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      Macri está ante una triple encrucijada

      Macri está ante una triple encrucijadaPresidente Mauricio Macri. (Sábat)

      Mauricio Macri está frente a una triple encrucijada. A las puertas de ese lugar ingrato lo condujo la disparada en las tarifas de gas. Aquellos dilemas podrían sintetizarse así: se han hecho más notorios, aunque no resulten ninguna novedad, ciertos desacoples en la gestión oficial; el macrismo debió hacer en los primeros siete meses concesiones que arrojan sombras sobre el déficit fiscal, una clave para bajar la inflación; la oposición política ha encontrado un terreno propicio para intentar por primera vez colocar en apuros al Gobierno.

      El macrismo asomó demasiado tiempo errático después de que la Cámara Federal de La Plata dictaminó la invalidez de los exorbitantes incrementos. Pensó en una salida judicial que se hubiera convertido en una trampa. Está a la vista con lo actuado ayer por la Corte Suprema de cuatro miembros (Ricardo Lorenzetti, Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti). Los jueces pidieron informes al Gobierno sobre las tarifas y los nuevos topes. Se dedicarán a analizarlos aunque ahora viene el receso del invierno. Podrían retomar el tema en agosto. Quizás, además, convocar a las audiencias públicas que el oficialismo soslayó.

      No hubo en tal procedimiento ninguna malicia. El macrismo calculó mal cuando imaginó la posibilidad de un per saltum. Entre varios motivos, porque la apelación del fallo de la Cámara de La Plata todavía no fue resuelto. Es decir, el máximo Tribunal carecía de un caso concreto sobre el cual pronunciarse.

      Aquel error de cálculo venía de antes. Ni el ministro de Energía, Juan José Aranguren, ni los coordinadores del Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, previeron que frente a los aumentos emergería una marea de amparos judiciales. Caía de maduro, teniendo en cuenta lo que le sucedió a Cristina Fernández con la “sintonía fina” que entre el 2011-12 pergeñó Julio De Vido. Esa pretendida minicirugía fue frenada por aquellos mismos amparos. La ex presidenta se atemorizó, dejó todo como estaba y permitió un engorde irresponsable del déficit fiscal.

      Algunas explicaciones del macrismo en medio del embrollo sonaron a mixtura entre pánico e improvisación. Traslucieron la orfandad de densidad política. El argumento de que el frío anticipado de este año hizo estallar el consumo social y, por ende, burló los topes tarifarios establecidos apareció débil. Si así fuera, habría que estar muy alerta con las sorpresas del clima. ¿Qué pasaría si las temperaturas veraniegas se anticiparan para octubre o noviembre?

      Tampoco todos los funcionarios tuvieron reflejos perezosos. El primero en advertir la dimensión del problema fue Rogelio Frigerio. Lo conversó con Macri en un paréntesis de los festejos del Bicentenario en Tucumán. Fue el sábado. El fallo de la Cámara Federal de La Plata sucedió el viernes. El ministro del Interior sabía que la posibilidad de la vía judicial, en la cual estaban embarcados por entonces alguno de sus colegas, constituía una locura.

      Lo ayudó en esa percepción su experiencia de mayo. Frigerio fue quien había negociado ese mes con los gobernadores patagónicos un límite de 400% de aumento de gas para los hogares que, en demasiados casos, superaban el 1.000%. Una historia parecida a la cual le tocaba enfrentar ahora.

      Otro ministro que estuvo en alerta fue Alfonso Prat-Gay. Incluso había consultado a Aranguren, sin suerte, sobre la chance de que los ajustes pasaran eludiendo temblores. El titular de Energía lo disuadió del miedo pero el jefe de Hacienda y Finanzas igual quedó mascando dudas. Aunque terminó poniendo el pecho. Quizá para espantar los rumores intensos sobre divergencias en el sexteto económico. Admitió también como propio el error del desbande tarifario.

      Prat-Gay tiene entre manos la brasa que más arde: la inflación. Cuya evolución está ligada de manera directa a la reducción del déficit fiscal que Cristina entregó con 7% del PBI. El ministro de Haciendo tuvo que corregir sus previsiones de inflación anual. Había arrancado con un 25%. Le añadió ya otra decena de puntos. Las estadísticas, entre oficiales y paralelas, estiman que el alza del costo de vida interanual (junio 2015-junio 2016) se ubicaría en el 40%. El dirigente de la CGT moyanista, Juan Carlos Schmid, advirtió en las últimas horas que esa tendencia podría obligar al sindicalismo a plantear la reapertura de las paritarias en septiembre. Hugo Moyano está dedicado a la crisis del fútbol pero no le quita el ojo a la cuestión.

      Prat-Gay debe rehacer sus números con recurrencia. Aranguren había asegurado que con los aumentos del gas el Estado podría ahorrarse US$ 4 mil millones. La obligada marcha atrás, con los límites de un 400%, encogieron esa cifra a US$ 1.900 millones. Antes de eso, el ministro de Hacienda debió aceptar la salida de otros $ 75.000 millones para destinar a la reparación histórica de los jubilados. Se trató, más o menos, de un 1% del PBI. Pero entendió los fundamentos políticos y judiciales de la determinación. Sobre todo, luego del acuerdo con los fondos buitre, que pleitearon con fallos a favor de los tribunales de Nueva York.

      Habrá que reconocer que en la desgracia el macrismo poseería una virtud: desdramatiza sus equívocos. Va y viene por ahora como si nada. Una licencia que le permitirían tres razones: el escaso tiempo que lleva en el ejercicio del poder; la larga antelación de un kirchnerismo intransigente; la existencia de una oposición que aún no sabe cómo pararse en un escenario enchastrado por la corrupción del pasado.

      De otro modo, algunas cosas no podrían pasar como pasan. Ya fue mencionada aquella invocación al imprevisto cambio del clima. ¿Será el consejo de Macri, sobre la necesidad de no andar en remera y en patas en la casa, la manera idónea para torcer una cultura social extendida que no tiene acabada conciencia de las precariedades del país que habita?

      Llama la atención que el Presidente se extrañe por las críticas que recibió su sugerencia. Podría estar denunciando, a lo mejor, cierta incomprensión sobre las características culturales profundas de la sociedad que le toca conducir. No solamente la de su clientela fidelizada, cuyo único objetivo sería borrar del mapa al kirchnerismo. Revelaría, por otro lado, un concepto vaporoso que el macrismo tendría de la acción política. Existió un estilo eficaz para la campaña electoral. Pero ese tiempo concluyó. Harían falta cuestiones de otra envergadura para enfrentar los desafíos difíciles que se avizoran. Esa percepción anida también en sectores no macristas de Cambiemos.

      La oposición, con buen criterio, ha sido contemplativa con el Gobierno y su lucha contra la inflación. Ayuda a mantener las expectativas sobre el futuro descenso. Pero no podría quedarse inmóvil ante situaciones como la que produjo la disparada de tarifas. Sergio Massa, el líder del Frente Renovador, pidió que los aumentos se dejen sin efecto. Margarita Stobilzer repite la idea de un “ajuste brutal”. Alrededor de 14 organizaciones de consumidores preparan para mañana una protesta. Dentro de ellas habría de todo, incluso votantes macristas. Sueñan con un cacerolazo, remedo quizás de aquellos que supieron conmover a Cristina. Los kirchneristas se agazapan detrás de esa iniciativa.


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      Eduardo van der Kooy
      Eduardo van der Kooy

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