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      Le quebraron una pierna para robarle el celular y se pudo operar gracias a la “gente buena”

      Sin trabajo y sin obra social, Noemí Gómez agradece la ayuda de conocidos y anónimos. Dos meses después del robo, que quedó filmado y se viralizó, le queda una larga recuperación. Y superar el miedo: "No es mala suerte lo que me pasó, es inseguridad".

      Le quebraron una pierna para robarle el celular y se pudo operar gracias a la "gente buena"Noemí Gómez con muletas, en su casa en el barrio de Glew. Para robarle su celular, le fracturaron una pierna hace dos meses. Foto Maxi Failla

      Son 24 los zapatos que quedaron a la espera. Están en cajas y fueron, hace casi dos meses, el rebusque que Noemí Gómez (30) se inventó para tener trabajo. Empezó a ofrecerlo en redes sociales y en eso estaba el 18 de julio cuando dos personas la asaltaron para robarle el celular, su única herramienta laboral. El forcejeo duró segundos pero fueron suficientes: Noemí cayó al suelo y se quebró la pierna en tres partes. Tuvieron que operarla y hace dos meses que no puede caminar.

      "Es desesperante, llega un momento en el que no lo podés superar. Uno piensa, 'Bueno, ya pasó, la gente se olvidó'. Pero no saben lo que es, es tremendo", le dice a Clarín desde su casa de Glew.

      Fue alrededor de las 14 -recuerda- que llegó a la parada y esperó el colectivo durante más de 20 minutos. Como tenía que ir a ver a su primera clienta, no quería llegar tarde, y decidió caminar por la calle Clark hasta la ruta 210, para tomar otra línea y llegar más rápido.

      Iba tranquila pero apurada, conversando con su hermana por teléfono. No llegó a notar el auto que iba despacio junto a ella. Tampoco le llamó la atención que un hombre estuviera buscando una dirección unos metros más adelante.

      Noemí pasó por esa vereda sin saber que su imagen se iba a viralizar. No sospechó todo lo que iba a extrañar esa caminata.

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      Ocurrió en Glew y ahora a la víctima, una mujer, la tienen que operar. El asaltante huyó.

      “A la camioneta (una Chevrolet Spin) ya la había visto en la parada de colectivo, pero pensé que era alguien buscando una dirección, nunca me imaginé... Venía distraída, vi a la persona que estaba ahí parada y no me di cuenta. Pienso que no me agarraron antes porque había gente, justo en esa cuadra no andaba nadie, pero me esperaron como tres cuadras", publicó este diario su relato, al día siguiente.

      Las cámaras registraron el robo, la caída y sus fotos, tendida en el suelo, con la pierna convertida en un zigzag.  Esperó más de una hora que llegara la ambulancia, debajo de la lluvia.

      Sin trabajo, sin obra social y con una larga recuperación por delante, Noemí no sólo esperó esa hora inmersa en "un dolor insoportable" sino que tuvo que esperar otros 15 días hasta que pudieran operarla. "El dolor era una cosa tremenda. El primer día, se acercaban a la cama y yo veía las estrellas", describe.

      Después del ataque la trasladaron al Hospital Lucio Meléndez, de Adrogué, donde le sacaron una radiografía y la enyesaron desde el pie, casi hasta la cadera.

      Totalmente inmovilizada y sin ayuda, la mandaron de regreso a su casa hasta que lograran presentar la documentación necesaria para que la Provincia comprara las prótesis y pudieran operarla.

      "No es que no esperamos, dos semanas estuvimos llamando, preguntado, viendo cómo hacer para que puedan operarla más rápido. Ahí fue cuando fuimos a ver a un traumatólogo particular y nos dijo que había que operarla urgente porque eso se le iba a sellar así y cada vez iba a ser peor. Por suerte lo hicimos", recapitula Abel, el esposo de Noemí.

      Noemí Gomez en su casa el barrio de Glew. "No es mala suerte lo que me pasó, es inseguridad", dice. Foto Maxi FaillaNoemí Gomez en su casa el barrio de Glew. "No es mala suerte lo que me pasó, es inseguridad", dice. Foto Maxi Failla

      Abel trabaja como sodero y tuvo que sacar dos créditos para costear los tratamientos. "Acabo de ir a la farmacia y sólo en remedios gasté siete mil pesos", se angustia.

      Vecinos, amigos y personas anónimas que se solidarizaron con ellos y donaron dinero a una cuenta. Otros les presentaron médicos amigos y así los ayudaron para costear parte del tratamiento.

      El 7 de agosto, a Noemí la operaron. "Por un lado agradezco que me haya pasado a mí y no a alguien querido porque esto no se lo deseo a nadie. Doy gracias que no fue peor, porque podrían haber hecho cualquier cosa. Dentro de todo me topé con gente buena que me ayudó y se pudo hacer más rápido. Si no hubiera sido por eso, todavía estaba esperando los clavos en el hospital", se consuela.

      Es que, además del colapso por la pandemia y las demoras burocráticas, en el centro de salud sólo le detectaron la fractura de tibia y peroné. Pero cuando logró atenderse en una clínica privada con el dinero recolectado, encontraron otra fractura en el tobillo. "En la tomografía salió que tenía otra quebradura. O sea que si seguía esperando, en el hospital me iban a operar de la pierna y cuando abrieran se iban a dar cuenta de lo del tobillo y otra vez iba a tener que esperar esa prótesis porque me pusieron una placa y un tornillo. Pienso que seguiría esperando".

      La atención privada le costó más de 150 mil pesos que pudieron costear entre donaciones, ayuda de personas que habían pasado lo mismo que ella y créditos que tomaron para poder pagarlo.

      Pero todavía queda mucho por delante y esta pareja tiene miedo de que -ahora- los dejen solos. La Municipalidad de Almirante Brown los ayudó brindándoles una persona que acompañó a Noemí en su casa, también con traslados a la clínica en Avellaneda.

      Ella está a cargo de sus dos hijos de 13 y 9 años, por el contexto de la pandemia sus familiares no podían movilizarse para ir a su casa y, sin trabajo, no pueden pagar a alguien que los ayude.

      "Mi mamá tiene 65 años, está dentro de un grupo de riesgo, no puede estar acá y que Abel vaya a trabajar todos los días, está con un montón de gente y es un riesgo. La persona que nos mandó la municipalidad dejó de venir y ahora no sé qué vamos a hacer. Yo estoy todo el día sola con los chicos y no puedo ni ir a comprar, ni cocinar, nada", se preocupa.

      Con muletas. Noemí no puede estar mucho tiempo parada y sufre fuertes dolores.  Foto Maxi FaillaCon muletas. Noemí no puede estar mucho tiempo parada y sufre fuertes dolores. Foto Maxi Failla

      "Ahora con las muletas me puedo parar para ir al baño, al menos, pero no puedo estar parada mucho tiempo porque enseguida se me pone morada la pierna y duele muchísimo. Por suerte mis hijos son grandecitos y, dentro de todo, entienden la situación. La más grande es muy atenta y, si escucha que estoy yendo al baño con muletas, enseguida se despierta. Le da miedo que me caiga. Pero en este momento lo que más nos preocupa es la rehabilitación", confiesa Noemí que antes de la cuarentena trabajaba cuidando chicos en casas particulares.

      Como realizó la operación en el sistema privado, las autoridades pusieron en duda que pueda realizar la rehabilitación en un lugar público. "Me dicen que no saben si me van a aceptar porque, como pude pagar la operación, también puedo pagar la rehabilitación. Y eso lo hicimos con donaciones, ya no podemos seguir endeudándonos".

      Días después de atacar a Noemí, detuvieron a Gabriel Córdoba, hijo de un funcionario del Municipio de Presidente Perón, que sería el dueño del auto. Poco después cayó el autor del forcejeo, en Alejandro Korn. 

      "Yo quiero saber que están detenidos y que no van a salir. ¿Cuánto tiempo van a estar presos? ¿Si no termino la rehabilitación y los liberan?", cuestiona Noemí. "Quiero valerme por mí misma, poder caminar, algo tan simple como eso. Hace dos meses que no me puedo poner ni un pantalón. Y, además de mi recuperación, va a ser muy desafiante para mí volver a salir, porque tengo mucho miedo: no es mala suerte lo que me pasó, es inseguridad".


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      Sobre la firma

      Natalia Iocco

      niocco@clarin.com