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      “El maquinista decía que los frenos no andaban”, afirmó una sobreviviente

      Norma Barrientos, que viajaba junto a la cabina del conductor, declaró ayer en el juicio por el choque en el que murió su hija. Su testimonio se enfrenta con el de casi todos los acusados, que apuntan al motorman y dicen que los frenos funcionaban bien.

      “El maquinista decía que los frenos no andaban”, afirmó una sobrevivienteCLAIMA20140423_0035 REUTERS Revivir el choque. Marcos Córdoba el día de la tragedia. Según una testigo, dijo que los frenos no le respondían; él no había declarado lo mismo. /REUTERS
      Redacción Clarín

      El testimonio de una de las sobrevivientes de la tragedia de Once podría complicar a todos los acusados por el accidente que les costó la vida a 51 personas. Norma Barrientos, una de las pasajeras, que además perdió a su hija Karina en el choque, aseguró que escuchó al motorman decir que no le estaban funcionando los frenos.

      Según relató Barrientos, el 22 de febrero de 2012 tomó el tren en Moreno pasadas las 7. Subió junto a su hija en el primer vagón, porque la empujó la avalancha de gente que quería entrar. “Entonces escuché patente patente que decía que los frenos no le andaban. Fue pasando la estación Morón, yo venía parada justo al lado de la cabina, en la puertita donde entra el maquinista”. Más adelante en la declaración lo sostuvo con otras palabras: “Escuché que decía ‘los frenos no me están respondiendo’, parecía como si estuviera pidiendo ayuda”.

      La sorpresa fue tal que el propio presidente del Tribunal Oral, Jorge Tassara, interrumpió al fiscal Fernando Arrigo y le hizo más preguntas a la testigo para que ampliara la información. “Lo escuché dos veces”, confirmó, para retomar el relato hasta el momento del choque: “Después el tren siguió y fue frenando en el resto de las estaciones. Pero cuando me quise dar cuenta estábamos entrando en Once, vi que no bajaba la velocidad y pensé ‘¿en qué momento va a parar este muchacho?’. Por el choque volé, fui a parar al piso con un montón de cuerpos arriba”.

      El testimonio de Barrientos es contradictorio con el del motorman Córdoba, quien en su declaración había asegurado que los frenos le fallaron recién al ingresar a Once. El tema es que si Córdoba realmente había notado problemas en los frenos, debería haberse negado a continuar manejando el tren Chapa 16. De hecho, Gregorio Dalbón, abogado de uno de los grupos de víctimas, adelantó que pedirán que el motorman sea juzgado por estrago doloso, que contempla una pena de hasta 25 años de cárcel, y no por el actual estrago culposo, de hasta cinco años.

      Pero esta declaración, de comprobarse cierta, también podría terminar complicar tanto a los responsables de la concesionaria TBA como a los ex funcionarios públicos acusados, quienes desde el primer momento sostuvieron, todos, que los frenos andaban y que el accidente se produjo por responsabilidad del maquinista.

      Para ello, se basan en las pericias que indicaron que los frenos estaban en condiciones. Pero desde la querella que encabeza el abogado Leonardo Menghini aseguraron otra cosa: que Leonardo Andrada, el maquinista que le entregó la formación a Córdoba en Castelar, declaró en la causa que el Chapa 16 “tenía una aplicación de servicio de freno lenta”, que “había que frenar con mayor antelación” y que “a medida que seguía subiendo gente disminuía la capacidad de frenado”. Un año después de la tragedia, a Andrada lo mataron de cuatro balazos en lo que supuestamente fue un intento de robo.

      Tal fue la diferencia entre los dichos de Barrientos y Córdoba que el abogado Jorge Sandro, defensor del ex secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, pidió que fueran careados, algo que el Tribunal no concedió.

      Otros dos sobrevivientes que declararon después, Alice Flor Cabañas y Maximiliano Villalba, aseguraron que el tren se pasó en la frenada al llegar a la estación de Morón, al punto tal que tuvo que frenar y dar marcha atrás. “Yo no lo escuché, pero la gente decía que el motorman estaba diciendo que no quería seguir. Para mí, sabía que el tren andaba mal pero lo hicieron continuar su marcha”, aseguró Villalba. El maquinista tampoco había dicho nada sobre un problema en los frenos a la altura de Morón; sí había reconocido que se había pasado en Floresta, algo que hasta ahora los testigos no mencionaron.

      Villalba afirmó que los problemas con el Chapa 16 ya venían desde el principio. “Cuando llegué a la estación Moreno el tren ya estaba parado, me subí y recién salió unos 15 minutos después. Por los altoparlantes avisaban que no sabían si iba a salir por problemas técnicos.

      El tren andaba mal, por momentos muy despacio, pero como siempre andaba mal uno ya ni se daba cuenta”. También comentó que, tiempo antes del choque, un tren en el que viajaba se había detenido poco después de salir de Castelar, lo que obligó a la gente a tirarse a la vía y volver caminando hasta los andenes.

      La primera testigo en declarar fue Natalia Meza, le siguió Barrientos, luego Cabañas y cerró Villalba. Todos coincidieron en describir un servicio sumamente deficitario, en el que siempre se viajaba abarrotado, con suspensiones y demoras muy frecuentes y problemas como ventanillas rotas o trabadas y hasta puertas que se abrían con la formación en movimiento.

      Además, aseguraron que tras el accidente no fueron contenidos por nadie de la empresa TBA. Meza fue más allá y contó que, mientras estaba internada, una persona que se identificó como de la concesionaria le pidió a su padre que le dijera que no criticara más a la empresa en los medios de comunicación. Fuentes de la ex concesionaria le aseguraron a Clarín que sí se ponían en contacto con las víctimas, con psicólogos y especialistas, pero no para pedirles que no hablaran mal de ellos ante la prensa.

      El juicio se retomará recién el lunes 5 de mayo. Se espera la declaración de más de 350 testigos, entre ellos más sobrevivientes y varios peritos.