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      En Buenos Aires agonizan los cines que hicieron historia

      El Grand Splendid se transformará en una librería a inaugurarse en julio. El Los Angeles cierra en abril, según su dueño, a menos que haya acuerdo con el Gobierno de la Ciudad para destinarlo a fines sociales

      Redacción Clarín
      13/03/2000 00:00

      En lo que parece una película ya vista, desaparecen otros dos tradicionales cines porteños, el Grand Splendid y el Los Angeles. La sala del Grand Splendid, ubicada en Santa Fe y Callao desde el año 1919, donde se dieron las primeras películas sonoras y se estrenaron tangos, será una librería de la cadena Yenny. El Los Angeles, que abrió en 1947 y está dedicado al cine infantil desde 1965 en Corrientes y Callao, cerrará en abril salvo que prospere un proyecto de acuerdo con el Gobierno porteño, que integraría esta sala a un circuito de actividades municipales para chicos.Los responsables de ambas salas coinciden en el diagnóstico de la situación: la llegada de los complejos de cine en la década de 1990 y el cambio en las costumbres del público. Mientras tanto, desde la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, el diputado Fernando Finvarb impulsa un proyecto para declarar de interés cultural estos cines. Sin embargo, Finvarb admite que para salvar al Los Angeles el municipio deberá gastar unos cien mil pesos anuales. Y que, en el caso del Grand Splendid, la idea es al menos preservar por contrato las características arquitectónicas de esta sala, la más antigua que hoy tiene Buenos Aires.En la década de 1980 teníamos 400.000 espectadores anuales y ahora no llegamos a 100.000 personas, tenemos 13 empleados y muchos gastos fijos, pero cada vez más gente elige ir a los cines de los shoppings, admite Daniel Peralta, responsable del Los Angeles. Y su par del Grand Splendid, Rabeno Saragusti, asegura que con los multicines esto ya no es negocio. Teníamos 15 empleados y un gasto mensual de más de 35.000 dólares.Aunque hoy en sus puertas el Grand Splendid luce un cartel que anuncia la reapertura en abril, Saragusti confirmó que el 14 de febrero cerró un contrato de alquiler por diez años con la cadena de librerías Yenny, que recientemente compró El Ateneo de la calle Florida y planea instalar aquí una sucursal.Adolfo De Vicenzi, directivo de Yenny, comentó que se invertirán 3.000.000 de pesos para hacer un gran salón de 1.500 metros cuadrados, que abriría en julio. La librería se llamará El Ateneo, tendrá una cafetería, galería de arte en el espacio hoy ocupado por los palcos y un escenario para presentaciones de libros.Saragusti explicó que el contrato realizado con Yenny implica que no se puede tocar nada del interior del cine, ni el escenario, los palcos o los mármoles y otros detalles. Sólo las butacas. De Vicenzi aseguró que lo respetará.Pero más allá de las cifras, con el cierre de estas salas se va una parte de la historia porteña. En el Los Angeles, al menos dos generaciones vieron los grandes éxitos de Walt Disney: Películas como La noche de las narices frías y Blancanieves, que duraban meses en cartel, recuerda Peralta. Y agrega: Nosotros nos modernizamos, en 1993 incorporamos la última tecnología en proyección y sonido, dejando tres salas de 90 butacas y una de 380. Además se instaló una hamburguesería en la planta baja. Siempre hicimos funciones para chicos de barrios humildes. Creo que ahora alguien debería ayudarnos, cerrar sería un duelo.En cuanto al Grand Splendid, el más autorizado para hablar de él sería Max Glücksman (1875-1946), un empresario pionero de la industria discográfica en la Argentina. Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Roberto Firpo y otros grandes tangueros grabaron con él por primera vez.En 1919 Glücksman hizo construir el Grand Splendid como una catedral del cine y el teatro: 4 hileras de palcos con 550 butacas, una platea para 500 personas, refrigeración y calefacción, techo corredizo y una cúpula decorada por el pintor Orlandi con alegorías pacifistas, por el fin de la Primera Guerra. Allí se estrenaron películas argentinas mudas como Juan Sin Ropa. Y la primera sonora importada, La divina dama, con Corinne Griffith.Desde 1924 Glücksman organizó en esta sala concursos anuales de tangos, que luego grababa en su sello El Nacional Odeón. Allí los espectadores consagraron títulos como Sentimiento gaucho y Organito de la tarde, entre otros. Firpo le dedicó un tango, Grand Splendid, en 1927.


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