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      Macedo: La guapa que se sacó el maquillaje

      Macedo: La guapa que se sacó el maquillajeCLAIMA20131108_0101 Isabel Macedo ¿Por la vuelta?
      Redacción Clarín
      23/04/2014 03:24

      Canchera, sobradora, una de esas personas que apenas pueden con sus vidas pero miran al resto de la humanidad por encima del hombro. Una más en las filas de esas insoportables convencidas de que la gente se divide entre "grasa" y "cool". Una máquina de disparar frasecitas irónicas, como si eso sirviera para tornar encantadora su existencia de mujer atormentada. Así veía yo a Laura, el personaje que interpreta Isabel Macedo en "Guapas", la tira de Pol-ka que emite El Trece.

      Más la veía a Laura, más me irritaba con sus "¿vistesssss?" burlones, lanzados como dardos contra Cinthia (Natalie Pérez), la actual pareja de su ex marido Pablo (Esteban Lamothe). Y cuanto más desprecio me causaban esos aires de superioridad de Laura, más aplaudía la actuación de Macedo. Algo muy parecido a lo que nos provocó muchos años atrás en "Floricienta" con la malvada Delfina: a Delfina, no la queríamos ni un poco; a Macedo, la admirábamos por su composición de la villana. Pasó después en "Graduados": doble papel le tocó en esa ficción —Patricia, la bomba sexual decidida a vengarse de sus compañeros del secundario; Jimena, la adolescente obesa, víctima del acoso escolar— y en ambos se lució Isabel Macedo. En aquella exitosa tira de Underground la actriz hizo con uno lo que quiso: del desprecio por Patricia nos llevó a la piedad infinita por Jimena, de la noche a la mañana.

      Muy semejante es lo que consiguió conmigo anoche en "Guapas", cuando a Laura se le cayó por un rato la máscara de la más viva del condado y admitió sus miserias. Con sinceridad. Sin ironías ni sarcasmos dedicados a la tribuna. En una sola escena, compartida con Araceli González (su hermana Andrea en la ficción), Macedo atinó a despertarme la compasión por la Laura. Fue un momento de confesiones: Andrea, por una vez, dejó de repetir que no es alcohólica y admitió que el problema es que no sabe si de verdad quiere parar con la bebida. Laura la escuchó y se le vino encima la realidad de su propia biografía. Fue como si se hubiera mirado en el espejo sin la careta de la chica cool. Lo que vio le dio pena. Entonces, se declaró harta de esforzarse para ser perfecta. Se inculpó de haber hecho "todo mal". Se mostró sin ese maquillaje de mordacidad que usa para salir a diario al mundo y pretender que se lo lleva por delante.

      En esa breve escena, la actuación de Macedo hizo posible que Laura me despertara compasión. Les diría que la compadecí por duplicado. La compadecí como uno compadece a cualquiera que sufre. Pero, además, la compadecí por el peso de la neurosis que la condena a ir por la vida haciéndose la socarrona por el miedo a demostrar que es débil. Débil como la guapa Lorena (Florencia Bertotti), que carga con lo que toca sin jugarla de superada ni herir a los demás. Débil como cualquiera, débil como todos. Bravo por Isabel Macedo: personaje que le dan, personaje del que se apropia y te lo vende como quiere.