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      Las guerras secretas del 13 de agosto

      Por debajo del marketing de las PASO, se libran “guerras secretas” que determinarán movimientos de fondo. Encuentro de sectores del peronismo y peleas entre gobernadores. 

      Las guerras secretas del 13 de agostoJuan Manuel Urtubey se enfrenta a Juan Schiaretti en la pelea de fondo del peronismo de los gobernadores.

      En el sprint final, la campaña parece un entretenimiento para filatelistas. Como expertos en viñetas de antaño, operadores y protagonistas se devanan sobre especulaciones de resultados, ejercitando el “sentinel behavior”, la conducta del centinela que cree ver el futuro, como dicen los politólogos. Alzan el cuello desde los mangrullos, o ponen la oreja sobre el suelo, para escrutar sobre el resultado de las PASO del próximo domingo. Son víctimas del marketing, un sistema de captura de la voluntad ajena, que se parece a las artes del seductor, perito en “mentiras dichas con sinceridad”, al decir de Alejandro Dolina. Si reparasen en las mareas profundas, pisarían suelo firme. Cualquier número de las encuestas indica que el público ya votó hace rato, y que las diferencias que aflorarán en las PASO del próximo domingo son apenas de detalle y que no le cambiarán la vida a nadie, salvo a los pocos que accederán a puestos públicos. Tanto follaje impide, además, poner la atención en otras guerras secretas que se libran por debajo del marketing y que determinarán movimientos de fondo.

      Guerra secreta I: acuerdistas vs rupturistas

      La primera señal de esa pelea de profundidad, casi en la clandestinidad de la campaña, se percibió el jueves en la casa de Entre Ríos, donde se mostraron juntos los dos sectores del peronismo que creen tener derecho a la vida después del kirchnerismo. El grupo Savoy de gobernadores, que hasta ahora comanda Juan Schiaretti, se sentó junto a Miguel Pichetto, que maneja el otro polo de poder institucional de esa fuerza, el bloque de Senadores. Hubo zalemas y brindis, pero en el fondo fue un llamado al gobierno para negociar después de las elecciones. El casus belli es el reclamo de Buenos Aires de una reposición del Fondo del Conurbano, que si debe liquidarse de manera retroactiva le costaría a la Nación y el resto de las provincias más de $ 48.000 millones. Pichetto argumentó con su lema de la gobernabilidad de idea de vuelta: si la hay para la Nación, la tiene que haber para las provincias. Es la posición que este peronismo le llevará a la Suprema Corte, la que tiene que responder sobre este entuerto y otros, como el tiempo y forma como la Nación le repondrá el stock de lo adeudado a las jurisdicciones por la detracción del 15% para las jubilaciones. Esto según el llamado fallo SanCor – en cabeza de Santa Fe, Córdoba y San Luis- que le regaló la Corte a Mauricio Macri 48 horas después de que ganase el ballotage del 22 de noviembre de 2015. Con ese ánimo conciliador, Pichetto ofreció junto a Ernesto Sanz un Pacto del Bicentenario en enero del año pasado, que entre Macri y Sergio Massa ahogaron en la bañadera. Lo repitió en los mismos términos el viernes, en el panel que compartió en Rosario con otro campeón del acuerdismo, Federico Pinedo, en el congreso de los sembradores (directos) bautizado con la palabra Kairós (oportunidad) como para auspiciar estos saltos de calidad.

      Guerra secreta II: La pelea por la liga de gobernadores

      En esa reunión se manifestó la pelea de fondo del peronismo de los gobernadores, que enfrenta a Schiaretti con Juan Manuel Urtubey, que tuvieron junto a Gustavo Bordet la vocería de esa cita. Entre los dos existe una tensión que resolverán las elecciones de octubre. Quien gane en su provincia se quedará con la conducción del grupo Savoy, llamado así por la sede de sus conspiraciones en la Capital (referencia al hotel y no la licorería, que se nos fue, pero aún nos guía). Quien quede abajo, tendrá que acatar un nuevo cacicazgo, que tendrá el oxígeno para recrear con fuerza la liga de gobernadores y, como prometieron en el asado del jueves, reorganizar al peronismo nacional. Si hay que atenerse a las fantasías de los encuestadores, a Schiaretti le costará mucho que el peronismo de Córdoba gane las legislativas ante Cambiemos. Esa misma mirada dice que a Urtubey no le costará mucho ganar en Salta. En la reunión se habló de un nuevo peronismo, un peronismo “republicano” (lema de autoría de Ramon Puerta, socio de Macri y de Massa en 2015). La disputa es más importante que el resultado electoral, porque el armado del peronismo con Urtubey, una estrella mediática con un distrito chico y socio de Massa no será lo mismo que con Schiaretti, un amigo del macrismo, que tiene detrás el demonio eterno de José Manuel de la Sota, y que gobierna el segundo distrito con mayor cantidad de votos de la Argentina.

      Microcirugías de campaña

      Atento a estas guerras secretas que le pueden cambiar la vida entre 2017 y 2019, el gobierno pone todo para que Schiaretti pierda. La imagen de Macri levanta a la de su candidato a diputado en Córdoba, Héctor Baldassi, y eso lo pone hoy por encima del peronismo. Como es un distrito mágico para Macri (le debe su presidencia más que a Buenos Aires, adonde Julián Domínguez era casi lo mismo que Aníbal Fernández), el presidente eligió Córdoba para cerrar allí este jueves lo que la campaña tiene de nacional. Será un “360°” (un townhall o cabildo, a lo Obama) para que salga por el teléfono y no un Orfeo (gran estadio de Córdoba) como en 2015. Con eso creen que rematan a Schiaretti, que es un peso pesado para hacer política, frente a quien Urtubey es, digamos, un peso wélter junior. Este gesto de ir a esa provincia cumple también el propósito de apartarlo un poco a Macri de Buenos Aires, adonde creyó el gobierno que le plebiscitarían la gestión. ¿Hacía falta tanta altanería? Los “sentinels” del gobierno confían en los pronósticos que dicen que la intención de voto para Massa está clavada en un 15%, porque eso facilita el triunfo de Esteban Bullrich, ya que la migración está clavada entre sus dos fuerzas, lo que pierde uno lo gana el otro. Frente a ellos, los cristinistas confían en que el jefe renovador se acerca al 20% y eso castiga al macrismo porque ya tienen consigo los votos de Randazzo, que tiene fecha de vencimiento este domingo a la noche, cuando esté en la foto junto a Néstor Pitrola.

      Guerra secreta III: el control del pobrerío

      El minimalismo se ha impuesto como moda de la campaña, como si descubrieran los políticos recién ahora el nivel de hartazgo del público. Ninguno de los dos cuarteles hará grandes actos, pero en la semana habrá algo más que parecido a un cierre de campaña. Ocurrirá mañana con el festejo de San Cayetano, símbolo de la religiosidad popular que Francisco ha puesto en órbita desde que es Papa. Durante todo el día las organizaciones de la economía popular recorrerán la Capital entre Liniers y Plaza de Mayo sin consignas electorales y con veda de presencia de políticos. La CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) de Juan Grabois, la Corriente Clasista y Combativa y Barrio de Pie creen que moverán cerca de 100 personas pidiendo por el lema bergogliano de Tierra, Techo y Trabajo. Es una explosión controlada entre esos sellos, el gobierno (ala “Caro” Stanley) y la Iglesia. Han acordado que no haya consignas electorales y que el obispo Mario Poli no se sume a la algarada que pide porque se cumplan los acuerdos para la suelta de los millones de la emergencia social y se termine el censo para la entrega de los certificados de domicilio en las villas. La ley electoral ha previsto en su infinita desprevención que las PASO ocurran cada dos años coincidiendo con San Cayetano, que es una oportunidad ideal para hacer oposición sin compromiso partidario y ahora, encima, bajo el manto sagrado de la protección papal. Clave para la suerte del gobierno en las urnas: nunca podría esperar elogios de este padrón, pero le asegura tranquilidad en la calle. Este movimiento despierta una demografía nueva en la Argentina, que se expresa desde que Francisco es Papa, está desacoplada de los partidos y los gobiernos, y que está recién en el comienzo de su protagonismo.

      Batallón militante de macristas a fiscalizar en Buenos Aires

      Se preguntaban muchos para qué quería el macrismo un juez electoral amigo en La Plata. No hay respuesta unívoca. Juan Manuel Culotta, ex Newman traído de un juzgado de Tres de Febrero, le concedió a Cambiemos de Buenos Aires la venia para que puedan convocar fiscales de mesa de otros distritos. Esa fuerza se dispone a movilizar entre 20 y 25 mil militantes de la Capital Federal que van a ir como fiscales a Buenos Aires. Tanta confianza le tiene el oficialismo al control de las mesas, que el apoderado José Torello (confirmado por la Cámara Electoral como candidato a senador suplente) mandó a presentar el mismo pedido de amparo en los 23 distritos restantes, para mover batallones militantes hacia aquellos distritos en donde la vigilancia con gente propia no es suficiente. En Buenos Aires esta fuerza expedicionaria completará la nacionalización a la que apuesta el oficialismo y en la que se juega hasta lo que no tiene.


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político


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