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      Modelo Regencia para equilibrar debilidades

      Grietas. Alberto y Massa desconfían de Cristina porque piensan que podría aplicar su señoraje en favor de Máximo. Las piruetas de una ley con destino de tribunales. El poder del peronismo en Diputados tiene nombre y apellido: 129 votos. Francisco en la charla entre Fernández y Biden. Prueba para el liderazgo de Larreta.

      Modelo Regencia para equilibrar debilidadesCristina Fernandez de Kirchner durante la sesión en el Senado en la que se discutió la quita de fondos a la Ciudad de Buenos Aires.

      La regencia es una fórmula imperfecta de gobierno que se justifica por la debilidad de su protagonista. Un regente en una monarquía administra el poder hasta que el infante o la infanta heredera, pueda asumir el trono. El regente es un noble con altos méritos, pero sin los atributos de sangre para ser coronado. Una Cristina de Kirchner – para dar un ejemplo de regencia criolla - no pudo ser ni candidata a presidente, pero tiene la seniority como para ejercer su mando sobre los adolescentes infantes que son Alberto Fernández y Sergio Massa, sus socios en la trifecta presidencial que esta semana cumple un año en el ejercicio del gobierno. Ella tiene las carencias para reinar de un Felipe de Orleans - regente de Luis XV, su sobrino, hasta la mayoría de edad (entre 1715 y 1723), o una María Cristina de Borbón, regente de quien sería Isabel II (entre 1833 y 1840). El trato que les ha dado a los dos en el primer año de gobierno, le hace encarnar la vigilancia de esos dos infantes que hacen intentos de gobernar, pero como ésta no es una monarquía, es esperable que la relación no encuentre una síntesis pacífica. Y menos cuando estos infantes sospechan que ella los puede embutir en una guerra de sucesión para beneficiar a su hijo Máximo. De ahí que la hostilidad gane a todos los protagonistas.

      Un oficialismo de 129 votos, ni uno más

      Hay señales amarillas que le advierten al gobierno los riesgos de ir a una elección competitiva en 2021. Así se justifica, desde la estrategia oficial, el ataque masivo sobre Horacio Rodríguez Larreta, el opositor con más diplomas para encabezar una fórmula presidencial en 2023. De ese Blitkrieg sobre la CABA no debía quedar nadie del peronismo afuera, en el tratamiento de la ley de recorte de los fondos policiales. De la misma manera, los representantes de la oposición debían alinearse en el rechazo de la norma. Eso explica las piruetas para conformarlos, en particular a los cordobeses que reportan a Juan Schiaretti, el gobernador más poderoso del oficialismo. La sesión en la que se aprobó ese recorte se inició con la discusión de un proyecto, pero se terminó aprobando otro, que abre una negociación forzada por 60 días, bajo la tutela de un organismo como el Consejo Federal de Inversiones, que domina el peronismo, y que ya tiene a Larreta en la mira. El destino de esa norma es la justicia, porque el expediente que eligió el oficialismo fue cambiar la ley con tal de lograr los 129 votos que obtuvo. Ni uno más. Eran los necesarios para la aprobación de una norma que afecta fondos y requiere mayoría especial. Si no se modificaba, los legisladores de Córdoba - clave para llegar a los 129 - no la votaban.

      La falacia del clientelismo

      El cambio es tan extravagante como si se hubiera citado a un debate sobre un proyecto aprobado en comisión para cortar el pasto, y se lo cambiase, para lograr los votos, por otro para fabricar escuelas. El propósito no era la salud fiscal, ni la justicia de los decretos de Macri en favor de la ciudad, ni la solidaridad. Era sacarle fondos al distrito cuyo gobierno amenaza al oficialismo en su futuro electoral. La fragilidad del procedimiento hace cuestionable la norma, pero echa luz sobre otra debilidad: la confianza que tienen los políticos en el clientelismo. En este round el peronismo cree que el poder que tiene Juntos por el Cambio desde 2007 en el distrito, depende del dinero con que cuenta. Cuando en realidad ese poder puede explicarse más por la política que por la economía. El clientelismo es una hipótesis que se basa en la creencia de que el público premia con el voto a quien más recursos tiene. Sobran los casos de provincias y municipios con pocos fondos o mal administrados que apoyan a sus gobernantes pese al servicio deplorable que les dan, por falta de plata o por mala gestión, cuando la tienen. Bien simple sería la vida de los políticos si la plata fuera la clave del éxito. Hace falta más eso, mucho más.

      Delicias de la vida legislativa

      El minué de estos cambios en el proyecto es una delicia para observar. Sergio Massa anunció, al comenzar el tratamiento, que habría cambios, con nombre y apellido, porque los explicaría el diputado schiarettista Carlos Gutiérrez y no el informante formal de la iniciativa, Pablo González. "En el entendimiento de que respecto al dictamen de mayoría habrá alguna modificación - avisó -, solicito al señor diputado González que, durante el tratamiento de este asunto, conceda una interrupción al señor diputado Carlos Gutiérrez para explicar dichas modificaciones. Adelante, señor diputado González". Cuando González lo buscó a Gutiérrez para que diera esas explicaciones, este no apareció (participaba de manera remota de la sesión). Debió leerlas él mismo, con ayuda de Carlos Heller, que no era el informante.

      Heller. - Señor presidente: creo que facilitaría el entendimiento si hiciera uso de la palabra el señor diputado Gutiérrez y explicara los cambios. Luego, yo haría un agregado para redondear el concepto. Ya son las 3 y 20 de la madrugada; estamos tratando de ser lo más breves posible e intentando que se entienda lo mejor posible de qué se trata este proyecto. Hago esta sugerencia de una pequeña alteración del orden para explicar las modificaciones que se están introduciendo, y luego yo agregaré algunos conceptos.

      Maxi Ferraro (Juntos por el Cambio): Señor presidente: estamos iniciando la discusión en general del proyecto. Los cambios o sugerencias para el tratamiento en particular deben hacerse en el momento adecuado del debate parlamentario. No tengo inconvenientes si el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda quiere ceder su carácter de miembro informante para que otro diputado informe sobre supuestos cambios que van a venir en una discusión en particular. Pero ahora nos encontramos en la primera etapa, dando el debate de fondo, discutiendo la cuestión general y el objetivo que persigue el oficialismo con esta iniciativa. Entonces, solicito que seamos ordenados en ese sentido. Pido que el diputado Heller no altere el orden del debate, y que en todo caso deje de ser miembro informante y pase a serlo el diputado del oficialismo por Córdoba”.

      Y con todo eso, apenas 129 votos. Eso vale el peronismo en Diputados.

      Desentendimientos con la oposición

      Este manejo de la sesión dinamitó cualquier entendimiento entre Massa y la oposición. Algo que celebra el cristinismo. Mario Negri, jefe del interbloque de Juntos por Cambio, ya ni se saluda con el estadista del Tigre y prefiere mantener diálogo directo con el infante Máximo, valedor de la regenta Cristina. Las horas que van hasta la sesión de la semana que viene, para tratar la despenalización del aborto, la quieren presencial plena. Espacios hay varios disponibles, pero ya Massa desarmó el sistema de pantallas, en una señal de que no hay vuelta atrás hacia el sistema remoto que le fascina a Cristina en el Senado. Tanto que lo prorrogó hasta marzo. El fin de semana recorrieron posibilidades como el CCK o el mini estadio Direct TV Arena, sobre la Panamericana. La presencialidad o la virtualidad está atada al voto de verdes y celestes en torno al aborto: la opción celeste tiene más adeptos entre diputados más viejos y del interior, a quienes les cuesta más llegar a la presencialidad plena. El voto verde, hoy mayoritario en la cámara baja, tiene más seguidores entre los jóvenes de la región metropolitana, que pueden llegar a la sesión caminando. Ese debate de demografía barata y zapatos de goma está detrás de la discusión sobre presencialidad y virtualidad. El regulador de los tiempos es, en el fondo, el Senado. El gobierno quiere coronar el año con una aprobación de la despenalización en la última semana del año, para una feliz Navidad. Pero cuenta porotos con preocupación, porque ha tomado noticia de que hay senadores que en 2018 apoyaron la opción verde, pero que en esta oportunidad pueden llegar a abstenerse. ¿Razones? Darle un disgusto al gobierno y aguarle el fin del año a Alberto. Alberto viene herido por el envión del papa Francisco contra el proyecto, algo que no había ocurrido con Macri cuando el pontífice actuó "a reglamento". Quizás porque sabía que la ley no salía. Esta vez el ariete fue el cura "Pepe" Di Paola, quien en el Congreso hizo una crítica al presidente en términos fuertes: ""sería interesante que nos dijera ante quién se comprometió. A quién le prometió, en tal caso. Al pueblo seguramente no. Al pueblo de la villa menos. Al de las provincias tampoco". En la escala de las amistades, el Papa sigue estando en el top ten del gobierno, algo que comprobó Alberto en el diálogo con Biden. El nuevo presidente de los EE.UU. le contó que organizó el viaje de Francisco a su país y que tuvo oportunidad de compartir muchos diálogos con él. Biden sería "verde" en la Argentina, pero el amigo americano le dijo que Francisco los va a ayudar a los dos. El otro amigo de Biden de por acá es "Cototo" Manzano, José Luis, llamado "Chupete" por algunos. El enlace es el hermano del electo presidente, pero "Cototo" tiene más compromisos con el ala massista del gobierno, que vive en competencia con Alberto y la Regenta.

      Larreta, a prueba de liderazgo nacional

      Estas peripecias siguieron a más de una negociación discreta. La principal fue en las horas previas a la sesión, cuando el gobierno le ofreció a Larreta un acuerdo provisorio. Consistía en suspender por 15 días la sesión y entregarse a una negociación del recorte a la policía, a cambio de retirar las demandas ante la Suprema Corte por el decreto anterior de reducción de la coparticipación. De esos diálogos participaron “Wado” de Pedro, Massa, Cristian Ritondo y Máximo Kirchner. Larreta se negó porque sabía que lo iban a poner en una foto acuerdista para, 15 días más tarde, volverlo a vacunar. La estampa de la intransigencia, algo poco frecuente en su perfil de mansedumbre, le rinde más ante su público. Más ahora cuando la realidad lo somete a nuevas pruebas de liderazgo. Este miércoles hay una cumbre de la mesa del Pro que desanudará novedades en la cúpula. La principal, la exaltación del diputado por Mendoza, Omar de Marchi, como vicepresidente de la cámara en representación del Pro. Ese puesto lo ocupa hoy Álvaro González, una de las espadas de Larreta. El año pasado esa fuerza había negociado que el cargo lo ocuparía Álvaro por un año y que ahora lo sucederá De Marchi, que representa una franja del llamado “Pro federal”, línea que el jefe porteño controla también a través de Emilio Monzó, hoy engarzado en su proyecto. No es el mejor momento para que Larreta rinda una prueba de liderazgo nacional, y menos corriendo a Álvaro de un cargo en donde actúa como un mastín del larretismo. Pero entre esas pruebas figura también cumplir acuerdos internos. De Marchi es de la línea conservadora del Pro, tres veces intendente, mientras que Álvaro es un experimentado boquetero de raigambre peronista. Parece irremplazable y puede ir al gabinete de Larreta en la ciudad si De Marchi es elegido el miércoles como vicepresidente en la sesión preparatoria de renovación de autoridades de la cámara. El mendocino recorrió en la semana todas casillas: logró el aval de Macri y Larreta para su ascenso, se entrevistó con Massa para que no haya sorpresas en la preparatoria. Para el oficialismo es bueno porque pone a prueba las jinetas de Larreta como jefe nacional. Ese recorrido incluyó una cena el martes con más de un veintena de dirigentes del Pro de la línea “federal” entre quienes hubo una decena de diputados nacionales, que ocurrió en el Club Italiano de la calle Alsina, a metros del Congreso.

      Guzmán bajo fuego: la tercera no es la vencida

      Aprendizajes. En diciembre de 2017, Elisa Carrió condicionó un apoyo al cambio en la fórmula de ajuste de las jubilaciones, a que en 2018 el aumento superase a la inflación. Nicolás Dujovne se avino a firmarle un "pagaré" en el cual aseguraba que sería así. Lilita todavía lo está buscando para cobrárselo. El recuerdo de aquel compromiso es el antecedente más fiel de la decisión del Senado de Cristina de Kirchner, de voltearle el proyecto de actualización que ensayó esta vez Martín Guzmán. No habrá pago "a cuenta", y los aumentos serán cuatro veces al año en lugar de dos. La ciencia de los senadores que firman este cambio sin que Cristina muestre la mano, pusieron en crispación el "modo zen" con el cual Guzmán se somete a las esclavitudes de la política. Fue la tercera descalificación a decisiones económicas del ministro, en la construcción del acuerdo con el FMI que le impone el Congreso. La primera fue con aviso, antes de que los senadores publicasen la carta a Kristalina Gueorgieva con críticas por haber hecho macrismo bajo el gobierno anterior. Este cañonazo al FMI se conoció el 16 de noviembre. Pocos días antes, el 12, Guzmán estaba en el palco del Senado que aprobó el proyecto de presupuesto, malogrado por la falta de las planillas de la felicidad. Se levantó de la silla no sólo con el enojo por la chapucería. Fue porque Cristina lo había llamado por señas para que fuese a verla a la oficina de la presidencia de la cámara. En esa charla pudo avisarle que el Senado tenía listo un misil.

      Desautorizaciones

      La segunda andanada fue el 18, dos días más tarde, cuando el Senado introdujo una cláusula que inhibía al Ejecutivo a tomar deuda en dólares con destino a gastos corrientes, y que se metió como agregado sin aviso en pleno tratamiento del proyecto de ley sobre el endeudamiento. La narrativa oficial fue que el ministro había sido sorprendido en su buena fe. Pero mandó a decir que en realidad había hablado con la comisión que preside Carlos Caserio (Presupuesto y Hacienda) y que esa restricción le parecía un aporte. "Tiene lógica, es sano fiscalmente", argumentó Economía. Y agregaron que el texto final había sido pulido por asesores de Guzmán, porque la redacción de los senadores era "imperfecta". Ahora esta tercera mojada de oreja, el cambio de la fórmula de actualización de las jubilaciones, colmó los disgustos de la semana en la oficina de Guzmán. El nuevo proyecto es más caro fiscalmente, y pone al gobierno en sintonía de campaña: no hagamos lo que hizo Macri, que cambió una fórmula que terminó incumpliendo las mejoras, para enojo del padrón que había votado a aquel gobierno. Y que es el mismo al que le vamos a pedir el voto el año que viene. ¿A quién le importa la ortodoxia? A Guzmán desde ya, que ve cada uno de estos pasos como una desautorización de lo que hace su oficina. Sus funcionarios habían pergeñado el sistema junto a Fernanda Raverta (ANSeS) y Claudio Moroni (Trabajo). Al final del día, se trata de un dramón entre ajustadores, porque el toqueteo de la fórmula le permite a Guzmán ahorrarse unos $100 mil millones este año. Los forcejeos son por cuestiones de maquillaje y escenario. Ningún funcionario quiere admitir, jamás, la ley de toda administración: gobernar es ajustar. Y si no te gusta, buscate otro trabajo.

      Las insuficiencias del estilo "zen"

      La bronca completó una semana de hostigamiento político para el ministro. Se movió en la silla, pero no está para dejarla por ahora. Tiene tensiones con Miguel Pesce, que no trabaja, como él, para la academia, y que se justifica con que debe enfrentar sin intermediarios las demandas de financiamiento del Tesoro y la del público que quiere dólares. Según el Central, a Guzmán nadie le impone restricciones cuando dibuja un acuerdo con el FMI. Hace política ante el espejo, mientras acá estamos en la trinchera y silban las balas. Encima le hacen ruido en la línea quienes hablan del FMI fuera de agenda. "No hay que hablar del Fondo", se le quejó a Felipe Solá por sus comentarios sobre Mark Rosen – delegado de los EE. UU. en el FMI. La respuesta de la cancillería fue también de trinchera: con ese modo zen ¿por qué no les avisás a los demás ministros qué tienen que hacer? La dimensión de la espuma que levantaron unas declaraciones de Solá lo explica una sola cosa: que Solá conoce bien qué hablaron Alberto y Joe Biden en la trajinada conversación del lunes pasado. Se equivoca quien saque conclusiones creyendo que Alberto y Guzmán no le contaron en detalle todo lo que conversaron. Esos comentarios los recogieron medios que responden a Olivos. Una charla agria entre el ministro y el canciller en la noche del lunes agitó el follaje de Olivos, en donde albergan los adversarios políticos de Solá, que querrían haber ocupado el cargo, como Gustavo Béliz. El diálogo entre los dos presidentes produjo chirridos en el Patria. Alberto no tiene suerte cuando explica, y lo prueba cuando filtró la frase a Biden: “Quiero trabajar junto a usted para ordenar a América latina y creo que, con el Papa como socio, definitivamente, nos va a ir muy bien”. En el manual del tercerismo eso de "ordenar" al continente de la mano de Estados Unidos evoca doctrinas setentistas, pero del otro lado, como la de las “democracias tuteladas” de aquella funcionaria reaganiana tan amiga de aquel general majestuoso, Jeanne Kirkpatrick, que también quiso ser la regenta de todo un continente.


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      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político