No puede ser más precisa la tapa de La sierva, la novela de Andrés Rivera (1928-2016). La ilustra el cuadro El despertar de la criada, que Eduardo Sívori pintó en 1887. La mujer, dice el título, es una criada. La criada está desnuda.
La novela cuenta el vínculo entre Lucrecia, sirvienta, y el juez Saúl Bedoya, en la segunda mitad del siglo XIX. Ella tiene algo que ver con un asesinato; él está a cargo de la causa. Ella podría ir presa pero sigue libre. La moneda de pago de ese favor serán caprichos sexuales.
Mirá también
Una pareja clásica, sexo y poder, jugará una sinuosa partida en este libro, uno de los más excitantes de la literatura contemporánea. “Montame”, pide él. “Desnudate”, dice ella. Y entonces “busqué unas espuelas y una fusta. Y lo monté. Me afirmé sobre su lomo, le clavé una mano en el pelo y le di con la fusta en grupa y lo taloneé”.
¿Qué cosas se juegan en el encuentro de los cuerpos? Una novela para darle muchas vueltas al tema.
Sobre la firma
Newsletter Clarín