15 destinos que enamoran

Cada 14 de febrero se celebra el Día de los Enamorados en gran parte del mundo y, aunque en esta fecha se disparan las reservas en restaurantes y las ventas de tarjetas, chocolates, flores y joyas, se cree que el origen de esta tradición se remonta al siglo III del Imperio Romano. Cuando Claudio II prohibió los matrimonios entre jóvenes –los mejores soldados– el sacerdote San Valentín desafió al emperador casando a las parejas en secreto, siendo martirizado y luego ejecutado un 14 de febrero. Más allá de las distintas versiones históricas y leyendas, el Día de San Valentín se ha convertido en una buena excusa para festejar el amor. En esa sintonía, en Viajes elegimos 15 destinos románticos ideales para visitar en pareja y a lo largo del año, con las tendencias que brindaron los operadores turísticos.

Mientras en Despegar.com se advierte una creciente búsqueda de sitios tranquilos, en Avantrip.com responden “¡todo el planeta!”, al recomendar lugares para viajar de a dos. Luego enumeran: “Buzios es un clásico de las lunas de miel. Colonia es cálida y seductora con sus callejuelas de adoquines iluminadas por faroles. Cancún y Aruba tienen playas hermosas. Y en Europa son románticas las islas de Grecia, Escocia y París. Para exóticos están Tailandia y la Polinesia Francesa”.

No sorprende que vuelva a surgir París, esta vez en el listado de Hoteles.com. Comparte el podio con Nueva York, Río de Janeiro, la Ruta del Vino de Mendoza y Buenos Aires, muy elegida por turistas del interior del país y los extranjeros.

Según Almundo.com, la revelación del Caribe es Samaná y Río San Juan, en República Dominicana. “Tienen un gran atractivo natural –se afirma– y se resisten al turismo de masas. No sólo se disfrutan las comodidades de un all inclusive sino la cultura, gastronomía y tours”. 

Turismocity elige los pueblos salteños de los Valles Calchaquíes y la Patagonia argentina, por la belleza de sus paisajes y los circuitos gastronómicos.

Si bien la plataforma Airbnb da cuenta de la existencia de más de 2 millones de escenarios románticos en el mundo, revela un dato curioso: los viajeros tienden a postergar más sus reservas para San Valentín que para otras fechas clave, como Año Nuevo o Navidad. “¿Tu pareja tiene fobia al compromiso?”, se preguntan, ya que “en 2015 el 75% de las personas que hizo una escapada para San Valentín lo decidió con menos de 45 días de anticipación”. Quizá, antes de ese margen temporal la mayoría no estaba segura. Eso sí, una vez tomada la decisión, la opción más elegida este año es la Casa de Julieta, en Verona. La ciudad de Italia resultó ser un 95% más popular en el Día de los Enamorados. Después de todo, y como oportunamente se lamentó Romeo: “¡Se burla de las llagas el que nunca recibió una herida!”.

Río de Janeiro
Mantiene su mística. Con su orla en blanco y negro junto a las playas del sur y los morros como telón de fondo, Río de Janeiro es la gran postal de Brasil. Es un placer caminar desde Copacabana hasta Ipanema y Leblon, donde hay una seguidilla de restaurantes, bares y tiendas. Por la noche sigue vigente el barrio de Lapa, algo bohemio –como el barrio de Santa Teresa–, que comienza cuando se atraviesan los históricos Arcos. Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2012, Río tiene íconos indiscutidos: el Pan de Azúcar, las montañas del Parque Nacional Tijuca, el Corcovado y el Cristo Redentor. Próxima sede de los Juegos Olímpicos 2016, Río apura los preparativos para recibir turistas de todo el mundo. Además de contar con el sambódromo del Carnaval, la moderna Catedral, el estadio Maracaná y la bahía de Botafogo, la ciudad maravillosa guarda un secreto a voces, ideal para parejas: las playas de Barra de Tijuca. Cercanas a Río, se encuentran Ilha Grande –la más extensa de Angra dos Reis–, la bella Ilhabela y un clásico de las lunas de miel llamado Buzios, cuyos orígenes fueron marcados por el romance de Brigitte Bardot y su novio brasileño en 1964.

En el Nordeste, Praia do Forte, Costa do Sauípe, Imbassaí, Maragogi, Porto de Galinhas y Pipa son también algunas de las tantas playas brasileñas para visitar con una buena compañía.

Riviera Nayarit
Sol, arena y tradiciones mexicanas laten en Puerto Vallarta, que atrae a los amantes a pasear por aquellas playas que lograron enamorar a la pareja de Richard Burton y Elizabeth Taylor en la película “La noche de la iguana”. Es que esta ciudad de Jalisco despierta pasiones con sus playas doradas, montañas y selvas. 

En el Malecón, las parejas pueden pasear sobre los adoquines de la peatonal y disfrutar de los diseños artísticos realizados con piedras de colores. Los testigos del recorrido serán siempre el océano Pacífico y las esculturas de arena. Al caer el sol hay mojitos mentolados y la Plaza de Armas se llena de música. De noviembre a mayo, la ciudad goza de una temporada soleada y seca con días que se mantienen entre los 27° y 30° y en las noches las temperaturas bajan a los 16° y 18°. Comparte la misma latitud que Hawaii y está en el centro de los 42 kilómetros que recorre de punta a punta la Bahía de Banderas, con el río Ameca como frontera natural con el estado de Nayarit, delimitando uno de los nuevos puntos turísticos favoritos: la Riviera Nayarit. El río Cuale divide Puerto Vallarta y en el sur se encuentra la “zona romántica”, donde la Playa los Muertos atrae con sus bares y playas. También se destacan los pueblos costeros de Boca de Tomatlán y Mismaloya. Y al norte del rio, la Ciudad Antigua se pierde cuesta arriba hasta llegar a Gringo Gulch y la Plaza de Armas.

Hawaii
¡Aloha! Tragos durante la puesta del sol, paseos embarcados para contemplar la fauna marina, centros de compras, vida nocturna y surf en la famosa Costa Norte. Todo ello se concentra en Waikiki, el clásico destino de Oahu, donde también se visita el monumento que recuerda el ataque sobre Pearl Harbor en 1941. Al norte, de todas las islas de Hawaii, Kauai es la más antigua y se puede revivir lo que sintieron los primeros habitantes al contratar un bote o remar en kayak por el Pacífico entre los imponentes acantilados de la Costa de Napali (para otra perspectiva hay tours en helicóptero). Se destacan el Cañón de Waimea, la Costa Coconut, el río Wailua y la playa Poipu, considerada una las mejores de Estados Unidos. Desde la isla Maui, el Parque Nacional Haleakala propone trekkings, mountain bike y la observación de las vecinas islas de Hawaii, Lanai, Molokai y Ohau. Con sus aguas cristalinas, la vegetación tupida y los volcanes, Hawaii logra el equilibro entre aventura y romanticismo.

Las Bahamas
¿Dónde hay ron, cigarros y playas de folleto turístico, pero no es el Caribe? En Las Bahamas, un archipiélago de más de 2.000 cayos y 700 islas, de las cuales sólo hay unas 20 habitadas en las aguas cálidas del Atlántico. Con numerosas cadenas hoteleras, es uno de los sitios preferidos por los norteamericanos (en las islas se habla en inglés y están tan cerca que muchos arriban en sus yates o en cruceros desde el estado de Florida). Si bien Cristóbal Colón llegó en 1492 a Guanahani –rebautizada como San Salvador–, Las Bahamas fueron una colonia británica desde 1647 hasta 1973, cuando alcanzaron su independencia en la Mancomunidad de Naciones. Andros es la isla más grande, pero New Providence es la más poblada y turística, con la capital Nassau unida por dos puentes a Paradise (imperdible, el megacomplejo Atlantis). También son muy visitadas Grand Bahama, The Abacos, Harbour, Eleuthera, Bimini y Exuma.

París
L’amour... Bohemia y elegante, París es el escenario perfecto para una historia de película. Como la capital francesa, podría estar atravesada por el río Sena a modo de hilo conductor y encontrarse tendida por puentes de diferentes épocas y estilos, todos únicos y geniales. Nadie se ha cansado de pasear a la vera del Sena ni de caminar por los “Champs-Élysées”, la avenida que conecta el Arco del Triunfo, la Plaza de la Concordia y los Jardines de las Tullerías, cercanos al Museo del Louvre. Desde la “Île de la Cité” (una de las islas naturales con edificios de la talla de la Catedral de Notre Dame, la Sainte Chapelle o la Conciergerie) hasta el Barrio Latino, el Marais, La Defensa o Plaza Vendome. ¿Qué decir de Montmartre y sus callejuelas empinadas? El barrio “de los pintores”, la Basílica del Sagrado Corazón, el Moulin Rouge y “El Muro de los Te quiero” en la plaza de Jehan Rictus está en una colina que desborda de restaurantes. Para compartir un cena y caminar de la mano.

Ciudades imperiales
Se trata de un circuito que une Viena (Austria), Praga (República Checa) y Budapest (Hungría). Tres ciudades que enamoran a sus visitantes y que dan ganas de ir acompañados. Las calles elegantes vienesas con cientos de cafés, la gran oferta musical, los jardines y un pasado imperial palpable en los palacios (Schönbrunn es imperdible), en la capital austríaca todo se disfruta sin apuro. El río Danubio recorre también Budapest, donde se levanta el Puente de las Cadenas. El Parlamento y el Castillo de Buda son los edificios más conocidos, así como Váci Utca y la avenida Andrássy son las calles más importantes, con tiendas, restaurantes y bares. En la misma sintonía, el Puente de Carlos de Praga invita a la contemplación del río Moldava (Vltava, en checo). A un lado, se ven los techos de la Ciudad Vieja (Staré Mesto) y, al otro, la Ciudad Pequeña (Malá Strana) y el Castillo de Praga.

Un tour por Italia
Qué importa si la familia Capuleto vivió en la casona medieval más visitada de Verona. Mucho menos, si la enorme tragedia fue sólo una leyenda que logró inmortalizar la genialidad de William Shakespeare. Al subir al supuesto balcón de Julieta lo único que prima es la necesidad de creer en la historia de amor más grande de todos los tiempos, o quizá, de creer en el amor. A orillas del río Adige y con centros históricos convocantes como la Arena y la Piazza delle Erbe, Verona es considerada como una de las ciudades más románticas del mundo por haber sido el escenario donde Romeo fue “un juguete del destino”. En el Véneto, al norte de Italia, Verona se encuentra a pocos kilómetros de otro laberinto mágico con calles angostas, plazas y palacios, pero rodeados por agua. Se trata de Venecia y sus canales, los puentes emblemáticos y el bullicio de la Piazza San Marco cerca del Palacio Ducal. Tomar un paseo en góndola o un spritz en alguno de los famosos cafés figuran entre los placeres que se disfrutan mucho en pareja. 

Más allá de la eterna Roma y la artística Florencia, si hay una región de Italia para recorrer en plan romántico ésa es la Campania. Y más precisamente, la Costa Amalfitana. Entre viñedos, olivares y limoneros, los días transcurrirán en rutas sinuosas con vistas soñadas y paseos embarcados en el mar Tirreno. De Sorrento a Amalfi, de Ravello a Positano, y finalmente, una visita inolvidable a la isla de Capri. Al sur del golfo de Nápoles, caminar por los Jardines de Augusto, navegar entre los imponentes Farallones e ingresar en bote a la Gruta Azul para contemplar las aguas fosforescentes marcan una bisagra en la vida. Como les ocurrió a Romeo y Julieta, Italia es amor a primera vista.

Islas griegas
Cada isla es un sueño, afirman los operadores de viajes para “vender” Grecia, su cultura, gastronomía y azules infinitos. Como si la tierra de los mitos necesitara del marketing. ¿Quién no fantasea con recorrer esos pueblos blancos sobre rocas bañadas por el mar Egeo? Calles escalonadas, templos en ruinas fundamentales en la historia de la Humanidad, puertos de todos los tamaños, viñedos y olivares, playas doradas o negras. Después de visitar Atenas, la Acrópolis y los museos, viajar a las islas es sumamente inspirador. Y romántico. Sólo 200 islas están habitadas de las más de 3.000 que hay en Grecia. Mykonos ganó fama en los 60 de la mano del jet set internacional, Creta siempre convoca con la leyenda del Minotauro, Santorini ofrece panorámicas impactantes y Corfú tiene los mejores ocasos. Todas son para enamorarse.

Bali
Le dicen “la isla de los dioses”. Situada en Indonesia sobre el océano Índico, es famosa por sus templos (los más emblemáticos son Pura Besakih, Pura Tanah Lot, Pura UluWatu, Ulun Danu y Batur) y las playas que se destacan por sus aguas cristalinas. Con muchos manantiales y densas junglas, Bali forma parte de una cadena –con Java al oeste y Lombok hacia el este–, entre las islas menores de la Sonda y con 140 km de largo y 90 km de ancho. Su clima es tropical y la temperatura promedio es de 30 grados, pero conviene esquivar la estación lluviosa que se prolonga de octubre a marzo. Rodeada por arrecifes de coral, las playas del sur son de arena blanca y las del norte de arena negra, incluyendo algunas con buenas olas para hacer surf. Con infraestructura hotelera que se fusiona con la belleza natural y los pueblos coloridos, Bali resulta fascinante.

Islas ABC
Aruba, Bonaire y Curaçao. Por sus iniciales, se suele llamar a estas pequeñas islas del Caribe Sur como el grupo de “las ABC”. Además de la cercanía entre sí, las Antillas Menores tienen varios puntos en común: tienen temperaturas elevadas durante todo el año, están fuera de la franja de huracanes, reciben miles de cruceristas en sus puertos y los habitantes hablan en papiamento (de todas formas, dominan el inglés, el holandés y el español). Con áreas desérticas, cuevas, abundancia de aloe vera y playas de arena blanca y mar turquesa, Aruba es la isla que cuenta con infraestructura turística y comercial más lujosa, incluyendo tiendas de marcas internacionales, restaurantes, bares y casinos. Uno de los destinos más buscados para casamientos en la playa y lunas de miel.

Polinesia Francesa
Alcanza con googlear “Polinesia Francesa” y ver las fotos de los resorts sobre las aguas turquesas para concluir que no es un destino para viajar solo. Los bungalows de alta gama sobre pilotes, con techo de paja, suelo transparente, deck de madera y piscina son un llamado a la intimidad. Esto es el corazón del lejano Pacífico Sur, con un archipiélago en el que se destaca la isla Tahití y su capital Papeete con mercados pintorescos, danzas típicas y paseos por el puerto. La vecina Bora Bora es una isla volcánica a la que rodea una de las lagunas más lindas del mundo, separada del mar por un arrecife. Junto con Raiatea y Moorea son las islas más famosas y turísticas, contando con hoteles que ofrecen paseos en barco, cenas románticas en la playa y habitaciones con el suelo vidriado, donde se observa la fauna marina. Un mundo fascinante que también se puede contemplar al nadar en las aguas calmas y transparentes, practicar snorkel y hacer buceo entre las barreras de coral. La Polinesia Francesa es una sucesión de rincones exóticos, que propone descansar en armonía con la naturaleza, disfrutando del ocaso en el horizonte oceánico. Hasta el desayuno se convierte en un momento sublime porque llega a bordo de una piragua. Magia pura.

Maldivas
Quienes alguna vez hayan fantaseado con perderse en una isla desierta para alejarse de todo, en Maldivas pueden cumplir el sueño de “La laguna azul” propia. Basta con contratar una excursión en un hotel y llegar en lancha o hidroavión a una isla privada para pasar el día en pareja. Con unos 1.200 islotes coralinos distribuidos en 26 atolones –muchos viven de la pesca, alejados del turismo–, Maldivas tiene 200 islas habitadas y su capital es Malé. En el océano Índico, al sur de la India, el alojamiento más idílico consiste en una villa sobre las aguas, tan claras y cálidas que Maldivas es una de las mecas mundiales del buceo. Por lo demás, sólo habrá que alternar entre la playa, la piscina y el jacuzzi.

Bariloche y La Angostura
La Patagonia argentina cambia los colores de sus postales según la estación. Siempre acogedores, los paisajes ocres del otoño en San Carlos de Bariloche (Río Negro) se tornan amarillos por sus retamas hacia noviembre y blanquecinos cuando empiezan los meses de frío y la temporada de esquí en el Cerro Catedral. Los días de invierno son quizá los preferidos por las parejas que buscan refugio en una cabaña de madera con hogar a leña. Pero también son ideales para compartir con alguien especial las jornadas estivales en Playa Bonita junto al Nahuel Huapi, pasear por el Circuito Chico (desde el Centro Cívico hasta el Llao Llao), navegar los lagos Frías o Mascardi, visitar la isla Victoria y el Parque Nacional Arrayanes (Neuquén) y recorrer el Circuito de los Siete Lagos, incluyendo las cercanas Villa La Angostura, San Martín de los Andes y Villa Traful. Para parejas aventureras hay opciones de escalada, rappel, trekking y mountain bike en toda la Patagonia. Y para degustar sin prisa, el circuito gastronómico incluye ahumados, truchas, frutos rojos, chocolates y cervezas artesanales. Afrodisíaco.

La Ruta del Vino
Además de sus paisajes majestuosos enmarcados por la Cordillera de los Andes, la provincia de Mendoza es una invitación a los sentidos y la Ruta del Vino –con el malbec como orgullo nacional– ha logrado posicionarse en el mercado internacional del enoturismo. Entre montañas y viñedos, muchas parejas se inclinan por una experiencia sibarita de lujo y no se arrepienten jamás. La visita a distintas bodegas para conocer los procesos de cosecha y elaboración de los vinos, las degustaciones en las cavas y el maridaje con los platos más exquisitos de la gastronomía regional suelen combinarse con cabalgatas en contacto con el mundo de la vitivinicultura y hasta alojamiento en bodegas con excelentes servicios. Desde Luján de Cuyo, Maipú, Guaymallén y Godoy Cruz hasta San Rafael o el Valle de Uco, cada región tiene sus cepas y su encanto único.

Valles Calchaquíes
A tono con la tranquilidad de los habitantes de sus pueblos y caseríos silenciosos, los Valles Calchaquíes proponen una travesía a un ritmo pausado, donde se hagan tantas paradas como las panorámicas demanden. Entre la roca y el cielo, estas grandes depresiones encadenan las provincias de Tucumán, Salta y Catamarca, aunque el corazón calchaquí se encuentra en el tramo salteño. Desde su capital, en la ruta van apareciendo Cerrillos, La Merced, El Carril, Chicoana, Coronel Moldes, el dique Cabra Corral, La Viña, Guachipas, Alemanía, la Quebrada de las Conchas, la Garganta del Diablo, y claro, Cafayate. Se sugiere dormir allí, en la tierra donde abundan el sol y el buen vino. Luego vendrán San Carlos, Angastaco, la Quebrada de las Flechas, Molinos, Seclantás... Y Cachi, un pueblo de piedra y silencio.