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      El Néstor que no pudo ser y la herencia que nos deja la década K

      Cornelia Schmidt-Liermann

      Redacción Clarín

      El martes 6 de enero, el día de los Reyes Magos para muchos niños argentinos y del mundo, Néstor Femenía, un niño argentino de la comunidad Qom de tan sólo 7 años, muere tras una larga agonía generada por diversas patologías pero, principalmente, por su organismo extremadamente debilitado a causa de la desnutrición crónica. Néstor era el mayor de cinco hermanos y vivía con su familia en el paraje Paso Sosa, ubicado a 12 kilómetros de Villa Río Bermejito en la Provincia del Chaco.

      El fallecimiento de Néstor nos mostró cuán poco nos importa como Nación,  la Vida. No hay palabras para justificar su partida. Salvo quizás, que el dolor y la indignación por este desenlace, es sentimiento compartido por muchos argentinos. Nos mostró con crudeza que si no se hace algo para terminar con la desnutrición infantil en nuestro país, es porque no queremos. Que elegimos seguir limitando la libertad y el desarrollo humano. Porque el hambre no es una fatalidad. Resulta de la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en todo momento, de alimentos y agua en cantidad y calidad suficiente que le permitan vivir una vida digna y saludable.

      Un colaborador, también consternado, me dijo: “es todo mucho más patético, porque Néstor estuvo clamando por ayuda”. Seguramente muchos oyeron ese llamado a la compasión de alguien que sufre, pero pensaron, como me pasó a mí,  “qué horror, y qué suerte que salió en los medios, así alguien se hará cargo”. Confiamos en que alguien, el gobierno de esa provincia, algún funcionario municipal, provincial, estatal, algún legislador, algún sanmaritano se haría cargo. Pero no fue así, o por lo menos la asistencia fue insuficiente. Y Néstor se fue, no tuvo  tiempo .

      Tiempo implica libertad, posibilidad de realización. Oportunidad de “ser”. Argentina debe volver a ser un país que garantice la libertad real. Y la libertad también implica realizarse en solidaridad y fraternidad. Un ser humano desnutrido, sin amor y sin educación, no es un hombre libre. No ha podido decidir por sí mismo. Por ello, seamos todos opositores, incluyendo al kirchnersimo, contra la uniformidad del pensamiento y  la deformación de la política. Opositores a la corrupción y a la desnutrición.

      En vez de perdernos en el chiquitaje del dimes y diretes sobre fotos, especulaciones banales, debemos concentrarnos en los grandes temas.

      Que el 2015 sea el año consagrado a que no haya más casos como el de Néstor Femenía. Trabajemos por la vida, por la libertad y la dignidad.

       

      Cornelia Schmidt-Liermann es Diputada nacional (PRO)


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