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      Por qué “100 días para enamorarse” no se agota en el amor

      Los personajes femeninos tienen intereses diversos y no dependen de un varón para mejorar su vida.

      Por qué "100 días para enamorarse" no se agota en el amor"100 Días para enamorarse". La locomotora del rating ganador de Telefe.
      16/07/2018 17:00

      El pañuelo verde en el puño de Antonia, el personaje de Nancy Dupláa en la ficción 100 días para enamorarse, fue trending topic en Twitter la semana pasada y generó aplausos -y algunos rechazos-. La novela no solo recoge el guante sobre temas candentes y de profunda actualidad, sino que pone en pantalla, desde el guión, personajes femeninos más complejos que los que solemos ver en novelas de televisión de aire, en los que las relaciones de pareja heterosexual son casi el único relato posible y repetido.

      Nancy Duplaá y el pañuelo verde en la novela "100 días para enamorarse".Nancy Duplaá y el pañuelo verde en la novela "100 días para enamorarse".

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      Antonia creció en un taller mecánico ayudando a su padre y no se hace cargo de los prejuicios cada vez que alguien se sorprende porque ella -una mujer- sabe arreglar un motor. Si bien hay "dos maridos" que se disputan su cariño, se muestra la completitud de sus vidas: trabajos, placeres, familia, responsabilidades, bienestar. Padres y madres comparten las obligaciones hogareñas y de cuidado: cocinar, llevar al colegio, encargarse de la casa. Y, cuando no sucede, los vínculos hacen ruido: así comenzó la problemática con la que arrancó el programa, cuando Antonia ya no quiere sostener un marido dejado y ausente frente al pago de las cuentas, y Laura (Carla Peterson) se rebela frente a un matrimonio congelado, en el que aunque hay cenizas, el personaje logra correrse del conformismo en pos de un futuro más pleno.


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      El test de Bechdel es una herramienta informal para evaluar películas y medir la reiteración de los estereotipos sexistas; surgió como un chiste en un cómic de 1985. Además de considerar si aparecen al menos dos personajes femeninos que hablen entre sí, se valora si esa conversación trata sobre algo más que no sea un varón (y lo sorprendente es que hay enorme cantidad de filmes que no superan estas pautas). Si trasladamos esto a dicha ficción, podemos preguntarnos si se la pasan hablando de relaciones sentimentales. Y, si bien los vínculos son un tema central de este tipo de novelas, en este caso, Antonia charla sobre su nuevo emprendimiento gastronómico, y Laura tiene que resolver cuestiones en su estudio de abogados.

      Las relaciones con sus hijos son un punto fuerte y acertado: obesidad, primeros pasos en la sexualidad e identidad de género son ejes temáticos que se abordan con cada uno de los chicos. El proceso de búsqueda de identidad que atraviesa Juani (Maite Lanata), y su abordaje, saca la transexualidad del placard y la naturaliza. Mientras su madre (Dupláa) aprende términos, conceptos y formas de afrontar esa nueva realidad, el público aprende junto a ella. Frases como "toda la vida viviendo con ella y nunca me di cuenta" dan pie, quizás, a que el televidente se haga alguna pregunta al interior de su propio hogar. Dice que estaba tan cerca que nunca lo había visto. La palabra "princesa" que le repite su abuelo (Osvaldo Laport) casi en cada emisión funciona como un mazazo que refleja las dificultades y prejuicios que aún deben enfrentar las personas.

      Jorgelina y Juan Gil Navarro en "100 días para enamorarse".Jorgelina y Juan Gil Navarro en "100 días para enamorarse".

      Los personajes femeninos, además, no se muestran como "enemigos"; aun, incluso, cuando explota la doble vida de Javier (Juan Gil Navarro), que pone a Inés (Jorgelina Aruzzi) y Florencia (Manuela Pal), ambas con un hijo, frente a frente. Ya lo vimos con el famoso motorhome (que tuvo a Pampita Ardohain, La China Suárez y Vicuña como protagonistas), cuando cualquier situación de infidelidad masculina "borra" virtualmente al varón y sitúa a un par de mujeres en una contienda ridícula en la que las dos son perdedoras. En este caso, después de un primer momento de reacciones ante lo inesperado, ambas engañadas se unen en pos del bienestar común. La idea de sororidad, presente.

      En los varones, paralelamente, se muestra también su "lado B". La construcción no se agota en el "macho fachero, canchero y proveedor" o en el príncipe de cuento que hay que conquistar. Un ejemplo es Gastón (Juan Minujín), abogado separado que muestra debilidades, inseguridades y preocupaciones, ya sea con los hijos, como con su ¿ex? mujer y las nuevas que conoce. No aparece como un varón unidimensional, sino un hombre con claroscuros, que le aportan riqueza al personaje.

      Las protagonistas de 100 días para enamorarse.Las protagonistas de 100 días para enamorarse.

      Un programa "de" o "con" mujeres en pantalla no es sinónimo de que éste contemple una perspectiva de género -como sucedió en el pasado reciente-. Las complejidades que muestran Laura y Antonia -dos protagonistas que necesitan anteojos para leer los mensajes de Tinder- no son nuevas, pero que la tele empiece a mostrarlas ayuda a construir una narrativa diferente.


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      Sobre la firma

      Sabrina Díaz Virzi
      Sabrina Díaz Virzi

      sdiazvirzi@clarin.com