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      Alberto Fernández rompió con la política

      El discurso presidencial en el Congreso quebró todos los códigos de la política, un negocio creado para acordar, no para pelearse.

      Alberto Fernández rompió con la políticaEl tenso discurso de Alberto Fernández en el Congreso.
      04/03/2023 01:01

      La oposición festeja los efectos del discurso de Alberto Fernández en la Asamblea Legislativa. La rabieta presidencial refuerza la identificación de Juntos por Cambio con el electorado del distrito del banderazo, el de los distritos que más votos aportan – allí ganan en la categoría presidencial, aun perdiendo la general, como en 2019.

      Ese discurso del presidente alimenta el análisis de diván, pero tiene una racionalidad clara: aferrar la unidad del peronismo y convertirse en el vocero del gesto de cohesión interna de hace dos semanas en la reunión en la sede de la calle Matheu. Aquel concilio fue una demostración de que la unidad sigue siendo el valor que pone el oficialismo por encima de las diferencias entre las tribus que lo componen.

      El discurso de Alberto tocó todos los teclados disponibles. Hizo albertismo al mostrase como campeón de la moderación, viró a la exaltación de Cristina de Kirchner como víctima del lawfare y terminó con la andanada contra la Corte. El único cliente de ese discurso es el propio oficialismo, al que Alberto halagó sin restricciones. La consecuencia es el aislamiento del gobierno. Alambrar el espacio para que nadie se escape, aunque ese alambrado impida que nadie entre.

      La política no es para pelearse

      El presidente rompió todos los códigos de la política, un negocio creado para acordar, no para pelearse. Rompió con la política y ahora debe mostrar como ir a unas elecciones sin compromiso con la política con alguna capacidad de competencia.

      La política es un negocio de representación, y el primer escalón de la representación es el acuerdo. Es un viraje respecto del primer tiempo de su presidencia, cuando tuvo la colaboración de la oposición en la sanción de las leyes Guzmán (Emergencias de 2019 y Sustentabilidad de la deuda en 2020), el acuerdo con el FMI y los presupuestos. Sin esa colaboración, que ahora tira por la borda, no hubiera alcanzado ninguna de esas leyes, ni la fuerza para resistir ante las presiones de Cristina de Kirchner.

      Gracias al consentimiento de la oposición en el Congreso pudo sostenerlo a Martín Guzmán en el ministerio y cerrar el acuerdo con el FMI, dos victorias por sobre la vicepresidente que nadie esperaba.

      La oposición hace guerra de guerrillas

      El abroquelamiento del oficialismo en torno al programa de unidad de Matheu plantea un desafío estratégico a la conducción colegiada de Juntos por el Cambio.

      La oposición navega con las reglas de una coalición. Es un convoy de partidos que tienen, cada cual, liderazgos propios, objetivos diferenciados y estrategias distintas. ¿Basta el cuentapropismo optimista de la oposición para vencer a un peronismo unido? ¿Se puede enfrentar desde Cambiemos con guerra de guerrillas al ejército regular del peronismo unido?

      El país necesita recinto

      Por lo pronto, el estado de las fuerzas impide que haya sesiones en el Congreso. La orden de la mesa nacional de Cambiemos es restar el quórum en las Cámaras mientras continúe el juicio a la Suprema Corte.

      ¿Necesitan recinto la oposición y el gobierno, o se van a resignar a no sesionar en el resto del año? El país sí necesita recinto, con una ley de alquileres que crispa a miles de inquilinos con aumentos de más del 100%.

      También lo necesita al campo, que elaboró junto al gobierno un proyecto de ley de agroindustria que ha perdido estado parlamentario después de más de dos años de demoras. Justo cuando más se necesita.

      La sequía ha perforado la economía y ha puesto en emergencia final el plan de Sergio Massa de enancarse en una candidatura, si moderaba los índices de la economía. La sequía le ha llegado al cuello.

      El estallido de Rosario trizó el muro que separa a oficialismo y oposición; han citado para esta semana a un plenario de comisiones para tratar el proyecto de creación de una unidad de fiscales antinarcos en esa ciudad. Aníbal Fernández promete informar el jueves próximo. Puede justificar que asistan todos a escucharlo en la comisión de Seguridad, pero el tumulto puede ser más agrio que la Asamblea.

      La interna peronista contamina al sistema

      La actividad legislativa se basa sobre una nítida frontera entre oficialismo y oposición. Un axioma no escrito del Congreso es que el oficialismo se queda con las leyes y la oposición se queda con el discurso.

      Desde 2019, el oficialismo intenta sacar leyes que finalmente logra con el VAR – como la moratoria previsional del miércoles, que salió por 134 votos – cinco apenas por sobre el quórum – y quiere además quedarse con el discurso opositor.

      El doble juego de mostrarse como oficialismo y oposición a la vez expresa las divisiones internas en el peronismo y las proyecta hacia el conjunto. En el Senado arma bloques a la carta, para quedarse con representantes por la mayoría y una minoría en el Consejo de la Magistratura. Ese ataque que hizo el oficialismo para apoderarse de las minorías en las dos Cámaras fue el comienzo de la guerra que hoy paraliza al Congreso.

      Desde esos intentos, que la Corte ha limitado, la presidenta de la cámara de Diputados ejerce el cargo sin haber sido elegida por el cuerpo. Allí el oficialismo tuvo quórum en la sesión de la moratoria cuando entraron dos legisladores del socialismo de Santa Fe. Cuando escucharon las diatribas de Alberto en la Asamblea, esos dos diputados - Mónica Fein y Enrique Estévez - se retiraron del recinto.

      Massa se disfrazó de espectador

      El estado de fragilidad del Congreso roza la comicidad. En el Senado, el interbloque que preside el radical Alfredo Cornejo ha pasado a ser la primera minoría: sucede en la cámara que preside Cristina, que presume de ser la persona más poderosa del gobierno.

      La cadena de peleas en el peronismo que quiere ser oficialismo y la oposición ha destruido la maquinaria que la trifecta presidencial le había confiado a Cristina. Ha perdido el timón.

      En Diputados, Sergio Massa hizo un ejercicio de bilocación: evitó sentarse en la bandeja de los ministros y apareció como un invitado desde un palco. Magia: ser ministro y a la vez observador desde el palco. Sólo le falta que hable de sí mismo en tercera persona.

      Aprovechó que Cecilia Moreau había citado el jueves a las 9:30, antes de la Asamblea, a los ex presidentes de la Cámara, con el propósito de rendirles un homenaje y entregarles una placa recordatoria por los 40 años de democracia. Llegó la hora y estaba solo Emilio Monzó que, cansado de esperar, se fue a sentar en su banca. Rafael Pascual se había disculpado – baquiano de esos pasillos, elige las batallas, y ese día iban a volar misiles contra los radicales -, Eduardo Fellner estaba con carpeta médica en Jujuy y Alberto Pierri estaba de viaje por España. Al acto, demorado asistieron Massa, Julián Domínguez, Eduardo Camaño y Leopoldo Moreau. Massa se los llevó a Julián y al “Negro” Camaño al palco.

      Malditos celulares

      La oposición no tiene más remedio que insistir en no sesionar porque el juicio a la Corte quedó tambaleando después de la Asamblea. En lo político ese límite lo puso la firmeza con la que los dos jueces presentes, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, se aguantaron la tormenta verbal. Cuando se sentaron a escuchar a Alberto ya sabían qué iba a decir.

      Antes se comenzar la sesión se había distribuido el pen drive con el texto del discurso. Se sentaron con el ánimo de que cuanto más los insultasen mejor para ellos, porque quien ataca de esa manera habla de sí mismo y no de la víctima. La bancas de la oposición se mantuvieron también firmes, salvo excepciones, siguiendo esa misma conducta.

      Pese a que las cámaras de la TV oficial los enfocaban esperando algún gesto de debilidad. Los sometieron a un implacable “Zapruder”, para recordar el examen cuadro a cuadro que se hizo sobre el filme que registró el asesinato de Kennedy en Dallas.

      El ex secretario de la Corte Cristian Abritta, testigo ante la comisión de Juicio Político, midió con ironía la talla del proceso. Dijo que todo pasaba por usar celular. "- Yo, diputados y diputadas, no uso celular - declaró. Nunca usé ni usaré, con lo cual para mí “grupo de chat” es una especie de OVNI que está descendiendo en este momento en la terraza de este anexo. Así que nunca participé en ninguno. (...) con lo cual todo esto que habría pasado con otras personas a mi jamás me habría ocurrido". Aprendan, giles de movicom.

      El juicio, al borde de la nulidad

      En lo político hay que anotar que la andanada del presidente vació a la comisión de todo el contenido jurídico y técnico que podía. Pasaron pocas horas para que un grupo de diputados, encabezados por Graciela Camaño y el "Topo" Rodríguez, pidieran la nulidad del juicio político.

      Lo hicieron argumentando en torno al artículo 109° de la Constitución, que reglamenta al Poder Judicial. Ese artículo dice: "En ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas".

      El pedido tendrá trámite judicial. La conmoción que produjo la agresividad del presidente en la familia judicial hace más que previsible que la justicia avalará el pedido.

      Schiaretti reaparece: hay una oportunidad

      La posición en la que ha quedado el gobierno ha abierto lo que Juan Schiaretti llamó “una nueva oportunidad” para el peronismo. Abrió el jueves un nuevo tramo de la tercera vía, un camino vecinal que amaga con pasar de ser un engranzado a un afirmado, y quizás una carpeta asfáltica.

      Schiaretti distribuyó fotos del encuentro con Florencio Randazzo y un puñado de dirigentes de la provincia de Buenos Aires que escucharon su manifiesto de lanzamiento en la Casa de Córdoba de la Capital Federal: 1) Voy a ser candidato a presidente para ganar, porque este peronismo que gobierna nos abre una oportunidad. 2) Quiero dejar un hito en la transformación de este peronismo que se ha agotado; 3) Quiero asegurar que Córdoba siga gobernada por el peronismo.

      Sostiene, obviamente, que Martín Llaryora es un buen candidato a gobernador, aunque ve difícil que un partido vaya a elecciones después de gobernar 24 años.

      4) En esa charla repasó la lista de gobernadores que quieren subirse a esa vía pero que permanecen en la colectora hasta que resuelvan las elecciones en sus provincias.

      Nadie va a adelantar apoyos ni rechazos si no puede, al final del proceso, demostrar que tiene poder en su propio distrito. La colectora de gobernadores figura en el inventario del proyecto. Los gobernadores pisan sus territorios llenos de plata.

      Tienen depósitos contracíclicos y eso les permite esperar. Son independientes económicamente, pero aún no lo son en el terreno político. No cortan con el peronismo de Cristina que los puede hacer perder si van juntos y también si se distancian del cristinismo, que puede alimentar fracciones disidentes en sus distritos.

      5) Reclamó la coautoría del cisma en el bloque de Senadores, que protagonizó su esposa Alejandra Vigo con el grupo de los "sin techo" que ahora preside Guillermo Snopek.

      Cordobesadas

      Más calladamente, esta vía se beneficia con las divisiones de la oposición en Córdoba. Una es la puja interna en el radicalismo, en donde coexisten dirigentes de peso nacional como Mario Negri y Luis Juez. Los dos tiene un plomo en el ala.

      Negri es el jefe de la oposición en el Congreso y luce encuestas en las que aparece como el radical mejor rankeado de la oposición y con el diferencial más alto en imagen positiva. Pero padece la división en su partido, que redunda en la separación del radicalismo en dos bloques en la Cámara de Diputados, el mayoritario lo conduce Negri y el disidente lo que maneja Rodrigo de Loredo, del ala lustosista.

      Esta disminución del capital político es un efecto de los acuerdos que cerró Gerardo Morales para ser presidente del Comité Nacional de la UCR. Nunca en su historia el radicalismo había tenido dos bloques en el Congreso, salvo cuando se dividió el partido con el ala intransigente de Arturo Frondizi y el balbinismo de la UCR "del Pueblo" en 1957.

      Esta división paga el control de Morales sobre el partido y que, gracias a eso, haya despejado su candidatura presidencial de la amenaza de competidores como Martín Lousteau y Alfredo Cornejo. El otro factor de división es la injerencia de Mauricio Macri, que ha compartido constituency con el schiarettismo y debe sus grandes elecciones a una división de fuerzas con el PJ de Córdoba.

      Hoy se traduce en la reticencia de Macri para que Juez sea candidato a gobernador, y si lo es, a que sea gobernador. Las inquinas con Juez se hunden en el pasado del senador como funcionario y las diferencias tienen un nombre: Germán Kammerath. Investigue usted, que es periodista.

      Celos en la tercera vía

      La cita con Randazzo era un ajuste de cuentas después de que Schiaretti se exhibiera junto Juan Manuel Urtubey. Randazzo pidió trato de provincia grande y adelantó que él no quiere ser candidato a nada. Pareció repetir la negativa de 2015 a ser candidato a gobernador de Buenos Aire. Se desacató ante Cristina, precipitó una PASO toxica entre Julián y Aníbal que llevó al peronismo a la derrota.

      Randazzo llevó a una veintena de peronistas de Buenos Aires, de diversa extracción, algunos vetero-duhaldista como Ángel Abasto y Chicho Basile, y a otros migrantes del cristinismo. Entre ellos la ex camporista Rocío Giaccone, ex diputada provincial por Junín, Martín Palma, Ariel Franetovich, Alfredo César "Tati" Meckievi y otros.

      Quien no mueve es Graciela Camaño, quien termina este año otro mandato como diputada – es la que más tiempo ha estado en la cámara en su historia. Respira el mismo aire que este grupo de la tercera vía, pero espera a las elecciones en Córdoba para hablar. Si Schiaretti gana, lo hará. “Tengo en mi haber 32 discursos presidenciales; nunca le escuché decir a un presidente, antes, las cosas que dijo Alberto” – sancionó. Lo hizo para transmitir que no está convencida de seguir en la banca.

      AQ​


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político