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      La fantasía de dar vuelta al país

      La ausencia de liderazgos atraviesa a los protagonistas de este proceso electoral.

      La fantasía de dar vuelta al paísPatricia Bullrich en campaña en Expoagro 2023 Foto: JUAN JOSE GARCIA
      11/03/2023 09:05

      Como la Argentina es un país polarizado (así es la política en todo el mundo), hay que mirar las estrategias de las dos coaliciones como esfuerzos de fidelización. Ese público con el que los partidos y los candidatos ya cuentan ¿quiere los cambios apocalípticos que les atizan las publicidades? Un país de voto estable, seguramente lo que pide es futuro y gobernabilidad más que cataclismos y programas de electroshock.

      "¿Qué pasaría si diéramos vuelta la Argentina?", se pregunta un spot que distribuyó esta semana el comando de campaña de Gerardo Morales. "Es hora de juntos animarnos a cambiar el país para siempre", redobla Larreta, que trata de superar a Bullrich: "No se trata de poner parches, sino de animarse a cambiar la forma en que funciona el país". El calor de esas promesas incumplibles anticipa el frío de la desilusión.

      El complemento argumental del apocalipsis es que la Argentina es un país fracasado e insoportable, algo tan difícil de demostrar como la utilidad de “darla vuelta”. Dar vuelta a la Argentina, cambiarla para siempre o cambiar su funcionamiento no sería cambiar el chip - diría Manes- sino cambiar el aparato. ¿Quién querría eso, y más en los grandes distritos en donde la burguesía vota siempre por la moderación y, si puede, elude respaldar al peronismo que promete la revolución que nunca llega?

      Haría falta, técnicamente, una revolución, pero que fuera en paz. Pero en estas costas las revoluciones son sangrientas, como las que en 1966 y 1976 se propusieron una agenda que también quería dar vuelta la Argentina. Hacer campañas es decir mentiras con sinceridad, pero la grandilocuencia de las promesas convierte a las campañas en bocinas que nadie escucha.

      Sin acuerdos no hay cambio posible

      Para cumplir con esas consignas apocalípticas, habría que emprender una quimérica revisión de la normativa que alimenta el gasto, convirtiendo a la Argentina en el verdadero paraíso fiscal. Son leyes que ningún partido que gane en un ballotage por el VAR - 2 puntos en 2015 – tendría los votos para aprobar en el Congreso.

      El ex presidente del Central Federico Sturzenegger ha puesto en duda la posibilidad de que haya cambios profundos en la economía con un nuevo gobierno sin acuerdos que hasta ahora no han aparecido, pese a la profundidad de la crisis. En una columna en "Perfil", rescató un instrumento arrojadizo de las administraciones que es enumerar, en el mensaje del proyecto de Presupuesto, un largo listado del costo fiscal de las excepciones y exenciones que hace el Estado en beneficio de ciudadanos y empresas.

      La única utilidad de ese resumen es recordarles a los legisladores que los reyes magos son los padres, y que esa lista no se toca porque es el cuerno de la abundancia del ogro filantrópico (Octavio Paz). Detrás de cada excepción fiscal hay un interés que alguien va a defender. En un país en el que los gobiernos logran leyes al filo del quórum, cuesta creer que sea fácil modificar las leyes que justifican esos beneficios.

      En el entusiasmo por mostrar promesas ingeniosas, los comandos de la oposición compiten en anuncios apocalípticos, por incumplibles. En el listado de los "gastos tributarios" figuran para 2023, por ejemplo, los beneficios fiscales a los trabajadores de la Patagonia, los descuentos que amparan las ganancias de mutuales y cooperativas, los derechos de autor o los ingresos de funcionarios judiciales de todas las jurisdicciones, todas las exenciones del IVA a alimentos, libros y diarios, las reducciones de alícuotas a obras de arte y prepagos médicos, alimentos, etc.

      El monto de Gastos Tributarios estimado para el año 2023 - dice el proyecto que firmó Sergio Massa - alcanza a $3.664.819 millones, que equivale a 2,49% del PBI. Incluye, además, tesoros como el régimen de promoción de Tierra del Fuego (cuesta $ 519.720,3 millones, 0,35% del PBI). Es una rémora del pasado, pero al mismo rubro responde una creación de los últimos gobiernos: la protección a la Economía del Conocimiento ($ 53.036,4 millones, 0,04% del PBI).

      La debilidad de las campañas para mover el voto

      La ausencia de liderazgos atraviesa a los protagonistas de este proceso electoral. Ni Juntos por el Cambio ni el Frente de Todos tienen un líder que no sea discutido. Sí tienen conductores tribales, lo que son Mauricio Macri en el PRO o Cristina de Kirchner en el peronismo bonaerense - ese que insisten en denominar kirchnerismo o cristinismo, como si hubiera alguna diferencia con el peronismo.

      Mientras, el público advierte una hiperpolarización de la agenda. Todos los hechos públicos - desde el Mundial hasta la narcodelincuencia - caen ese ese triángulo de las Bermudas que es la política. La hiperactividad de los protagonistas transmite una idea equivocada: que sus movimientos pueden decidir el rumbo del voto.

      El apoyo electoral que tienen JxC como el FdT está clavado en un empate con ligeras diferencias. Las campañas no pueden producir grandes deslizamientos como en los países con voto voluntario y fluctuante, que se toman como modelos para el análisis de la Argentina.

      La clientela de los mensajes son los propios dirigentes, que les sirven para resolver candidaturas. Las campañas sólo le pueden cambiar la vida a los políticos – y a quienes las cobran -, pero no al público, que va a ir a las urnas con el voto ya decidido.

      Sin liderazgos, peligra la unidad

      Ninguno de los jefes de los partidos que componen Cambiemos tiene la capacidad de liderazgo sobre el conjunto. En los dos partidos más grandes, ni Macri ni Gerardo Morales, tienen un liderazgo en paz.

      En el PRO, Macri juguetea con herramientas de poder y parece alejarse cada vez más de una candidatura. Mueve hilos, como jefe indiscutido del PRO, pero arriesga la unidad de su partido acariñando, a su turno, a todos los candidatos a presidentes.

      Su núcleo íntimo se identifica con una agenda de centroderecha, temerosa de que Javier Milei les saque votos y entorna a Patricia Bullrich. Ella es presidente del partido en nombre de Macri, no tiene territorio ni partido y es lo más parecido a lo que es un Alberto ejerciendo el poder vicario de Cristina.

      No reconoce las lecciones que surgen de la experiencia del peronismo, que demuestra que el poder no puede estar en la esquina de Uruguay y Juncal, y la lapicera en la Casa de Gobierno.

      En el radicalismo Gerardo Morales ha reforzado su candidatura a presidente con la retirada de Alfredo Cornejo y Martín Lousteau, que han decidido disputar cargos subnacionales en Mendoza y CABA, en donde tienen buena chance de competir. Pero Morales no ha logrado, pese a este activo importante, alinear a todo el radicalismo del país, pese a ser el presidente del Comité Nacional.

      El "grupo vendimia" le pone condiciones a Morales

      La foto de Patricia Bullrich rodeada de radicales anti-moralistas y anti-larretistas en la fiesta de la Vendimia sólo vale como testimonio de que el jujeño no tiene todo el radicalismo con él.

      El ala antimorales de la UCR hizo dos apariciones más en la casa de Corrientes en la Capital. Ocurre a pocos días del lanzamiento de una campaña nacional de Morales. El encuentro tuvo una novedad: estuvieron bajo el mismo techo Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz, que estaban distanciados.

      "Les costó mucho estar distanciados dos años, les costó mucho el reencuentro, pero ganaron los dos", dijo un intermediario de la reconciliación. El grupo de anti-moralistas admite la contigüidad con Bullrich, pero les importa más el mensaje a Morales: que no negocie por ellos.

      El radicalismo no se ordena desde una candidatura, se ordena desde la organización, atada a rituales como en ningún otro partido. Le reprochan el error de haber adelantado su sociedad con Larreta; y buscan evitar que no negocie por ellos porque creen que el jujeño busca una vicepresidencia de Larreta. Si hay acuerdo, tiene que ser debatido con la participación de todos.

      Volver al 2015

      Sanz, que tiene señorío por sobre los demás como socio fundador de Cambiemos, cree que el juego aislado de Morales y la insistencia en presentar una fórmula pura por la UCR en las PASO, es una estrategia equivocada.

      Cambiemos, cree, tiene que recrear la misma metodología de 2015, que fue la clave del triunfo sobre el peronismo: 1) que haya listas unificadas de legisladores nacionales en todos los distritos; 2) que esas listas le permitan al votante de las PASO elegir al candidato que quieran

      . Este diseño en "Y" permite que se amplíe la participación de todos los partidos en el reparto de bancas. Lo propuso Sanz, pero también lo quieren otros dirigentes como Carrió y Larreta. Para que ese método sea aprobado por todos, es necesario un concilio entre los verdaderos jefes de los partidos de Cambiemos.

      Falta Macri en la mesa de los acuerdos

      Eso significa aparición con vida de Macri, que se hace representar en el PRO por Bullrich, Larreta o Vidal, que no tienen personería plena para resolver un acuerdo de este tipo. Macri registraba en estas horas una aparición por Arabia Saudita y no vuelve al país hasta el 19 de marzo.

      Los desencuentros con los radicales, como esta guerra de fotos, o el estallido de la unidad de Cambiemos en distritos como Mendoza, Chubut, Neuquén o Río Negro - para no hablar de Córdoba - revelan que la carencia de liderazgos fuertes entre los interlocutores de la oposición puede producir efectos hacia arriba en el orden nacional.

      También el moralismo acusa a los radicales que se muestran con Bullrich de estar buscando una vicepresidencia. Aunque si Morales apareciese por los cuarteles de Macri (que debería volver a tiempo), podría superar ese efecto.

      Durán Barba en carrera

      Jaime Durán Barba, que es uno de los mejores conocedores, con mirada comparada, de la política criolla, aconseja que el PRO recupere ante el público el encanto de 2015: el impulso renovador de aquella campaña, cuando ganó Macri la presidencia.

      Durán habló el jueves en una reunión del G25, un grupo que crearon hace años Esteban Bullrich y Guillermo Dietrich, que nuclea a empresarios y ciudadanos con funcionarios. Ha sido la cantera de las administraciones de Macri y de Larreta, y se mantiene en la neutralidad respecto de palomas, halcones y otras variedades ornitológicas del PRO.

      Esas reuniones son discretas y no se graban. Durán adelantó percepciones sobre las elecciones. Destacó que Larreta es el único candidato que tiene la misma consideración de imagen positiva que negativa, y que es el único de los dirigentes del PRO que tiene esa ventaja sobre los demás. Sobre los otros competidores, entiende que el Frente de Todos no está todavía condenado a perder, y que Javier Milei puede aún dar una sorpresa.

      La unidad simulada del peronismo

      La debilidad de liderazgos en el oficialismo es más perceptible. Entró en emergencia apenas asumió, porque la unidad que logró en 2019 para cerrar una década de derrotas resultó una simulación de tranco corto. Discutieron desde el día 1 sobre qué hacer con la deuda y la deuda terminó dividiéndolos más que nunca.

      El cristinismo condenó la gestión de Alberto Fernández, la de Martín Guzmán y la de Sergio Massa. Los responsabiliza de la derrota de 2021 y de la que cree Cristina que sufrirán este año. La gestión de la peste Covid también los dividió. La primera crisis de gabinete de Alberto se cobró la cabeza de Ginés González García, víctima de un ataque de los médicos que rodean a Axel Kicillof, a quienes llaman "los cubanos" porque estudiaron en la isla.

      Tuvo como trasfondo el debate sobre la reforma del sistema de salud pública. Ginés, una estrella del sanitarismo, era identificado como referente de los sindicatos, prepagos y laboratorios.

      Los "cubanos" lo enfrentaron con el proyecto de una estatización del sistema según el formato que trajo al país hace 50 años José López Rega, una importación a Indias y que había inventado para España el Marqués de Villaverde, yerno del dictador Franco. La crisis del vacunatorio VIP - un evitable desorden en el manejo de la peste - sirvió para aquella baja.

      No importa tanto quién será el candidato

      Las divisiones recrudecen en la hora electoral. Los 30-32% de los votos que tiene el peronismo con cualquier climatología, los mantendrá con Cristina, Alberto, Massa, De Pedro o Capitanich. No discuten perder o ganar sino ocupar la fórmula presidencial.

      Ninguno puede mejorar o empeorar la cantidad de votos que tendrán en las urnas. Alberto, que hace de la simpleza virtud, ya dijo: “el peronismo tiene 32%, el peronismo hoy soy yo, y sólo me bajo si alguien me trae el 13% de los votos para llegar a 45% y ganar en primera vuelta.

      Lo demás es literatura”. Cristina ejerce el liderazgo más estridente, que es la jefatura del peronismo en el distrito más grande del país. Pero no tiene el control del peronismo en su conjunto. Y menos en distritos grandes como Córdoba, CABA, Santa Fe, Mendoza o Entre Ríos.


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político