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      Murió Carlos Escudé, referente de las relaciones internacionales

      A él se le atribuye la autoría de la idea de "relaciones carnales" con los EE.UU. Abogó luego por acercarse a China. Estuvo varias semanas internado por Covid. Tenía 72 años.

      Murió Carlos Escudé, referente de las relaciones internacionalesCarlos Escudé tenía 72 años.

      Intelectual y destacado investigador argentino de las relaciones internacionales, Carlos Escudé -fallecido con el comienzo de este 2021 tras permanecer varias semanas internado por el Covid- fue un politólogo y prolífico autor de una gran cantidad de libros y artículos académicos y ensayos sobre la política exterior argentina. Poseedor de una vasta cultura, polemista nato y con posiciones a veces sorprendentes, manejaba un estilo personal que combinaba la erudición con la argumentación frontal y encendida, no exenta de ironía.

      Había nacido el 10 de agosto de 1948 en Buenos Aires. Formado en la Universidad Católica Argentina en sociología y con posgrados doctorales en Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Yale y el St. Antony’s College, de la Universidad de Oxford, durante los años 1990's fue asesor especial del canciller Guido di Tella bajo la presidencia de Carlos Menem. A él se le atribuye la autoría de la idea de “relaciones carnales” con los EE.UU..

      Se trataba de un concepto popularizado por Di Tella para graficar el alineamiento con los Estados Unidos y las potencias occidentales, detrás del cual había una estrategia que Escudé encuadraba en el llamado “realismo periférico”, categoría que explicó en su libro Realismo Periférico: Bases Teóricas para una Nueva Política Exterior Argentina, publicado por Planeta en 1992. Allí sostenía que países empobrecidos, vulnerables y con poca autonomía en política internacional, como era el caso de Argentina, debían vincularse con las grandes potencias.

      Esta idea implicaba la “no confrontación” con las potencias hegemónicas, sino, a contrario sensu, la cooperación para aumentar “la base de poder y el bienestar de la población”. Entendió que Argentina era un país “geográficamente remoto” y que debía tener su propia teoría realista, adecuada a su situación en el contexto internacional. Veinte años después, el lugar de la Argentina no había cambiado mucho, pero sí la estructura de poder mundial: revisó, entonces, y actualizó su teoría del “realismo periférico” aplicándola al ascenso de China como nueva superpotencia global emergente con la que el país debería, a su entender, buscar entablar una relación privilegiada.

      Junto con el ex vicecanciller Andrés Cisneros coordinó una Historia de las Relaciones Exteriores de la República Argentina que es fuente de referencia obligada para estudiosos e investigadores, quince volúmenes que cubren desde las frustradas invasiones inglesas de 1806 hasta el final de la administración de Raúl Alfonsín de 1989.

      Escudé fue investigador principal del Conicet, profesor de Política Exterior Argentina en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, miembro consejero del CARI y director del Centro de Estudios de Religión, Estado y Sociedad (CERES), del Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer. Anteriormente se desempeñó como docente en las Universidades de Belgrano, Torcuato Di Tella, UCEMA, FLACSO y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. En 1984 recibió la beca Guggenheim para estudiar las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina. En 1986 recibió la Orden de Bernardo O’Higgins por su campaña pública a favor de la paz y amistad entre la Argentina y Chile. En 1987, el Premio Bernardo Houssay del Conicet. Y en 1996, el diploma Konex como uno del cinco mejores politólogos argentinos de la década.

      En nota publicada en Clarín, en 1997, escribía “Desde la publicación en 1983 de mi obra Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina (financiada por generosas becas del gobierno estadounidense), me he afanado por demostrarles a mis compatriotas que los desafíos argentinos a la política estadounidense sólo acarrean costos gigantescos”.

      En los últimos años tuvo algunas intervenciones públicas resonantes, desde su conversión al judaísmo religioso de raíces místicas, adoptando el nombre de Najmán ben Abraham Avinu, y su crítica a las investigaciones judiciales sobre la causa AMIA y el memorándum con Irán durante el gobierno de Cristina Kirchner (llegó a escribir un libelo con el título “Y Luis D’Elía tenía razón”), hasta su oposición a la cuarentena, más recientemente, con críticas a las medidas de restricción para enfrentar la pandemia del coronavirus. Estaba casado con la socióloga Mónica La Madrid, quien también falleció por esta causa el pasado 30 de septiembre.

      En las redes sociales, colegas del mundo académico, ex alumnos y referentes del ámbito político y diplomático destacaron su trayectoria, coincidiendo en que su legado constituye un patrimonio científico y cultural de enorme valor, más allá de los posicionamientos políticos. Se extrañarán sus intervenciones en paneles de discusión y debates públicos. Queda su obra, de consulta obligada, para estudiantes y estudiosos de la historia del país en sus relaciones con el mundo.


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      Fabian Bosoer
      Fabian Bosoer

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