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      Pierde el virus, pero se venga y contamina a la política

      Pandemias varias. El gobierno busca encerrar a la oposición en la jaula de la virtualidad, una manera elegante de ponerse a tono con el Covid y de evitar el funcionamiento normal del Congreso. Charlas entre porteños y los motivos de las razones de Cristina.

      Pierde el virus, pero se venga y contamina a la políticaPifia. Sergio Massa fracasó en el primer intento de sesiones virtuales en la Cámara de Diputados y recordó algunos tropiezos anteriores del peronismo con empresas de tecnología.

      La política criolla se embutió hasta nuevo aviso en la agenda de la peste. La Argentina le va ganando al virus – baja cantidad de entubados, cantidad de camas disponibles, etc. – pero el bicho contraataca con secuelas institucionales graves. Despierta los demonios autoritarios en los gobiernos débiles e invertebrados, y dispone herramientas para restringir a sus opositores. El oficialismo actúa de manera presencial y busca encerrar a la oposición en la jaula de la virtualidad. El ejemplo más claro es la reticencia del peronismo a habilitar el funcionamiento del Congreso. Simula lo contrario, pero enreda a ese poder en rarezas excepcionales como la negativa a las sesiones presenciales. Seguramente no necesita un Congreso activo; tampoco el destino colectivo depende hoy de ninguna ley, salvo la del presupuesto, que desvela más a los contadores que al público. El impulso es excepcional y alimenta la adicción criolla por gobernar en estado de emergencia permanente. El estudio comparado del CIPPEC, think tank que asesora en esta materia a todos, sobre unos 60 países cuyos congresos se reorganizan, son minoría quienes tienen sólo sesiones virtuales como el Senado local (Finlandia, UE, Luxemburgo, Maldivas, Panamá, Paraguay, Polonia, Rumania, España, Túnez, Tanzania, Venezuela, Inglaterra, Colombia y Chile). La virtualidad clausura todos los debates y marca, desde ya, las relaciones con la oposición que se despliegan bajo los dorados techos de Olivos. Cifra también las disidencias que intentan saltar ese corralito, que es más mental que físico.

      Destinos compartidos

      Por ejemplo, con el pedido de los jefes de los bloques de Juntos por el Cambio para que Sergio Massa convoque a una sesión presencial de Diputados, y que se use ese método hasta que le funcione el internet. Es lo que hacen los congresos de todo el mundo, empezando por el de Estados Unidos. Acá el Doctor Crescenti viste a sus operarios del SAME con un coqueto traje blanco - como el de los espermatozoides del filme de Woody Allen (“Todo lo que usted quería saber del sexo y no se animaba a preguntar”) como el que puede proteger a los legisladores de cualquier inclemencia. La sujeción a la agenda médica cifra también las charlas reservadas y elusivas de Alberto Fernández con Horacio Rodríguez Larreta, de las cuales surgió el alivio de las restricciones a la libre la circulación del público. El futuro político de los dos depende de este padecimiento, a un año del cierre de las listas de candidatos para las PASO de 2021. En el debate entre salud y economía, que se discute en todo el mundo, importan más la estética de superficie - o de las encuestas de opinión - que las verdades de fondo. De ahí el semblanteo entre Alberto y Horacio y el primer acuerdo de esa cita del jueves: que no ocurra de nuevo lo que nos pasó con el anuncio desmentido de que habría recreo en todo el país. Lo pidió el presidente, a quien le cuesta admitir que cometió el error de hacer aquel anuncio sin haberlo negociado antes con los gobernadores.

      La oposición primerea para saltar el corralito

      La reacción de los cuatro grandes - que incluyó una solicitada de desmentida - hirió la figura del presidente, que apareció como desinformado, desatento, desprolijo, llevado por la lengua, temeroso de dar malas noticias. De ahí la concordia de este fin de semana. Como se trata del destino del conjunto, Larreta rindió informe de la decisión al jefe del interbloque opositor de los diputados, Mario Negri, que apareció a mediodía del jueves en el vidriado edificio del gobierno porteño de la calle Uspallata. Un alarde de política presencial que repitió en la reunión de la bancada por la tarde. El conjunto de los diputados de la UCR empujó para que se pidiera la presencial, después de los patinazos en la sesión de prueba del miércoles. Lo mismo le plantearon a Cristian Ritondo los legisladores del Pro que se reunieron en la tarde de ese mismo jueves, y que terminó con la charla con Massa con Negri, Ritondo y el titular del bloque de la Coalición, Maxi Ferraro. Massa quedó apabullado por la noticias de que el sistema no funcionó; no es responsabilidad de él, pero su afición por la grandilocuencia le cuesta a veces esos bajones. Hay en este debate sobre presenciales y virtuales la sombra de enredos que no son sólo políticos. Es difícil conocer la trama de los proveedores de los sistemas, las pantallas y otros ingenios carísimos que se aplican al nuevo sistema, para reemplazar a los legisladores en el recinto. Las leyendas sobre empresas beneficiadas en anteriores administraciones peronistas en el área informática vuelven a envenenar el ambiente y nadie quiere subirse a ese tren para dar explicaciones.

      El entorno de Olivos, una trama porteña

      El virus concentra su ataque en el AMBA, en donde comparten el gobierno Cambiemos y el peronismo (PBA). Capital es también el distrito de donde viene el presidente, buena parte de sus ministros y quienes lo entornan día y noche. Horacio fue a Olivos con Diego Santilli, y Alberto lo recibió junto a Gustavo Béliz, Santiago Cafiero y Julio Vitobello, hombres del presidente, que también juegan su suerte en esta pelea. El porteñismo de ese núcleo de consejeros encierra al presidente en una trama casi aldeana, de la que participan poco los mandatarios de la envergadura de Juan Schiaretti u Omar Perotti, que administran los grandes distritos del país. Es una elección que se entiende por afinidades electivas. Menos comprensible es que se siente en esa mesa el excandidato chileno Marco Enríquez-Ominami, gerente del grupo de Puebla, que actúa como un puntero local. Por ejemplo, fue uno de los recolectores de firmas entre los economistas locales en apoyo de la negociación de la deuda. Quienes recibían la invitación de este asesor informal se preguntaban cuál es el rol del personaje. Alguno hasta dudó de estampar la firma y lo hizo después de una interconsulta sobre la autenticidad de la gestión. ¿Tan huérfano de amigos está Alberto?, se preguntan quienes no terminan de entender por qué Alberto profesa en los altares del grupo de Puebla, un PAMI de presidentes retirados, salvo él. Uno que conversa de estos temas en Olivos confiesa: "Es el grupo de Puebla el que lo busca a él, el único mandatario en ejercicio que les da lugar, algo que no hace ni Manuel López Obrador. Además Alberto, sentándose en esa mesa, impide que aparezca otro dirigente de por acá que use ese sello". Las fricciones arden cuando se oye en el piso 13° de la cancillería otra definición de otro solitario: Soy canciller de la Argentina, no del grupo Puebla”.

      Cristina, libre por fueros, puede ofender fueros de otros

      EL decreto de Cristina tiene que ser aprobado por los senadores en la primera sesión, y contiene aristas resbaladizas. El artículo 15° dice que "Únicamente podrán ingresar al recinto de la cámara de Senadores las autoridades y el personal afectado al desarrollo de la sesión y expresamente autorizado". Alguien que no es senador, ella, le prohíbe el ingreso al recinto a un senador. ¿Alguno de ellos sentirá que sus fueros son afectados, y reclamará entrar a la fuerza al recinto? Quizás su banca haya sido ya reemplazada por una pantalla, pero lo asiste el derecho como representante del soberano. Cristina está en libertad por los fueros de detención que tiene. ¿Son más fuertes esos fueros que los de algún otro senador, que se anime a plantear una causa por avasallamiento de los propios? Los fueros existen justamente para evitar que la autoridad le impida a un legislador el ejercicio de su función. Si un senador no puede sentarse en la banca, ¿para qué existen los fueros? Por celular podría votar un detenido, en todo caso. Un dilema jurídico para expertos, cuyo planteo debilita la fuerza con la que el peronismo defiende los fueros de su propia gente, como ocurrió con la aforada Cristina en el Senado, y con el desaforado Julio de Vido en Diputados. Hasta ahora no ha aparecido el senador que se anime a quejarse de esta decisión pretoriana. Que no sea una decisión de la comisión de Labor Parlamentaria, con acuerdo de todos los bloques, refuerza el derecho a ejercer los fueros en una protesta que, judicializada, puede quitarle fuerza a las leyes que se voten bajo esas condiciones. Esta vocación por el enredo alimenta la presunción de que en realidad el gobierno no quiere que el Congreso funcione con normalidad: lo ha sacado de la agenda política para ponerlo en la agenda médica. No hay proyectos de importancia, ni nada depende de leyes pendientes. Además, la autorización para este experimento es por 60 días, y en el orden del día de la convocatoria sólo hay DNU´s de Alberto, que tienen todos - menos dos - el apoyo de la oposición. Todo muy decorativo como para arruinarle la salud a nadie.

      Cristina pelea por su prestigio, no por leyes

      Cristina aprovecha, como todos los gobiernos, la oportunidad de mostrar autoridad, o al menos de alardear. Tiene una cuota parte de una coalición con socios odiosos, en realidad adversarios, como Alberto y Massa. Estos llegaron a la cúpula del poder enfrentándola a ella; ella llegó a esa cúpula retrocediendo en sus pretensiones. Mostrar poder y control no es algo que surja de su temperamento, como creen los opinadores que incurren en la distracción de hacer análisis político basándose sobre presunciones de la psicología de los protagonistas. Surge de la necesidad de construir un prestigio que la blinde del acoso de la corporación. De ahí que su blanco es convertir a la política en una trama judicial, con reformas que arrinconan y atemorizan a los jueces - jubilaciones -, y amenazar con proyectos gaseosos como el desbaratamiento de la justicia federal de la CABA. O el retorno a la iniciativa de Democratización de la Justicia, de 2013, que derrumbó la Suprema Corte. La abogada Graciana Peñafort, vocera jurídica de la vicepresidente, relanzó ese impulso, al que no le puso todavía contenido. Habló del renacimiento una reforma judicial, que tiene estado tan gaseoso como el proyecto de impuesto a los ricos, que duerme en coma inducido por el oficialismo.



      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político