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      El gobierno, victima del distanciamiento social (ya no tiene amigos)

      El gobierno, victima del distanciamiento social (ya no tiene amigos)Votos. El senado le dio media sanción al proyecto de reforma judicial. La vicepresidenta y titular de la Cámara, sostuvo que no era la reforma que ella quería.
      29/08/2020 21:27

      Si hay una comarca en la que se respeta la distancia social es en el gobierno. No se puede quejar de indisciplina. Quizás debería controlarla, porque comienza a ser víctima de esa consigna que ha contagiado su agenda, que divide cada día a los socios de la coalición, y a ésta de la oposición con la que debería concertar soluciones, inviables sin colaboración bipartidaria. La debilidad afecta a los socios del tridente – Alberto, Massa, Cristina -, que derrama testimonios melancólicos de un gobierno que no arranca, y ya tiene problemas típicos de fin de ciclo. Fastidia hacer periodismo sobre los dichos de los políticos - a quienes más bien hay que ver lo que hacen - pero hubo una acumulación de dardos verbales entre los jefes de la coalición gobernante, con el solo objetivo de huir de un nuevo fracaso: el de la nonata reforma judicial. ¿Cómo no va a ocurrir cuando es un empeño del cual participan dos o tres tribus minoritarias del oficialismo, aisladas del resto del peronismo - el partido, los gobernadores, los sindicatos -? El minué de reproches entre Cristina y Alberto es una anécdota. El presidente juega al estanciero con los cargos de los jueces, les cambia la jubilación y ahora intenta cambios por anegamiento de juzgados en todo el país. Se nota que es abogado. Cristina se desmarcó de este intento cuando vio que en Diputados no hay votos para la aprobación. No es la reforma que necesitamos, dice, y asume que lo que quiere es una contrarreforma: desarmar la relojería judicial heredada del anterior gobierno. Hay doctrina y antecedentes de estos movimientos: Macri mandó a discutir el aborto en el Congreso, pero aclaró que no era la reforma necesaria. Le costó un cisma irreparable en sus fuerzas, que se sumó a otras desventuras. No le importó tampoco a Cristina que el gesto emulase el odioso voto no positivo de Julio Cobos - su vice - cuando le dinamitó la 125 a ella que era su presidente.

      El peronismo grande, ajeno a la reforma judicial

      El gobierno paga con estos chirridos el intento de avanzar en proyectos que no comprometen al conjunto del oficialismo. La cúpula oficial está encerrada en los intereses de tres representantes del peronismo chico y el peronismo metropolitano, aislados del peronismo grande, con el que comparten el poder nacional, y al que le deben la fuerza para haber ganado las elecciones de 2019. Son 17 gobernadores que controlan los grandes distritos del interior, que vienen con poder consolidado antes de la existencia del Frente de Todos y que protagonizaron el año pasado un récord de reelecciones. Condicionaron la suerte del peronismo nacional cuando impusieron el veto a Cristina como presidente, pero su agenda no es la que late entre Olivos y el Congreso. Lo prueba el silencio de los mandatarios sobre los proyectos de reforma judicial - la de Alberto, o la contrarreforma cristinista. Suelen participar de largas sesiones de zoom con el presidente y no consta que en alguna de ellas se haya tratado esta iniciativa que el gobierno impone con necesidad y urgencia. Hablan sólo de plata y de coronavirus, pero de justicia, ni una palabra. Hubo canje de votos en el Senado, con creación de juzgados y cámaras en las provincias. Un gobernador más que notable – a quien mantengo en el anonimato porque pueden represaliarlo - me explicó: es cosa de los senadores, es lógico que lo hagan, son intereses locales, pero nunca Alberto nos planteó en ninguna reunión nada especial sobre la reforma judicial. Y eso que en la versión final que se aprobó se crean cerca de un millar de nuevos cargos. A la hora de votar, con tantos cambios negociados, nadie sabía ni cuál será el texto final que irá a morir a Diputados. Ni con eso se quebró la relación de fuerzas en esa cámara: la domina el peronismo por amplia mayoría de bancas, pero la votación quedó 40 a 26. En política, billetera no mata galán, y el peronismo pagó de más, porque no pudo mejorar esa diferencia. Y eso que Juntos por el Cambio tuvo tres ausencias, Juan Carlos Romero – un salteño en España -, la riojana María Clara Vega – enferma - y el cordobés Ernesto Martínez - enojado. Hubiera salido 40 a 29, algo que desmiente la leyenda que fascina al periodismo gorila y tumbero, que imagina que Cristina es una montaña de poder. No le sale bien casi nada y su debilidad es tan grande como la de sus socios Massa y Alberto. Por eso eluden los temas importantes y pierden tiempo en fruslerías con pies de barro.

      El pacto Vidal Negri

      Este lunes tienen hora los dirigentes de Cambiemos para una nueva cumbre virtual. Si hay asistencia perfecta se habrá cumplido la consigna colectiva de quedarse callados ante este desliz de los radicales porteños que visitaron a Alberto en Olivos. (Ojo: Miguel Pichetto faltó al zoom del lunes pasado porque se equivocó la hora – se ha disculpado sobradamente). Los jefes opositores en el Senado, Schiavoni y Luis Naidenhoff, ordenaron con éxito que el tema no se tratase en la reunión del interbloque previa a la sesión del jueves. Si echaban todos su bronca por el zoom, agravarían el desaire de Lousteau. Mejor esperar en silencio a que el tiempo castigue a estos infieles. El miércoles lo discutieron María Eugenia Vidal y Mario Negri, en un face to face por zoom que hay que anotar entre lo más importante de la semana. Esta dupla no suele frecuentarse, pero abre caminos en la interna del oficialismo para el armado de candidaturas en 2021, en las que ella ha asegurado que será candidata a diputada nacional por Buenos Aires. En ese sendero ocupa un lugar central la interna en la UCR, adonde se enfrentan el sector más leal a Cambiemos, que encabeza Maximiliano Abad, y la liga armada por Gustavo Posse con el apoyo de Federico Storani y Lousteau. Una guerra de familia en la que Negri ha optado por los primeros. De ahí el entendimiento con Vidal, que recostará su nominación en ese sector. Ella confía en que juntará a todos. Hasta a Emilio Monzó, que hizo un bloque propio en la legislatura junto a Posse. "Quiero acercarlo a Emilio. Tiene dotes de armador, pero tiene que superar sus diferencias conmigo”, dice. Ese diálogo, que nadie quiere contar con detalles, repasó coincidencias. Vidal se dijo molesta porque algunos dirigentes de la oposición hubieran querido facturar el último banderazo. Si nos hubiéramos quedado fuera, hubiéramos evitado que el gobierno nos señale como enemigos. Partidizamos una pelea entre la sociedad y el gobierno. Esto va para Patricia Bullrich y también para Macri. Adhiere también a la posición de Carrió de no hacer una oposición rabiosa en temas de gestión, pero sí ser inflexibles en las cuestiones institucionales. Ahí es donde hacen las macanas – dijo. En la economía mejor que no nos metamos, es un problema de ellos y nos van a pedir explicaciones. En otra señal a Patricia, dijo no creer que la elección de 2021 ya está ganada. Hay que construir una chance ganadora, y para eso hace falta tiempo. También hay morbo en algunas miradas. Hay quienes creen que la ansiedad de Lousteau por cortarse solo ha sido para levantar el precio de su pertenencia al espacio, ante encuestas que exaltan la popularidad del Secretario de Salud Fernán Quirós. Algunos lo ven como candidato. El oficialismo porteño tiene gran confianza en los candidatos de góndola, eficaces en la urna, pero sin territorio, ni locales ni banda, como han sido Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal o el propio Lousteau. Son frutos exitosos de la democracia popular de mercado. Pero son productos de invernadero. La vida en la góndola es difícil, y lo es aún más la disputa por ubicarse en la punta de la góndola, que es donde compiten las primeras marcas.

      Duhalde, confidente de Alberto

      Es difícil saber si son para tomar más distancia de los propios o para pelearse más con la oposición. O son fruto, como parece, de la torpeza oficial. El martes 18 Alberto recibió a Eduardo Duhalde en Olivos. El visitante le recomendó que hablase con los "líderes legislativos" (frase que usaba cuando era mandatario del que creía era un gobierno parlamentario, algo de razón tenía porque fue presidente por el voto del Congreso) para acordar una reforma judicial conversada. Ahora cuenta Duhalde - que está algo devaluado como declarante - que Alberto le respondió: no hay problema, voy a negociar con el radicalismo de la Capital, voy a hablar con Nosiglia. O sea que le avisó a Duhalde antes que a nadie del encuentro del viernes 21 con el dirigente radical y su apadrinado Martín Lousteau. Debió ser una cita secreta, pero solo los visitantes respetaron el acuerdo. Tanto que Lousteau estuvo el lunes en una cumbre de Juntos por el Cambio - con la participación de Mauricio Macri. Se discutió la estrategia legislativa para rechazar la reforma judicial, y el senador ni abrió la boca. Tampoco le dijo Nosiglia nada a Cornejo, presidente del partido del cual él es secretario general. Tuvo códigos para no decir nada. Tiene más horas de Olivos que el propio Alberto, porque hace décadas que frecuenta ese palacio, con casi todos los presidentes. Nuevo motivo de bronca para Cornejo, que anota esta vil cornificación.

      Alberto Puf, Lousteau puf, Olivos puf

      En síntesis, un episodio anecdótico en una isla marginal del archipiélago del peronismo nacional, con más potencial de daño que de beneficios para nadie. Es otro producto gourmet de la estrategia oficialista: Alberto puf, Lousteau puf, Olivos puf. Un consuelo para el oficialismo es la irritación de los dirigentes opositores al enterarse de ese encuentro por los medios. Ahonda diferencias preexistentes, y pone en remojo la realización de las cumbres remotas de la mesa de conducción. Además, después este episodio de cuernos de Lousteau, ¿quién va a hablar con confianza ante el resto de la mesa de ahora en adelante? No faltan quienes vean al propio Macri como beneficiario de esas crueldades entre amigos, que pueden reforzar su liderazgo ante quienes quieren tomar distancia, dentro de Cambiemos, de su futuro político. Lo podrá conversar esta semana por acá, porque Mauricio tiene previsto regresar de Suiza. "La vida aquí es casi normal, pero también hay que andar todo el tiempo con barbijo", le contó por teléfono a varios corresponsales a quienes les anunció el regreso. Larreta confesó sus dudas en un almuerzo en Uspallata - sede del gobierno - con los senadores Humberto Schiavoni y Esteban Bullrich. No disipó las especulaciones sobre si él fue quien promovió en encuentro con Lousteau, y ya sabía todo antes que Duhalde. Riesgoso, en todo caso, porque resiente su relación con otros sectores de Cambiemos, particularmente con Carrió, clave de su poder en la Capital, y que lo tiene a Lousteau y a su sector como enemigos. El desvelo de Horacio es por mantener a todos juntos, por encima de diferencias insalvables. Trata de convencer a todos los socios que esa mesa - que integran los radicales porteños con la Coalición de Lilita, los posperonistas línea Ritondo-Santilli, los rebeldes de Monzó-Frigerio-Massot, etc.-puede sobrevivir hasta 2013. Depende de la fuerza de su liderazgo, pero antes que nada de que él pueda asegurar un futuro ganador como candidato a presidente en 2023.

      Estuve con el Presidente; lo noté muy mal

      Es anecdótico quien lo contó, porque la publicidad descoloca a todos los protagonistas. A los visitantes seguro, porque fueron engañados en su buena fe de negociadores seriales. La gente de Olivos no es de la que uno quiere encontrarse en un telo. Cuentan todo si les conviene. Es ingenuo pensar que los visitantes pusieron alguna ficha en la estrategia duhaldista de divorciarlo a Alberto de Cristina. En esa relación no hay matrimonio de conveniencia, apenas un amancebamiento político, y de palabra. No cabe el divorcio. A los anfitriones les exhibe su error de equivocarse con quién negociar. Les pidieron que presionasen a sus colegas de la oposición, para dilatar el trámite legislativo, quizás con una nota a Cristina firmada por los bloques, que Lousteau le transmitió a Horacio Rodríguez Larreta. Inviable, porque la mesa de Juntos por el Cambio había pedido en un documento el retiro liso y llano de la iniciativa por inoportuna y tramposa. Acordar algo con Lousteau es no acordar con nadie de peso en la coalición opositora. El senador debe haberlo percibido, porque cuando le contó a Larreta de ese encuentro observó: estuve con el presidente, lo vi mal. Esta explicación ocurrió el martes, cuando Cristina ya se escudaba frente a la derrota en Diputados, con el documento sobre la reforma innecesaria. Remató ese mensaje con la advertencia: estas cosas se discuten en el Congreso, acá, no en Olivos. La reacción del otro lado fue la serie de llamados de Julio Vitobello a dirigentes opositores, con el blanqueo de la cita y pidiendo tiempo para un proyecto más consensuado.

      - Retiren el proyecto.

      - Pero hay que buscar consensos.

      - Empiecen ustedes y saquen el proyecto del Senado.

      - No podemos.

      Esperable, Cristina y Massa se alejan del iceberg

      No hace mucho Olivos buscar alguna salida a ese atascamiento del proyecto de la reforma. Sergio Massa, más callado que nunca, debería aportar los votos para el quórum y la aprobación del proyecto que aprobó el Senado en la madrugada del viernes. Pero desde la última sesión en Diputados, que fue el 4 de agosto, hasta este fin de semana, no había levantado el teléfono para convenir algún acuerdo con la oposición para, por lo menos, renovar el protocolo para las sesiones remotas. No llama ni para saludar a amigos de toda la vida, como Cristian Ritondo. Quienes miran gestos advierten que la luz de su despacho sobre la avenida Rivadavia está apagada la mayoría de los días. Antes lucía hasta altas horas. Se ve desde la calle. Es rápido para desmarcar, como Cristina, de los goles en contra - de paso y hablando de goles en contra, Massa no llamó al grupo de legisladores de la peña barcelonista del Congreso, a quienes siempre invitaba, cuando era diputado, a ver en su despacho los partidos del Barcelona, después del 2-8 ante el Bayern, ni por la salida de Messi. Eso no se hace.

      OM


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      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político