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      Intérprete y traductor: ¿Por dónde empezar?

      Enterate de qué se tratan estas disciplinas y dónde podés estudiarlas. Una especialista nos explica las diferencias entre ambas carreras y su importancia.

      Intérprete y traductor: ¿Por dónde empezar?CLAIMA20150323_2938 Intérprete de Conferencias.
      Redacción Clarín
      19/04/2013 16:26

      La traducción y la interpretación no son procesos mecánicos y fríos en los que se traspone el discurso o texto original palabra por palabra. Ambas disciplinas demandan la comprensión de las intenciones del escritor u orador junto con la habilidad de transmitir el mensaje en otros idiomas. Consultamos a Laura Salvatori, miembro de la Asociación Internacional de Intérpretes de Conferencia (AIIC), para que nos cuente los secretos de esta profesión.

      “El traductor traslada material de un idioma a otro por escrito, con un plazo de entrega que depende de lo que se acuerde con el cliente según la extensión del trabajo y la urgencia, pero puede abarcar varios días y hasta meses de trabajo. El intérprete, en cambio, traduce en forma oral y mientras está transcurriendo un encuentro”, explica Salvatori. “Generalmente, está presente junto con el o los oradores y sus interlocutores o público. El traductor puede investigar la terminología y los conceptos sobre los que está traduciendo mientras hace su trabajo; el intérprete debe investigar previamente. Una vez llegado el día y la hora, debe seguir los discursos o conversaciones en el momento en que estos se producen, y a lo sumo podrá consultar los diccionarios y glosarios que haya procurado tener consigo”, agrega Laura.

      Las conferencias o reuniones internacionales pueden celebrarse en cualquier idioma. Si bien en el mercado internacional algunos se utilizan más que otros (como el inglés), los países que se anexaron a la Unión Europea recientemente requieren interpretación, por ejemplo, al español. Así, existen combinaciones de idiomas muy variadas, donde el inglés no necesariamente es uno de ellos. Por otra parte, la ONU tiene seis lenguas oficiales: español, inglés, francés, ruso, chino mandarín y árabe; el portugués está muy demandado desde la creación del MERCOSUR. El italiano, el portugués y el alemán se incluyen muy ocasionalmente en conferencias internacionales.

      Lo mejor será concentrarse en la lengua materna y en aquellos idiomas que más le atraigan a uno -por cuestión de gusto y trayectoria personal, entre otros–. Sin embargo, Salvatori aclara que “cuantos más idiomas, mejor. En Europa no se puede trabajar si se conocen, al menos, tres idiomas”.

      “Para los intérpretes, las oportunidades de trabajo son muy variadas. Se puede trabajar en visitas a plantas, cursos de capacitación, reuniones de negocios, lanzamientos de productos, acompañamiento de figuras destacadas, seminarios, conferencias y congresos. La inserción depende de la demanda del mercado”, cuenta Salvatori. De sus casi 3.000 miembros, a principios de enero llegaron a Buenos Aires 238 intérpretes de AIIC para participar de la Asamblea General Mundial, que se desarrolló por primera vez en Latinoamérica.

      En el caso de los traductores, pueden trabajar free lance o bajo un régimen de dependencia. Un traductor debe poseer una buena expresión escrita y ser capaz de expresar sobre el papel palabras, locuciones, insinuaciones y otros matices lingüísticos entre las lenguas.

      Un giro interesante

      Existe una alternativa diferente para quienes estén interesados en formarse como intérpretes de lenguas y no solo de idiomas. Las lenguas de señas poseen vocabulario y su propia gramática que, principalmente, se diferencia de las lenguas orales por la espacialidad, la simultaneidad y la expresión facio-corporal con valor distintivo.

      Se debe desmitificar que sea una lengua de carácter universal. Si bien existe un Sistema de Signos Internacional, con representaciones universalmente comprendidas, cada idioma conlleva expresiones lingüísticas diferentes. Por lo que las lenguas de señas cambian con cada dialecto, según se explica en el sitio web del Instituto Superior Villasoles.

      Quienes se desempeñan con este tipo de formación son solicitados principalmente para cumplir funciones en experiencias educativas dirigidas a niños, adolescentes y adultos sordos. También en ámbitos de la Interpretación Técnica, como congresos, procesos legales, medios de comunicación, entre otros.

      La AIIC recibió recientemente dentro de su seno a la Asociación Mundial y la Federación Europea de Intérpretes de Lenguas de Señas. Las tres asociaciones comparten una mirada en común que abarca la ética, el reconocimiento, condiciones laborales dignas, capacitación y desarrollo profesional.

      Formación y respaldo

      La formación necesaria para ser intérprete puede encontrarse en varias universidades. “Aunque debido al elevado conocimiento de la lengua extranjera que se requiere, suele cursarse como posgrado luego de haber completado la carrera de traductor o alguna otra carrera afín”, desarrolla la especialista. El tiempo es variable y depende mucho del nivel de lengua extranjera con que se comience a estudiar.

      En relación a la salida laboral, los primeros pasos se dan más cerca de los 30 años que de los 20: “Conviene asesorarse bien para no comenzar a trabajar en congresos y conferencias antes de estar completamente preparado. Los clientes no perdonan un mal desempeño de los intérpretes que contrataron”, indica.

      ¿Cuándo uno está lo suficientemente preparado? Laura explica que para llegar a ser intérprete será necesario dominar, al menos, un segundo idioma a un nivel comparable con el de la lengua materna (lo que incluye pronunciarlo y entonarlo casi como un hablante nativo); estudiar formalmente las técnicas de interpretación. De todas maneras, “se cree que hay una cualidad común a los buenos intérpretes que es innata y no puede adquirirse con estudio. Se puede probar si se la posee intentando repetir simultáneamente un discurso de más de diez minutos -en el mismo idioma- mientras se lo escucha. Si la sensación es de un nerviosismo incómodo, quizá no sea la carrera para uno”.

      ¿Te animás?