora les toca amoldarse a los otros. Coraje: con optimismo, se puede.