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      De Carla Vizzotti a Victoria Donda, todos los “perdonados” del presidente

      El caso la funcionaria de Salud reavivó el debate sobre el modo de gestión. Alberto Fernández cruzó en público a al menos tres ministros, pero siguen en el Gabinete. Otros funcionarios debieron irse.

      De Carla Vizzotti a Victoria Donda, todos los "perdonados" del presidenteAlberto Fernández durante un anuncio con la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti. Foto: Marcelo Carroll

      En tan solo 10 días y en plena pandemia, el presidente Alberto Fernández desautorizó a los responsables de la cartera de Salud. La semana pasada había ocurrido con Ginés González García; entre lunes y martes se repitió con Carla Vizzotti. El Presidente expuso a varios funcionarios durante sus primeros 13 meses de mandato, pero solo echó a dos.

      En los últimos días, Fernández expuso en público los errores del ministro y de la secretaria de Acceso a la Salud. El primero había autorizado el 30 de diciembre un aumento del 7% para las empresas de medicina prepaga, que fue corregido horas después por “expresa orden del Presidente”, tal se detalló en el Boletín Oficial.

      “Ginés tiene razón que hace falta dinero. Pero hay uno en el Gobierno que sabe lo que pasa en todo el Gobierno, ese es Alberto Fernández. Alberto Fernández sabe cómo estamos en materia fiscal y cuál es el riesgo inflacionario. Y eso no lo tuvo en cuenta Ginés”, señaló el Presidente en tercera persona y sin rodeos en una entrevista en Radio Con Vos.

      Alberto Fernández con el Santiago Cafiero y Ginés González García, a poco de asumir. El presidente desautorizó un par de veces a su ministro de Salud.Alberto Fernández con el Santiago Cafiero y Ginés González García, a poco de asumir. El presidente desautorizó un par de veces a su ministro de Salud.

      El jefe de Estado intentó de esa manera acallar a empresarios de la Salud, que por lo bajo sugerían que Cristina Kirchner había ordenado frenar el aumento de las prepagas y impulsar una participación mayor del Estado en el sector. 

      En la Casa Rosada ya habían expuesto a González García en diversas oportunidades, debido a la incontinencia verbal del funcionario. Incluso, poco después de que la pandemia irrumpiera en el país, decidieron intervenir la comunicación del ministerio. El último episodio antes del fallido aumento tarifario había sido pocos días antes y fuera de micrófono, a propósito del comienzo del operativo de vacunación antes de 2021, que el ministro había puesto en duda.

      Con Vizzotti, que ganó protagonismo precisamente por los deslices verbales de su superior, el Presidente optó por hacer saber su malestar, cuando la número 2 del ministerio de Salud expuso en una entrevista con Página 12 la posibilidad de aplicar una dosis de la Sputnik V en lugar de las dos aplicaciones recomendadas. “Se cortó sola”, dijeron los principales colaboradores del Presidente. “Imprudente”, habría sido la calificación del mandatario.

      Alberto Fernández en una reunión en Olivos con Felipe Solá. El canciller también fue cuestionado en público por el mandatario.Alberto Fernández en una reunión en Olivos con Felipe Solá. El canciller también fue cuestionado en público por el mandatario.

      El término fue el mismo y la dinámica parecida, aunque menos dura, a la utilizada para desacreditar al canciller Felipe Solá cuando dio detalles incómodos y supuestamente inexistentes de la charla entre el Presidente y el mandatario electo de la primera potencia mundial, Joe Biden. La Casa Rosada hizo saber entonces que el ministro de Relaciones Exteriores ni siquiera había participado de la conversación con el próximo presidente de los Estados Unidos, porque -en lugar de asistir a la Rosada, donde estaba Fernández- fue a Olivos.

      El pecado de Solá, como el de Vizzotti ahora, fue el mismo: exponer públicamente una discusión que se había dado puertas adentro del Gobierno. En ese caso, la posibilidad de pedirle al sucesor de Donald Trump que empujara la remoción de Mark Rosen, director de Estados Unidos ante el FMI. La desautorización al canciller incluyó una gestión ante la agencia Bloomberg del secretario de Comunicación Juan Pablo Biondi para desmentir al canciller y una videoconferencia entre el ministro de Economía Martín Guzmán y el director argentino ante el organismo de crédito Sergio Chodos con Rosen. Horas después, Fernández dio por “superado” el conflicto.

      Los discursos contradictorios con la línea oficial en materia de política exterior obligaron al Presidente a desautorizar a otros embajadores políticos. Ocurrió con el representante argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, quien ensayó una defensa del régimen de Nicolás Maduro. Fernández hizo trascender su malestar y ordenó al representante argentino ante los organismos con Sede en Ginebra, Federico Villegas, que votara en contra de Caracas en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Raimundi, a pesar del off-side, decidió quedarse en su cargo. “Nadie se va solo del Gobierno”, dice un funcionario con experiencia en la Rosada.

      La ex ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, en una reunión de Gabinete. Fue una de las pocas que debió dejar el Gobierno.La ex ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, en una reunión de Gabinete. Fue una de las pocas que debió dejar el Gobierno.

      Una situación similar se repitió con la ex embajadora ante Venezuela y el Reino Unido Alicia Castro, elegida por Fernández para ocupar ese cargo en Moscú. Tras la enésima crítica de Castro al Gobierno y a la Cancillería, el Presidente decidió congelar su designación. Ocurrió en agosto. Recién en octubre la ex embajadora difundió una carta en la que sostuvo que no asumiría su cargo por decisión propia. “Quiero presentar mi renuncia como embajadora porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores”, dijo.

      Equilibrista por naturaleza y armador de un espacio heterogéneo, el Presidente decidió sostener a funcionarios de menor rango que nadie se tomó la molestia de defender en el oficialismo. El último y más resonante caso fue el de Victoria Donda, titular del INADI, que blanqueó que le ofreció un puesto en el organismo a su ex empleada doméstica en el medio de una negociación laboral privada. La noticia cayó mal en el Ejecutivo. Cuando se enfrió la noticia, el mandatario la defendió públicamente. "Su naturaleza no es sacar ventaja del Estado”, dijo. 

      Tampoco quiso expulsar a la directora nacional de Acceso a la Justicia Gabriela Carpineti que durmió en el campo de la familia Etchevehere, cuando Dolores -la hermana del ex presidente de la Sociedad Rural- dejó que militantes del Proyecto Artigas durmieron en la estancia. El Presidente evitó así un nuevo conflicto con Juan Grabois, referente del Proyecto, de la funcionaria y aliado del oficialismo.

      Las excepciones

      Con tono amable, en cambio el Presidente le pidió la renuncia a la ministra de Hábitat María Eugenia Bielsa, una de las “funcionarias que no funciona(ba)n”, en palabras de Cristina Kirchner. La ex vicegobernadora de Santa Fe se fue 16 días después de las críticas de la vicepresidenta.

      Un dirigente peronista muy cercano al Presidente lamentó que no se hubiera preservado la figura de la ex ministra. “Se la esmeriló mucho y podría haber sido una referente para estas elecciones en Santa Fe, donde no tenemos muchas opciones”, reflexionó. Fernández había reconocido antes que estaba decepcionado con el accionar de Bielsa. “Le dije a María Eugenia que yo soñaba con que a esta altura ella fuera la ministra estrella”, sostuvo Fernández en una entrevista con el periodista Horacio Verbitsky.

      La misma fuente lamentó entonces que el Presidente no hubiera sostenido y defendido públicamente a Bielsa -del ataque de los propios, también- como lo hizo con el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo, en abril cuando se hizo público las compras de alimentos con sobreprecios. Por aquel entonces, claro, los sondeos mostraban que el Presidente estaba en su mejor momento.

      Alejandro Vanoli con Alberto Fernández, apenas asumieron. El titular de la ANSeS fue uno de los pocos echados del Gobierno.Alejandro Vanoli con Alberto Fernández, apenas asumieron. El titular de la ANSeS fue uno de los pocos echados del Gobierno.

      Ese detalle no explica del todo el accionar del jefe de Estado. Pocos días antes de que estallara la polémica en Desarrollo, ventiló su bronca con el presidente del BCRA Miguel Pesce y con el entonces titular del ANSES, Alejandro Vanoli, por la falta de coordinación que derivó en miles jubilados haciendo cola para cobrar sus haberes en medio de la pandemia. Vanoli finalmente semanas después dejaría su cargo, ya sin el sostén de la vicepresidenta.

      En agosto, Fernández echó al secretario de Energía Sergio Lanziani y lo reemplazó por el neuquino Darío Martínez. Las razones, otra vez, tuvieron que ver más con la política que con la gestión.

      En medio de los rumores de oxigenación del Gabinete cuando termine el proceso de vacunación, en la Casa Rosada defienden al equipo de ministros, muchos de los cuales quedaron en la mira tras los últimos cuestionamientos de Cristina Kirchner. A pesar de todo, el Presidente arengó a sus colaboradores antes de fin de año. El tiempo corre. 


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      Sobre la firma

      Guido Carelli Lynch
      Guido Carelli Lynch

      gcarelli@clarin.com