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      Las señales de Francisco, Pichetto recargado y fiebre de decretos presidenciales

      Lo que no se contó del viaje del Papa. Enojos por el Congreso y los planes de Macri.

      El Papa cita a los obispos a Roma: les dirá cuándo (no) viene

      Todos se preguntan si el Papa viene a la Argentina, cuándo y por qué, o no, o todo lo contrario. Se los va a explicar él mismo en persona a los obispos argentinos, a quienes les va a llegar en estas horas la citación para viajar a Roma. Francisco quiere que estén por allá entre la última semana de enero y la primera de febrero. Viajará la mesa directiva de la Conferencia Episcopal que preside Oscar Ojea, el representante más fiel del pontífice en todo el club de los obispos. Ojea estará en Chile este lunes, como representante de la CEA en el viaje del Papa, y después se tomará unos días de vacaciones, seguramente cerca del Vaticano, para mantener alguna previa de la cita con el resto de los colegas a fin de mes.


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      Otro delegado de la conferencia, el secretario de la mesa Oscar Malfa viaja esta semana a Perú, segunda etapa de la travesía de Francisco en la región. En organizaciones como la Iglesia, encapsulada en ritos y misterios que fomentan la ambigüedad, es fácil ponerle tema a una agenda de los obispos criollos con Francisco. Precisiones sobre desplazamientos, ajustes de cuentas por las relaciones con el Gobierno, revisión de gestos durante el año, como haber dejado despuntar, con la gestión anterior de José María Arancedo, el debate sobre la "reconciliación", es decir, la revisión del pasado setentista.

      Para algunos eso quiere decir impunidad, para otros quiere decir amnistía. El Papa Bergoglio se enojó con aquel rebrote, que volvió a poner a la Iglesia del lado más oscuro de la historia.

      Firma autorizada: en la Iglesia hay libertad de lengua

      También es fácil poner como tema el canal mediático y el asunto de las vocerías autorizadas y no autorizadas. Ya habló ayer el único representante de Bergoglio en la (su) tierra, el rector de la UCA Víctor Fernández. Exaltó un costado novedoso del debate: el Papa Bergoglio ha soltado las lenguas, y hoy en la Iglesia todos pueden decir lo que quieren. Un extremo esto de admitir que la Iglesia se vuelca hacia un liberalismo desconocido antes.

      "Tucho" -como llaman los amigos con cariño a Fernández, este cordobés que cría canarios en su residencia de la sede de Puerto Madero de su universidad- es el verdadero dueño de la lapicera de Bergoglio. Actuó como redactor del documento final de "Aparecida", que es la constitución del papado de Francisco. También han pasado por su laptop los documentos pontificios liminares. Que ahora diga que hay libertad de lengua y que Juan Grabois es bueno es algo casi definitivo, ex cathedra diría un experto clericalidades.

      Es un reconocimiento autorizado de un cambio profundo, que desconcierta a feligreses que con Bergoglio pueden creer que han vivido en la Iglesia equivocada. Esperan que esto pase pronto. Con la Iglesia ocurre lo mismo que con los militares: sus usos y reglamentos sólo se entienden si se los mira desde adentro. Vistos desde afuera, son incomprensibles y hasta ridículos. Pero este el negocio que hemos elegido, diría el personaje de El Padrino II cuando uno se le queja de que le está matando a su gente ("This is the business we've chosen," le dice Hyman Roth a Michael Corleone).

      Bergoglio, el peronista que termina con el peronismo

      Es rico el argumento de Fernández sobre el ciclo liberal de la nueva Iglesia, ésa que abre Bergoglio como el mejor lector de la sociedad líquida. Alguna vez habrá que explicar lo que significó para la Argentina su elección como Papa en 2013, y las consecuencias que tuvo en la política agónica y pedestre. En dos años terminó con el peronismo kirchnerista y en cuatro años con el massismo.


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      La elección de marzo de 2013 ocurrió una semana más tarde de la muerte de Hugo Chávez -el 5 de ese mes-. Ese hecho abría la oportunidad para que la declinante Cristina de Kirchner intentase ocupar el liderazgo continental que tenía el venezolano, y la ayudase a superar los tumultos locales. Lo frenó esta aparición de Bergoglio como el hombre de más poder de la historia argentina. Aparecía una instancia política más alta y más amplia que la que imponía el liderazgo áspero y confrontativo de Cristina, que empastelaba todo lo que tocaba.

      Cayeron mordazas y se soltaron desde ese momento las lenguas, porque había algún lugar adonde ir a buscar protección. Es imposible explicar el cambio que ocurrió en la Argentina con las elecciones de 2015 sin poner en la balanza la presencia del Papa. Dramático para un Papa que todos creen que es peronista. Claro que es difícil entender los gestos que podrían aportar pruebas a esa hipótesis. La Iglesia es una organización de gestos y rituales mudos que hay que saber entender.

      Mensaje vaticano: con Juan, todo bien (y se viene el libro)

      Con eso se termina la discusión, justo cuando llega Bergoglio a Chile, que es donde viajó ayer Grabois con un medio millar de "compañeros" de la economía popular, cartoneros, costureros y otros excluidos. No va a aparecer mucho porque además tiene un mensaje celestial que le llegó de Roma por una vía incuestionable: “Con Francisco todo bien”.

      Tampoco va a aparecer porque tiene trabajo: terminar de escribir un libro que tiene comprometido con una editorial multinacional sobre la exclusión y sus causas políticas y económicas. Se inspira en su experiencia con las organizaciones sociales y en lecturas de origen inesperado, como la de Moisés Naim, el antichavista venezolano autor de "El Fin del Poder", que explica la naturaleza de la sociedad líquida, en la que se diluyen las instituciones de control, entre ellas los partidos políticos, y surgen nuevos cauces de acción.


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      Y nuevos liderazgos, como el suyo, cuya exaltación en el centro de los debates tiene su explicación en que la oposición política está tan desflecada en la Argentina, que un individuo como él confronta con Mauricio Macri y remueve todo el escenario. Divide con esa confrontación lo que él mismo une, y elude uno de los dictámenes de la predicción bergogliana: “La unidad prevalece sobre el conflicto”.

      Se ríe cuando se lo recuerdan: esos son consejos para gente mayor a los 35 años. Más en serio, responde, en el estribo del viaje a Chile, cuando le preguntan qué sabe una venida del Papa: "Por favor, estuvo acá durante 75 años, ¿cómo que no está acá? Hay demasiado ombliguismo". Otra, también del estribo: "¿Por qué si lo que dice Durán Barba no es la opinión de Macri, lo que yo digo va a ser la opinión del Papa?".

      Pichetto cree que Macri alienta la confrontación

      La rentrée de la temporada en Casa de Gobierno prevé para mañana la primera reunión de coordinación con la presencia de Mauricio Macri y sus "ojos" -Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui-, Rogelio Frigerio y, si llega, Emilio Monzó. Por ahora sigue gente de vacaciones por lo cual los representantes de los partidos de la coalición no estarán. Ni falta que hace, porque la agenda legislativa está más que enfriada.

      La visita de Miguel Pichetto a Frigerio, seguida de una larga charla por teléfono con Quintana, fue para quejarse de la insistencia del Gobierno en repetir que va a ir a pelear la reforma laboral al Congreso. No somos nosotros, son los medios, le explicaron. Pero Pichetto sabe que los Reyes Magos son los padres e insiste en la conspiración. Cree que el Gobierno hace músculo porque sabe que ese tema divide al peronismo y a los sindicalistas, y eso fragmenta más a la oposición.

      Sergio Massa con Miguel Pichetto, días atrás. ¿Nuevo frente anti Macri?Sergio Massa con Miguel Pichetto, días atrás. ¿Nuevo frente anti Macri?

      Hay algo que no le dicen y que es más cierto que lo anterior: el Gobierno está obligado a repetir que quiere la reforma laboral, porque es su compromiso con el mundo de los negocios. Si no lo hiciera sería una señal de capitulación, cuando ya le hacen reproches desde los sectores de la inversión, como el gradualismo en todo.

      Pichetto termina creyendo que es el propio Macri quien fogonea esa confrontación. En esas charlas también les dejó críticas a lo que llama la "manía legiferante": "Ustedes creen que gobernar es sacar leyes, y son minoría en el Congreso. Si algo sobra en la Argentina son las leyes. Gobernar es aplicar esas leyes".

      Fiebre de verano con más decretos

      En la estrategia básica del Gobierno hay una pregunta aún por responder: ¿qué nos conviene más, un peronismo fuerte o un peronismo dividido? Para gobernar, lo primero, para ganar el 2019, lo segundo. Todo no se puede tener. Por eso hay más clima de pelea que consenso. Quintana festeja que en diciembre se cumplió el primer capítulo del "grito del CCK" –el discurso de Macri sobre el consenso y el reformismo permanente–.

      Quedan dos capítulos, el productivo y el institucional. Cuando se ajusten las cuentas sobre la suerte del DNU de desregulaciones de la semana que pasó, viene otro decreto, simple, con los recortes de cargos en la grilla del Estado. No habrá cierre de ministerios, pero hacia abajo hay masacre total. También habrá bardo con el DNU de convergencia de medios, que se discutió durante más de un año y que es mejor no llevarlo al Congreso.

      Mauricio Macri recorre zonas inundadas, la semana pasad.Mauricio Macri recorre zonas inundadas, la semana pasad.

      Para ese clima es inspirador el cuento que trae el polémico libro “Fire and Fury: Inside the Trump White House”, del indiscreto Michael Wolff, que recoge lindezas de la intimidad de la Casa Blanca. Steve Bannon, asesor presidencial, entró el mismo día de la asunción a la Casa Blanca, y comenzó a mover muebles del que sería su despacho. A los gritos mandó que sacasen todos los muebles, especialmente sillas y sillones. La consigna era: "Acá no tiene que haber nada para sentarse. Nadie se sienta. Esto es una guerra". No es para tanto, dice Quintana. Además, Bannon duró en el cargo menos de lo que dura un pelado en la nieve, como dicen en Mendoza.

      ¿Un Defensor del Pueblo justo cuando aumentamos tarifas?

      Estos forcejeos de verano en los despachos aireados y vacíos de la Casa de Gobierno vaticinan un año más que duro en materia legislativa. El peronismo hace elongaciones y muestra elasticidades hasta ahora desconocidas, que ponen en cuestión que el peronismo siga desunido, y los acuerdos serán cada vez más difíciles.

      Parecía claro que habría aire para designar a los directores del Banco Central –están todos en comisión, salvo Federico Sturzenegger– o para que hubiera alguna vez un Defensor del Pueblo. ¿Para qué queremos un defensor, justo ahora que estamos en pleno aumento de tarifas?, dicen en la Casa de Gobierno. Sería crearnos un enemigo más. Preferimos que siga vacante.

      El peronismo blanco contra “La que mide”

      El peronismo no cristinista apura el paso en Buenos Aires, previniéndose de que el éxito legislativo del gobierno –logrado con la colaboración de ellos– sea una salidera para financiar la gestión de Cambiemos. El demonio por ahuyentar del panorama es, para ellos, “la que mide”. “La que mide” es Cristina de Kirchner, y es el ancla de la que se van a agarrar, según esta hipótesis, los intendentes de la provincia de Buenos Aires que quieren sostener el poder en sus distritos.

      Cristina Kirchner, en un acto en Avellaneda en diciembre. Su figura genera internas en el PJ.Cristina Kirchner, en un acto en Avellaneda en diciembre. Su figura genera internas en el PJ.

      Si el peronismo blanco no encuentra un programa y un conductor alternativo de este proceso, por lo menos en la provincia de Buenos Aires, “la que mide” será candidata a presidente en 2019, y eso remachará el destino de todos los peronismos. Como factor de desunión, ella condena al peronismo al ostracismo del poder. Mientras, el peronismo blanco está convencido que de la dialéctica Macri-Cristina es una fabricación del Gobierno para medrar con el desprestigio de la oposición, que se hunde con las noticias policiales sobre funcionarios y sindicalistas.

      Una fantasía, porque eso no sale de las usinas oficiales, sino que lo dicta la realidad. Creer que a Cristina la inventa el macrismo es como creer que a Macri lo inventó el kirchnerismo. Si fue así, fue un pésimo negocio, como lo es si la Casa de Gobierno cree que levantándola de Cristina gana algo. 

      El crimen no paga

      Para esta tribu peronista, 2018 es el año de la construcción de un conductor. No lo ayuda el Gobierno, que dedica el año precisamente a repartir premios entre los peronistas que le han ayudado a cerrar lo más importante: la agenda financiera y fiscal.

      El paquete de leyes-instrumento que logró en el Congreso –presupuesto, reforma fiscal, compromiso fiscal y cambio de cálculo del aumento de jubilaciones– lo tuvo por el acuerdo con los gobernadores, que prefirieron billetera a galán. Ahora los suben, como premio, al avión de Davos. Es un reconocimiento, pero agridulce: el resultado electoral del 22 de octubre señala que la opción del peronismo colaboracionista no fue convalidada por el voto. Cambiemos construyó su 42% de los votos para ser la primera marca. El peronismo amigo construyó su declinación en una opción rentable, pero que no paga en votos.


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      Que lo diga Sergio Massa, legislativa contra legislativa, entre 2013 –buen año de cosecha– y 2017 declinó del 43,9% al 11,3%. En su paso por el Senado el jueves contó que su proyecto es abrir un estudio en su localía de Tigre. Ya sabe lo que tiene que estudiar.


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político