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      La Argentina bajo la lupa por la crisis global

      La generala del Hemisferio Sur, Laura Richardson, se sacó foto con Cristina, pero se dijo preocupada por la base china de Neuquén.

      La Argentina bajo la lupa por la crisis globalCristina Fernandez junto a la comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson.

      La crisis mundial parece declarar el fin de la globalización como la conocemos, al globalizar el conflicto. Los alineamientos y desalineamientos ponen bajo escrutinio a los políticos locales, que no dan abasto en sus agendas para atender visitantes. Vienen a auditar las percepciones de quienes tienen o pueden llegar a tener el poder. El examen lo aprueban, pero con observaciones.

      La generala del Hemisferio Sur, Laura Richardson, se sacó foto con Cristina, pero se dijo preocupada por la base china de Neuquén, administrada en secreto desde Beijing. Mitigó así los besos y abrazos que cruzaron como " aliados estratégicos" que somos.

      En otra visita pastoral, un grupo de visitantes del IRI -Instituto Internacional del Partido Republicano de los Estados Unidos- vino con el propósito de conocer a tres dirigentes: Macri, Cristina y Milei.

      Scott Mastic y Tony Garrastazu -de la cúpula del Partido Republicano- estuvieron con Macri, que venía de almorzar en la Florida con Donald Trump.

      Esperaban alguna firmeza del expresidente ante la injerencia de China en la región. No advirtieron diferencias con la neutralidad ante el peligro amarillo –como se decía en los tiempos de la incorrección léxica- que Richardson había advertido en Cristina.

      Aquí les tuvieron que explicar que durante años el representante de los negocios chinos por estas costas fue Franco Macri. No aclararon mucho más en la visita que le hicieron en Lanús a Néstor Grindetti, intendente y, ojo, candidato a gobernador.

      Los republicanos itinerantes fracasaron en entrevistarse con Cristina, que los derivó a una cita con Oscar Parrilli, un gesto que se entiende bien acá pero no desde afuera. Más cuando el senador les levantó un pliego de quejas por la política exterior del "socio estratégico". Tampoco cuando, desde el gobierno, los sentaron con funcionarios de Silvina Batakis, secretaria de provincias. Se quedan este fin de semana para cumplir con el tercer deseo, conocerlo a Milei.

      Aprendizajes y desaprendizajes

      Alfonsín se preciaba de haber sido mejor expresidente que presidente. La desgracia del oficio es que no hay escuela que lo enseñe. Ejercerlo es un aprendizaje y cuando se pueden aplicar las lecciones, ya hay que ir dejándolo.

      Mauricio Macri, prendado de la idea del "primer tiempo", lo conversó con Emmanuel Macron: el único día que podés festejar siendo presidente es cuando ganás las elecciones.

      Jorge Triaca, Gerardo Morales, Maxi Ferraro y otros dirigentes de Juntos.Jorge Triaca, Gerardo Morales, Maxi Ferraro y otros dirigentes de Juntos.

      Desde ese día todo es penuria. "Es difícil ejercer el poder en Occidente”, es la lección que transmite Mauricio en charlas privadas: “la sociedad te da todo el poder, pero cuando lo tenés, empieza a recortártelo".

      De estas lecciones él ha hablado con otro modelo de desmoronamiento de poder, Sebastián Piñera. Como en política no se desaprende, Mauricio halaga a quienes creen que él ya aprendió, cuando les dice no ha descartado ser candidato a otro mandato.

      También cuando escucha a otros exmandatarios, a quienes frecuenta en conferencias internacionales de presidentes jubilados, como el Club de Madrid. Es un PAMI con más de 100 expresidentes VIP, que compite en optimismo con otros centro de jubilados, como el Grupo de Puebla. Comparte con ellos un lema no escrito de la política: el que fue, quiere volver a ser.

      A Mauricio le fascina, por ejemplo, escuchar a Miguel Pichetto, que le cuenta lo que vio en un cuarto de siglo en el poder. "Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas", podría decir Pichetto del peronismo, como José Martí de los Estados Unidos: Martí embelleció esa frase, dicha horas antes de su muerte: "y mi honda es la de David".

      El candidato a vice acompañará a Macri el sábado 7 de mayo en el almuerzo en Los Abrojos que le propina a Mario Vargas Llosa, que pasará una semana en el país -la rutina habitual-: Feria del Libro para presentar su ensayo sobre el gran Galdós (devoción de estas columnas) y cena con los conservadores librecambistas de la Fundación Libertad.

      Aprendizajes para un segundo tiempo

      Macri prepara alguna foto de postín para el próximo fin de semana, cuando estará en Paris de Francia. Tiene compromiso con inversores que los junta JP Morgan Global. Se tienta con una aparición con Macron, que se prepara para el "segundo tiempo". No la tiene segura porque a Macron le falta algún protocolo que formalice el comienzo del segundo mandato. Puede ser que ocurra sin aviso previo –salvo éste que tiene el lector ante sus ojos- y quizás absolutamente privada.

      El miércoles, antes de la reunión de la mesa nacional de Cambiemos, Macri almorzó con la embajadora de Francia en la Argentina, Claudia Scherer-Effosse, buena conocedora del país porque ya tuvo destino en Buenos Aires.

      Macri, que tiene parti pris en la guerra de Ucrania, celebró la derrota de Marie Le Pen, valedora de Putin en ese conflicto. Macron señaló en la campaña que su adversaria podía significar una injerencia de Rusia en su país, así como la que pudo tener para que ganase Donald Trump en 2016 en los Estados Unidos.

      En 2019, lo debe recordar Macri, Estados Unidos le advirtió a su gobierno que podía haber una presión de Putin para meter mano en las elecciones que él perdería con los Fernández. Puede estar allí el trasfondo de la opción Sputnik del gobierno argentino en la guerra de las vacunas. Todo se va a saber en el expediente, solía decir el maestro Héctor Masnatta cuando alguien se quejaba de los secretos de Estado.

      El gobierno intenta dibujar el mapa de la batalla

      Macri se quejaba en la reunión de la mesa de Cambiemos que "no somos noticia". Patricia Bullrich completaba: "Nosotros somos el cambio, pero a la gente la arrastra este chico". Respuesta: “Si es así, revisemos qué estamos haciendo nosotros".

      Es indemostrable que la campaña de Javier Milei tenga como respaldo al oficialismo. Pero es demostrable que le sirve al gobierno dibujar, para sus escaramuzas, un mapa en donde Cambiemos es la derecha y ellos la izquierda.

      "Y -dicen estos desde la platea- miran como la derecha se pelea y como se cagan entre ellos". Ayuda el estilo “Pato”, que hace cosas de peronistas en un partido más bien gorila. Lo preside, pero es una cuentapropista que no debe explicarle nada a nadie. Es su activo más sólido; le permitió ser la ministro de más prestigio del gabinete de Macri.

      La burguesía valora a los librepensadores. No tiene comité detrás ante quien rendirle cuenta, es ella sola y su celular, con el que hace política por whatsapp, como hay cantaores por bulería o martinete redoblao (guglee usted, que es curioso).

      Sus posicionamientos prescriben a las 24 horas, en la lógica del terreno que disputa con Milei– el área de cobertura del cable en programas de 2 puntos de rating. También en política, el mundo es ancho y ajeno (título de la obra maestra del peruano Ciro Alegría). Y cierro, para que no se enojen en un partido al que le falta humor: no es Carrió quien quiere, sino quien puede.

      La genética y los objetivos, unen o dividen

      A los socios de Cambiemos los divide la genética y los une un objetivo común. Al Frente de Todos los une la genética, pero los dividen objetivos dispersos. Esa composición propia explica la naturaleza de la batalla que libran unos y otros. El oficialismo es un ejército regular. Su ventaja es que tiene los recursos de quien gobierna. También que el peronismo, como eje de esa coalición, aporta una vértebra que, si no se quiebra, facilita sus chances electorales. No es una vértebra ideológica, sino un método: el peronismo es la fórmula de la burguesía argentina para sindicar la familia del conservadorismo.

      El objetivo es tener el poder, sea cual fuere la agenda y los procedimientos para hacerlo. La oposición que se traduce desde 2015 en Cambiemos, confronta con el objetivo de representar a la otra familia histórica, la que tiene eje en el radicalismo. Esta familia, en los casi 40 años que han transcurrido desde la transición a la democracia, ha mantenido la representación de un 40% del electorado. Le ha permitido ejercer, en estas cuatro décadas, tres veces el gobierno nacional.

      La genética diversificada, y la necesidad de confrontar con un peronismo que ha mantenido el gobierno en la mayoría de los territorios provinciales, lo está forzando a hacer guerra de guerrillas a ese ejército regular. Tiene como ventaja la experiencia: las guerrillas siempre le ganan a los ejércitos regulares.

      La pelea por el liderazgo se libra en oficialismo y oposición

      El esfuerzo principal de los caciques del oficialismo y la oposición se concentra hacia adentro de las coaliciones. Por más que la agenda de superficie los enfrente con sus respectivos adversarios, hacia adentro la pelea es por el liderazgo.

      El PJ y sus socios en el Frente de Todos, y Cambiemos van a una elección muy reñida en 2023. Y saben que, sin liderazgos fuertes en la conducción y sus eventuales candidatos, no podrán ofrecer un programa atractivo a sus electorados para pelear el poder en los territorios.

      Los tres materiales de la construcción política son, efectivamente: 1) liderazgo, 2) programa y 3) territorio. Pero del liderazgo depende que se articulen los otros dos. Liderar no es mandar, sino arbitrar entre la fuerzas que componen las coaliciones. Sin un arbitraje exitoso, se diluyen los otros componentes del velamen electoral.

      Goethe -para echar mano a un clásico del pensamiento- definió mejor que muchos el liderazgo que, según decía sobre Napoleón, hace que el líder sea superior al resto de los hombres. La razón, le explicaba a Johann Eckermann -que recogió sus opiniones en diálogos de lectura inevitable, es que "su atractivo especial consistía en que los hombres estaban ciertos de conseguir sus propios fines bajo su mandato”-.

      Es lo que intentan, en una agenda tumultuosa y confusa, Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Alberto Fernández, Sergio Massa –que festejó el jueves su cumple 50 con una impecable fabricación de prensa-, Juan Schiaretti o Cristina de Kirchner.

      No se les puede atribuir la estatura de Napoleón –tampoco su capacidad para el delirio-. No son Napoleón, pero han elegido hacer el mismo trabajo. Les (nos) guste o no. Quien pueda infiltrar esa seguridad entre sus seguidores, se quedará con la jefatura partidaria y podrá, en todo caso, anotarse en una competencia con final cierto.

      "La naturaleza humana está hecha así. Nadie sirve a otro de buen grado; pero si sabe que con ello se sirve a sí mismo, lo hace con entusiasmo. Napoleón conocía perfectamente a los hombres y sabía sacar el mejor partido de sus debilidades." (Johann Peter Eckermann, Conversaciones con Goethe [1836]).

      Dividir al adversario, táctica compartida

      Esa táctica del oficialismo de alimentar el cisma ajeno no tiene mucha ciencia. Replica a la que desplegó la oposición para ahondar las diferencias de origen de la coalición oficialista. Exaltar la moderación de Alberto frente al extremismo de Cristina ha sido muy eficaz para la oposición, que también goza desde la platea cómo el cristinismo esmerila al ministro de Economía, con la misma acidez como el radicalismo limaba a Juan Sourrouille antes de las elecciones de 1989.

      O como el menemismo intentaba perforar las trincheras de Cavallo hasta su renuncia en 1996. Las dos batallas fueron la antesala de dos derrotas.

      Las diferencias en el peronismo no son nuevas. En los años '70 con Perón en vida, se despachaban a los tiros. Desde 2009 la disidencia interna quebró la unidad y eso le reportó una cadena de derrotas electorales. En 2019, el cisma quedó expresado en la fórmula presidencial. Cristina de Kirchner, jefa del distrito más grande del país, quedó postergada a la vicepresidencia. Pagó en carne propia la decisión del peronismo.

      Bajo este gobierno, se ha despedido de una administración a la que cree condenada a la derrota por la mala gestión de Alberto Fernández. Estas escaramuzas son un capítulo de la pelea por el liderazgo. Los ataques de la oposición a Cristina hacen tambalear su liderazgo. No se ayuda mucho ella cuando profetiza derrotas apocalípticas. ¿Quién querrá acercársele si ella misma dice que el peronismo que la llevó al gobierno está condenado a la derrota?

      Lo decía De la Rúa cuando lo criticaban por no magnificar la herencia recibida de Menem: si vendés Coca-Cola no podés decir que la Coca-Cola es fea. Explota el recurso de exaltar la oportunidad de que Macri sea candidato a presidente en 2023. Lo festeja con el mismo énfasis con el cual Macri, antes, la exhibía a ella como dueña del peronismo, con la ilusión de que la demonización la haría perder. No le funcionó a él. ¿Por qué debería funcionarle a ella? Un terraplanismo estratégico que la conduce a repetir la historia.

      La unidad pendiente en la oposición

      El oficialismo festeja también las inquinas internas que separan a los caciques de la oposición. La semana que comienza puede ser clave para que Gerardo Morales logre completar su hegemonía en la UCR.

      Avanzó algo el miércoles, después de la reunión de la Mesa de Juntos por el Cambio, en la negociación para que los bloques de Diputados del partido se unifiquen. El radicalismo del ala Yacobitti-Lousteau se comprometió a que el bloque de Rodrigo de Loredo, que nunca se unió al mayoritario de Mario Negri, aceptaría la unidad.

      Esa promesa fue a cambio de un reparto de responsabilidades en la cúpula del partido, que permitió que Morales fuera elegido por consenso. Lousteau albergó el miércoles, en sus oficinas de la avenida Rivadavia, una audiencia de conciliación con Morales, a quien acompañaron Ernesto Sanz y Gustavo Valdés.

      Se sentaron enfrente Lousteau, Yacobitti y Daniel Angelici, que reclamaron más tiempo y participación en la integración de la cúpula de la Convención del partido que se reunirá el 27 de mayo. Morales lleva como candidato a presidente al hermanísimo Gastón Manes, prueba de vida de Facundo. Es un compromiso con la dirigencia del partido de Buenos Aires, uno de los ejes del armado nacional.

      Morales acordó una nueva reunión para la próxima semana, de la que espera surja la unificación de los bloques de diputados. No se engaña: la división beneficia a los disidentes. Les da poder –siendo minoría– para negociar en la cámara ante el oficialismo, y también participar de la mesa de conducción de Juntos por el Cambio.

      Son, además, socios de Larreta en el gobierno porteño, en la administración y también en las candidaturas 2023. Unificarse detrás de Morales es un botín muy valioso. El sector tiene posiciones importantes en Córdoba, de donde son De Loredo y Luis Juez, contradictores de Negri, jefe del bloque mayoritario y que, además, tiene el control del partido en esa provincia. Negri es socio de Morales en esta pelea. Se muestran juntos cuando pueden. Este sábado subirán al escenario de la reunión nacional de la Juventud Radical en La Plata.

      AQ


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político