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      Padres e hijos en la cama: cómo preservar la intimidad

      En tiempos de hipererotización es imprescindible manejar con cautela cuestiones relacionadas con la sexualidad de los padres.

      Padres e hijos en la cama: cómo preservar la intimidadLos padres necesitan intimidad para pasarla muy bien y también para gestionar los conflictos.

      “Todos me dicen que mi vieja es lo máximo, pero no se imaginan lo que es ser hijo de ella”

      Confesiones de un adolescente atormentado por una madre “canchera y moderna.

      Podría, por una vez, empezar esta nota con una buena noticia y decir que ser padre es más sencillo de lo que parece. Un poco de equilibro, ni tan en un extremo, ni tan en el otro, y ya está. Que los niños sean niños, nosotros los adultos, pongamos sentido común.

      Pero si fuera así, yo me dedicaría a otra cosa seguramente, porque algo de esta brújula se nos desconfigura en el GPS de la paternidad.

      Y uno de los temas centrales en estos tiempos es la delgada línea divisoria entre intimidad y extimidad, mundo privado y mundo público.

      De cama matrimonial a cama familiar.De cama matrimonial a cama familiar.

      En tiempos de Gran Hermano, la vida se juega a través de las redes sociales, 24 hs online, ao vivo, alive. Sobran pantallas y faltan cerraduras. Qué comemos, por dónde paseamos, con quién estamos, cuándo, cómo...pasen y vean.

      Y la pregunta que nos tenemos que plantear los padres es cómo ayudar a nuestros hijos a construir el concepto de intimidad en tiempos de ventanas al mundo.

      En primer lugar: ¡Seamos ejemplo! Recordemos: nuestros hijos no nos oyen todo el tiempo pero no dejan de mirarnos. Eduquemos con el hacer más que con el decir.

      Juntos sí, amontonados no

      “A la hora de comer terminamos todos encimados”, me cuenta un joven padre con dos hijos pequeños que comen más rápido que ellos y, finalizado el acto de deglución, se sumergen en las faldas de papá y mamá, quienes están adquiriendo dotes de malabaristas para poder afrontar la situación.


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      Uso siempre la teoría de los conjuntos para explicar las relaciones saludables, se trate del ámbito laboral, amigos o, como en este caso, de relaciones padres–hijos. Conjunto Juan (padre), Marcia (madre), Tomy (hijo mayor) y Martina (hija menor). Cada uno de los conjuntos, cada miembro de la familia con sus espacios propios, espacios compartidos, diferenciados y claros. Desde ahí todas las combinaciones posibles, como resultante de lo saludable de los vínculos. Allí la clave.

      La puerta del dormitorio de los padres debe estar cerrada cuando estos requieran intimidad. La la de los hijos también cuando éstos sean más grandes.

      Las redes sociales deben estar diferenciadas, si funciona aceitadamente el triángulo de diálogo-confianza-disfrute en la relación padres–hijos.

      Nuestros hijos no nos oyen todo el tiempo pero no dejan de mirarnos.Nuestros hijos no nos oyen todo el tiempo pero no dejan de mirarnos.

      “¡Mi vieja me persigue por las redes! Por suerte el snapchat no lo entiende ni un poquito, ¡ahí tengo aire! ¡Es el inspector Gadget!

      Con tanto hartazgo como sentido del humor esta niña de 15 años cuenta su padecer en su duro trabajo de ser hija.

      Los padres debemos saber de nuestros hijos solo aquellas cuestiones que nos permitan entender el proceso en el que están para acompañarlos en el camino del crecer.

      Podemos pensar en una teoría de las puertas. Hay puertas en el camino de la vida que deben abrirse de inmediato; otras, mantenerse entornadas; otras, cerradas. En algunas de estas, deberemos tomar nosotros, como adultos, el picaporte y hacer todo el gasto energético de la apertura; y en otras, ayudar y guiar a nuestros hijos para que intenten lograrlo por sus propios medios.

      Familias loft, mal de época

      —¡Hace 3 años que le digo que arregle la puerta del cuarto! ¡Contale lo que pasó!

      —Cómo me iba a imaginar —dice el marido y acusado—. Llegamos del cine, los chicos dormían ya, nos pusimos mimosos, yo le dije que poníamos el banquito en la puerta, era tarde. Estábamos en lo mejor y de repente vienen los tres a los gritos "¡Guerra de almohadas!". Me quería morir. Hoy viene el cerrajero.

      La puerta del dormitorio de los padres debe estar cerrada a la hora de la intimidad.La puerta del dormitorio de los padres debe estar cerrada a la hora de la intimidad.

      Dormitorios de los padres a puertas abiertas, todo un continuo. No hay secretos, no hay espacios, no hay intersección. Las peleas, las reconciliaciones, a la vista de los hijos.

      Los chicos circulan por la cama grande como si fuera la sala blanda de un pelotero. Raras modalidades nuevas. No hay adentro ni afuera. Estas son categorías que, en este caso, no se han construido.

      Los padres necesitan intimidad. Para pasarla muy bien y también para gestionar los conflictos.


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      Me decía una joven pareja en consulta: “No podemos cerrar con llave el dormitorio. ¿Qué van a pensar los chicos?”  Van a pensar que los padres no son una prolongación de ellos. Que tienen vida propia. Que además de chequear si leyeron los libros para el colegio, también tienen ganas de leer libros que ellos elijan leer, porque tienen ganas, nada más. Pensarán y entenderán que ser padres no es un apostolado, que los padres somos “casi seres humanos”, que ellos son una parte fundamental de nuestras vidas pero no la única.

      En estos tiempos de hiperotización es imprescindible manejar con cautela aquellas cuestiones que tienen relación con la sexualidad de los padres.


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      Una de las escenas más logradas de la maravillosa película “La familia Belier” es aquella en la que Paula, hija de padres sordos e intérprete de los mismos, se ve inmersa en una visita al ginecólogo de su madre en una discusión a la que ella debe poner palabras sobre la vida sexual de sus padres. Hilarante, y en este caso justificada por la situación particular de esta familia.

      Pero cuántas veces los chicos asisten a comentarios tales como: “Si tu padre al menos se tratara el problemita eréctil que tiene yo estaría de mucho mejor humor”, o “Porque tu madre y yo tenemos muy buen sexo, ¡no vayas a pensar!, y hasta “Otra vez tu padre se fue por ahí, seguro está con otra”.


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      Los chicos, horrorizados y al diván. Nunca olvidaré la angustia incontenible de un paciente de 17 años que había oído -su cuarto estaba pegado al de sus padres- un intenso encuentro sexual entre ellos, y aparentemente su madre tenía una capacidad orgásmica importante combinada con potentes cuerdas vocales. El resultado, insomnio prolongado y fuerte crisis de angustia.

      No es necesario. Y veo caras desaprobando y diciendo: “¿Entonces los padres no podemos tener nuestra vida sexual?” Claro que pueden, y deben en la medida de lo posible portar bien arriba la bandera del erotismo y lo vital, pero deben también ejercer como premisa básica, la prudencia.

      Caja de herramientas para el manejo de la intimidad

      • Utilizar el sentido común

      Pueden ver nuestros hijos y saber que sus padres son seres sexuados, pueden ellos demostrar afecto con sus parejas. Pero tengamos en cuenta que para nuestros hijos, encontrarse descarnadamente con aspectos de la sexualidad de los padres puede ser doloroso y hasta traumático.

      • Tengan los padres reparo con el uso de las redes sociales 

      Son muchos los jóvenes avergonzados por “madres MILF” y padres “pendeviejos” que suben fotos provocativas a las redes.

      • Esperar los tiempos necesarios para comunicar el armado de nuevas parejas

      En las transiciones entre una pareja y otra (en los casos de padres separados que están rearmando sus vidas) ser prudentes con las presentaciones a los hijos es importante.

      Un joven padre recién separado presentó a su nueva novia a su hija adolescente como “una nueva socia de la empresa”. La hija por supuesto nunca le creyó y rápidamente fue a contarle a su madre lo “inmaduro que es papá”.

      Pueden ver nuestros hijos y saber que sus padres son seres sexuados.Pueden ver nuestros hijos y saber que sus padres son seres sexuados.

      A menudo los adultos nos compartamos como pequeños que no saben esperar. Lo que diferencia entre otras cosas la niñez de la adultez, recuerdo, es la capacidad de soportar los tiempos de espera y manejar la frustración que eso produce.

      En definitiva, la sexualidad placentera y responsable también se educa, y una vez más lo digo, los niños nos miran más de lo que pensamos.

      Eduquemos hijos que puedan disfrutar del erotismo en tanto fuerza vital y empuje hacia la pasión y el descubrir.

      Eduquemos la preservación de los espacios y momentos de intimidad en tiempos donde todo se muestra y todo se comparte.

      Eduquemos el amor por el cuerpo, contagiemos el brillo en la mirada, para construir un mundo de ojos brillantes, hombres y mujeres libres, puertas que se abren y cierran para ir a jugar el juego del vivir.

      *Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Director de Escuela para padres. Autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y coautor de Padres a la obra.​​


      Sobre la firma

      Alejandro Schujman
      Alejandro Schujman

      Psicólogo especializado en familias


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