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      El misterio del prefecto que apareció flotando en el río

      Iba a ser el primer uniformado gay en casarse, pero lo mataron antes. Lo hallaron desnudo, golpeado y con 2,06 gramos de alcohol en sangre. Nunca hubo imputados ni detenidos.

      El misterio del prefecto que apareció flotando en el ríoCLAIMA20150629_0004 Dolor. Gabriel Gersbach, pareja de Romero. La víctima trabajaba en el edificio Guardacostas y en los baños había pintadas despectivas hacia su condición sexual. JUAN MANUEL FOGLIA

      Octavio Romero tenía 33 años, era suboficial 1° de la Prefectura Naval y, tras la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, pidió permiso a sus superiores para convertirse en el primer uniformado gay del país en casarse. Su sueño quedó trunco trágicamente.

      El 11 de junio de 2011, las cerraduras sin llave del departamento de Retiro que compartía con su pareja, todas las luces prendidas, la TV encendida y los llamados sin respuesta sembraron las sospechas. Cuando su novio halló el mismo saco de pana bordó que llevaba puesto cuatro horas antes, mientras cargaba botellas en una bolsa para llevar a una fiesta a la que no fue, tirado en el sillón junto a la bolsa vacía, ya no había dudas: algo malo había pasado. Seis días después, su cadáver apareció flotando en el Río de la Plata. A cuatro años, su muerte sigue siendo un misterio.

      La causa por el crimen de Romero, caratulada como “homicidio”, acumula 20 cuerpos, pero lo que no tiene son sospechosos, imputados, y aún no se sabe siquiera la hora, el lugar ni la forma en que ocurrió; y mucho menos cómo desapareció. Mientras, desde la Fiscalía Criminal de Instrucción N° 40, a cargo de Estela Andrades, dicen que hace dos años esperan los informes desde Estados Unidos de Microsoft y MenHunt –un sitio web gay– “a fin de establecer si de allí surge alguna pista para esclarecer el caso”.

      El que no tiene dudas de lo que sucedió es Gabriel Gersbach (46), quien fue pareja de Romero durante 12 años e iba a convertirse en su marido en diciembre de 2011. El fue el último en verlo con vida esa noche del 11 de junio y tiene el recuerdo grabado a fuego. Se iba a trabajar con su taxi, era sábado a la noche, y antes de salir lo vio en la cocina guardando las bebidas que tenía que llevar a una reunión en Parque Centenario. Cerca de la medianoche recibió los primeros llamados. Octavio no había llegado a la fiesta y no atendía el teléfono. Ahí comenzaría la angustia que aún no cesa: “Yo tengo una semana de luto, de desesperación, cuando llega la fecha de su desaparición”.

      El 17 de junio, mientras Gersbach declaraba en la Policía, el cuerpo de Romero fue hallado por un lanchero del Club Naútico Belgrano flotando en el Río de la Plata, a la altura de Vicente López: estaba desnudo, golpeado y los estudios complementarios de la autopsia determinaron que fue arrojado sin vida al agua.

      Octavio murió a causa de un “traumatismo de cráneo producido por un golpe con un objeto duro y romo”, pero el grado de alcohol en sangre (2,06 gramos en sangre) “tenía entidad suficiente para producir la muerte junto con el golpe”. Su pareja plantea que él no tomaba alcohol.

      “Yo estoy seguro de que se lo llevaron de casa, lo subieron a un barco, lo desnudaron, lo golpearon y lo tiraron inconsciente al río, territorio de Prefectura. Para mí, su crimen fue un mensaje”, le dice Gersbach a Clarín y argumenta su convicción: “Ya había recibido amenazas por su condición sexual y por celos: era brillante y hay gente a la que no le gusta eso”. Y su abogado, Nicolás Tauber, desliza: “Le habían sugerido que esperara a que hubiera un matrimonio gay en otra Fuerza, que no fuera el primero”.

      Gersbach apunta sus sospechas hacia Prefectura y critica la investigación que durante dos años lo tuvo como sospechoso. “Conmigo perdió un tiempo valioso la fiscal”, dice el hombre, que ahora es querellante en la causa.

      Tanto para él como para Tauber, cómo se investigó el crimen es el punto crucial por el cual el caso está estancado. El abogado acota: “Octavio trabajaba en el edificio Guardacostas y en el baño había pintadas despectivas sobre su orientación sexual que nunca fueron peritadas; de la misma manera que desestimaron un llamado que lo ubicaba en Constitución y que descartaron la importancia del mensaje anónimo que llegó al celular del hermano de Gabriel y decía: ‘Si lo querés vivo, traeme 1.000.000 de pesos, lo tengo en General Rodríguez, vení solo o lo hago boleta’”.

      Ninguna de esas pistas se tomó en cuenta y para el novio de la víctima, “la fiscal sabe quiénes lo mataron y por eso no investigó más, porque está el poder detrás de esto”. Y va más allá con su denuncia: “Para mí, en su crimen actuó un grupo y estoy convencido de que alguien se va a quebrar algún día, porque Octavio era demasiado bueno y no creo que puedan dormir tranquilos después de lo que le hicieron”.


      Sobre la firma

      María Laura Balonga

      mbalonga@clarin.com