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      Caos, caudillos, votos cantados: el siglo XIX según Hilda Sabato y Marcela Ternavasio

      Pensar el siglo XIX y sus tópicos merecen una nueva lectura. Las historiadoras proponen revisarlo en un trabajo colectivo para entender qué sucedió en el país tras el estallido del orden colonial.

      Caos, caudillos, votos cantados: el siglo XIX según Hilda Sabato y Marcela TernavasioHilda Sabato y Marcela Ternavasio propone revisar qué sucedió en el país tras el estallido del orden colonial.. Obra de Leonie Matthis.
      15/01/2021 15:49

      A contrapelo de muchos discursos que consideran al siglo XIX en la Argentina como una larga época punteada por el desorden y la falta de democracia, o como una centuria que contiene las claves inmediatas para entender lo que sucedió en el siglo XX, las doctoras en Historia Hilda Sabato y Marcela Ternavasio coordinaron el libro Variaciones de la república. La política en la Argentina del siglo XIX (Prohistoria ediciones), que desmadeja nudos sobre la participación ciudadana, la relación entre gobernantes y gobernados, el rosismo, la formas de movilización popular y la cuestión electoral. La obra colectiva es el resultado del trabajo de dos equipos de investigación (uno de la Universidad Nacional de Rosario y otro de la Universidad de Buenos Aires) y lleva en su portada una foto de 1893 publicada en el diario La Capital, de militantes radicales que participaron de la Revolución de ese año. Vía Zoom, Ñ dialogó con Sabato –afincada en Buenos y Aires– y Ternavasio –que vive en Rosario–, sobre los nuevos hilos de interpretación de esa etapa que se abre con el estallido del orden colonial.

      La historiadora Hilda Sábato Recibió el Premio Alexander Von Humboldt a la trayectoria, en 2012. Foto: Luciano Thieberger.La historiadora Hilda Sábato Recibió el Premio Alexander Von Humboldt a la trayectoria, en 2012. Foto: Luciano Thieberger.

      –¿Cómo pensaron este trabajo desde el punto de vista conceptual?

      –Ternavasio: Como intitula Hilda a un libro suyo que se está traduciendo, El experimento latinoamericano, esto fue un experimento, integrado por dos equipos, uno especializado en la primera mitad del siglo XIX y otro en la segunda mitad. Un objetivo metodológico fue coordinar una mirada que tomara al siglo XIX y que el objeto de reflexión fuera el experimento republicano en ese largo continuum que va del Río de la Plata hasta la conformación de la República Argentina y las distintas formas que va a adoptando la república. Lo que tratamos fue pensar al siglo XIX no como un prólogo necesario al siglo XX, no como una antesala. Es habitual que en los análisis sobre el siglo XX se utilice como insumo al siglo XIX, más de data que de interpretación. Pero ese siglo XIX no estaba necesariamente preanunciando lo que sucedió en el siglo XX. Es obvio que hay continuidades pero el siglo XX es otra cosa.

      –Sabato: El punto de partida del libro es relativamente sencillo para pensar en las transformaciones políticas de un espacio que a principios del siglo XIX rompe su dependencia del imperio español y por lo tanto crea una soberanía propia y además redefine la manera de pensar el poder. Es fundamental la ruptura en cuanto a las maneras pensar el poder y a cómo construir la autoridad. Nuestra hipótesis que guía al libro es que ahí se produce un cambio político radical. En cuanto al punto de llegada, es más confuso el problema: el punto de partida es la opción por la soberanía popular pero se podría decir que no hay nada a fin del siglo XIX que interrumpa la república. En realidad, el libro termina a principios del XX. No porque sea lindo decir que el libro va de 1810 a 1910 sino porque hacia fines del siglo XIX muchos de los rasgos del sistema político que habían ido tomando forma realizan un giro más pronunciado. Ahí empezaba un cambio importante. El foco de este libro es la vida política, no porque pensemos que la vida política es más importante que otros aspectos de la vida social, pero sí que la vida política es irreductible a las otras dimensiones de la vida social.

      –Señalan en el libro las “concepciones cristalizadas” que aparecen en la actualidad sobre el siglo XIX. ¿Cuáles son las principales?

      –Ternavasio: Una que es un clásico es pensar al XIX como dominado por el caudillismo, por el desorden, y cuando esa anarquía tiene un cauce a partir de la constitucionalización del poder en 1853, la concepción dominante por mucho tiempo fue que la vida política era restringida a las elites, dominada por el fraude y con restricciones a la vida ciudadana. Era común escuchar la idea de voto restringido. Desde el punto de vista legal y formal, ya en 1821 tenemos un sufragio universal, aunque no tuviese ese nombre. Podían votar todos los hombres mayores de 20 años considerados libres. Es un lugar común decir que la Ley Sáenz Peña es la ley del voto universal. No, es la ley de voto obligatorio, secreto, pero el sufragio universal llegó para quedarse en 1821. Al mismo tiempo, nadie negaría la presencia de fuertes caudillos, empezando por Artigas, pero esas formas de ejercicio de poder coexistieron y no pudieron eludir los procesos de institucionalización del poder centrados en la idea de la representación política, en la idea de que todo poder pudiera legitimarse siempre que pasara por una instancia de sufragio.

      –Sabato: Una podría agregar que la otra visión muy difundida es la idea, relacionada con la anarquía y el caos, de que la política era solo hecha por las elites donde el resto de la sociedad estaba completamente al margen y junto con eso aparece la idea de que alguna de estas elites buscaban imponer un sistema ordenado, una operación de un grupo que quería imponer un sistema. Las interpretaciones que admiran a los padres fundadores lo entienden como un proceso que se hace “a pesar de”. Por otro lado, los que los critican dicen que la Argentina “real” está en los sectores que resisten a este sistema. En cualquiera de las dos variantes se presupone que hay una escisión entre quienes llevan adelante el proceso de organización y quienes lo resisten. A lo largo del libro buscamos cuestionar eso.

      Marcela Ternavasio es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires, docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e investigadora independiente de Conicet.Marcela Ternavasio es doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires, docente en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e investigadora independiente de Conicet.

      –Otra idea que recorre el libro es la de que “la movilización del pueblo era fundamental”, algo que también choca con ideas muy consolidadas sobre el siglo XIX.

      –Sabato: Lo que surge desde muy temprano es un terremoto político en el campo de cómo se define el poder. Está la cuestión práctica, porque los poderes legitimados imperialmente crujen, caen, esto produce un vacío de poder y redefine los canales de construcción de autoridad. Esto afectará al resto de los sectores sociales. La guerra lleva, más allá de cualquier voluntad, a la movilización de la población. La movilización de una guerra que lleva más de una década implica una movilización de gente de toda condición que al mismo tiempo pone en peligro el orden político y social. En ese tránsito empieza un proceso, aparece la idea de soberanía popular, el poder se construye a partir de la propia decisión de los hombres: esa idea de soberanía popular va a llevar al involucramiento del pueblo en la construcción del poder. Lo que nosotros vemos a lo largo del XIX es que ese puntapié inicial da lugar, con muchas idas y vueltas, a algo que es la incorporación de la población a distintos niveles de la vida política. Y un elemento muy importante que hay que resaltar es el la ciudadanía en armas: esto tiene una tradición larga, pero la idea es que el mejor sistema de defensa de las libertades de una república es la formación de milicias, es decir, cuerpos armados integrados por los propios ciudadanos.Todos los varones adultos debían estar enrolados en el sistema de milicias, hacer ejercicios y pertenecer a un cuerpo. Esa vía de integración, que en general pasa desapercibida como forma de participación política, es un mecanismo fundamental mediante el cual los sectores populares formaban parte de la vida política.

      –En el capítulo que coescribió junto a Micaela Miralles Bianconi, se analiza a la guerra y política durante el “terror rosista”. ¿Cómo han ido variando las miradas sobre Rosas y su relación con lo republicano?

      –Ternavasio: El rosismo, después de su caída, estuvo estigmatizado durante décadas bajo la figura del tirano. No era el dictador, se hablaba del riesgo que representaba la figura del tirano. Cuando comenzaron las primeras revisiones, de Adolfo Saldías en adelante, sobre todo con el revisionismo histórico, esa figura da un giro de 180 grados y es la versión un poco más impuesta, la de un Rosas como líder de un movimiento popular, defensor de los valores nacionalistas porque enfrentó los bloqueos de las potencias extranjeras y, por lo tanto, es emblema del nacionalismo. Estas son dos versiones dicotómicas. En ese sentido, Jorge Myers fue pionero en analizar a Rosas desde una óptica republicana porque él se detiene en la prensa rosista, controlada por Rosas y con una marcha atrás en la libertad y la reimposición de la censura previa. Myers hace una lectura en clave republicana y explica que en el discurso del rosismo hay una exacerbación de la politización del espacio público y, por lo tanto del faccionalismo, para imponer una de esas facciones y considerar a los que se oponían a la Santa Federación bajo el mote de impíos, salvajes e inmundos unitarios. A partir de allí, hay una relectura en clave republicana del rosismo, pero también analizamos cómo Rosas utiliza los elementos de la república moderna inaugurada en Estados Unidos después de su independencia (a fines del siglo XVIII) y, entre los dispositivos, el papel fundamental que tiene el voto. Un voto que se reconfigura no desde el punto de vista legal sino desde la práctica, es decir, Rosas mantiene el sufragio universal instaurado por Rivadavia en 1821, para construir un sistema de unanimidad de lista única e instala la lógica plebiscitaria. No hay una experiencia precedente que revele la importancia que tuvo la utilización del plebiscito en Rosas, no para elegirse gobernador, sino para ratificar la suma del poder público, que asume en 1835, delegada por la Legislatura. Hasta Rosas, el Río de la Plata tenía aversión a construir ejecutivos poderosos.


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      –¿Qué formas de agrupación política se encuentran en ese período?

      –Sabato: Es común pensar que los partidos estuvieron siempre o pensar que no hay república o democracia si no existen partidos políticos. En el XIX, no hubo partidos políticos en sentido moderno, lo que no quiere decir que no hubiese formas de organización política. Lo que vemos es cómo cambian esas formas. Otro punto es si es deseable que existan partidos. Los que somos del siglo XX no podíamos pensar la política democrática si no pensábamos en una organización partidaria. Pero el XIX es una etapa sin partidos, donde se consideraba que no era bueno que la gente se agrupara por afinidades políticas de manera permanente para luchar por candidaturas. Uno podía organizarse para discutir políticamente, pero se debía llegar a acuerdos. La política era el lugar de la unión, del acuerdo, el lugar del bien común, donde, en teoría, las partes tienen que unirse. Lo que había eran grupos de interés, pero no en disputa por candidaturas: se organizaban para presionar en la opinión pública. Hay organización política, presión y disputas, peleas con armas inclusive para que gane uno u otro, pero no la idea de un partido organizado que va a representar ciertas ideas a lo largo del tiempo. Por supuesto que no quiere decir que no hubiera opiniones muy fuertes, como federales y unitarios.

      Roque Sáenz Peña, autor de la ley del voto universal | AGNRoque Sáenz Peña, autor de la ley del voto universal | AGN

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      –¿Cuáles son las figuras fundamentales para entender las “variaciones de la república” en el siglo XIX?

      –Ternavasio: Una figura clave es Rivadavia, porque es el que organiza junto con el conocido grupo rivadaviano esa nueva ingeniería política fundada en las famosas reformas de carácter republicano para Buenos Aires, que suponía el sufragio amplio, la ley para limitar el poder ejecutivo, la ley fiscal. Hay una suerte de modernización en esa primera república bonaerense. Cuando regresa de Europa, Rivadavia capta el nuevo clima político, claramente antimonárquico, y construye este formato republicano que tuvo un peso enorme. La segunda figura es Rosas, con quien la forma de concebir la república dará ese giro de 180 grados que mencioné antes por la extraordinaria novedad de esa forma republicana, unanimista y plebiscitaria. Rosas supo, tomando una jerga contemporánea, capitalizar una política agonista, supo entender el rédito político que podría traerle la grieta, esto es construir una lógica política a partir de la sacralización de la Santa Federación y colocar a la oposición en el lugar del enemigo.

      –Sabato: La construcción de la república es de tipo de colectivo. Dicho esto, además de los personajes que menciona Marcela, hubo personas que tuvieron un papel descollante como cabeza de esos procesos. Uno, Urquiza; él es el que puso su peso político para lograr la Constitución de 1853. No es Urquiza quien piensa la Constitución, pero sí es quien permite dictarla y aun con todas las dificultades, es quien empieza a armar la estructura del gobierno nacional. La segunda figura decisiva que se vincula en tándem con Urquiza es Mitre, porque después de la caída de Rosas, da los primeros pasos para crear ese gobierno nacional y además busca las nuevas formas que debía tener la vida política en este contexto post rosista. Es un arquitecto de las formas políticas concretas en que se tramita la vida política. Y el tercero es Juárez Celman porque frente a la tradición, hará cambios fundamentales, como entender que al antagonismo político no es necesario acallarlo sino ponerlo sobre la mesa y diseñar los mecanismos para que se procese de manera institucional. Él dirá: “No vamos a negociar, vamos a confrontar y vamos a ganar”.


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      Sobre la firma

      Alejandro Cánepa