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      El mal trance de Juan Carlos Copes y su pedido al Presidente

      Se retiró sin quererlo, víctima de una mala praxis. Hoy cobra una jubilación mínima, pero no se rinde.

      El mal trance de Juan Carlos Copes y su pedido al PresidenteMito viviente. Se enamoró del tango a los 16. Con su baile recorrió el mundo. (Fernando de la Orden)

      -Bailar se sentía acá. (Se acaricia el estómago).

      -¿Qué sentía?

      -Una hermosa angustia.

      -¿Cómo es una angustia hermosa?

      -Era como todas esas cosas del enamoramiento. Y más.

      -¿Y ahora?

      -Creo que ya no voy a bailar nunca más.

      Después de ser como un compás en el suelo durante setenta años, las piernas inquietas de Juan Carlos Copes están quietísimas. Algo lo frenó, pero no la voluntad. "A mí me retiró una mala praxis", dice con la voz rasposa y cansada. "Yo estaba para correr, para morirme en un escenario, pero me dieron un golpe de nocaut".

      Juan Carlos Copes, en su casa.Juan Carlos Copes, en su casa.

      A los 86, el nocaut se lo propinó una negligencia médica. Se atendió por una colonoscopia en un centro médico de Ramos Mejía y terminó con perforación intestinal. Ya no puede regalar firuletes, y está obligado a vivir con una jubilación mínima que "con reparación histórica y descuentos llega a diez mil pesos". No quiere beneficencia, sino "lo justo": "Voy a iniciar un juicio por mala praxis y estoy con abogados, esperando que desde Tango Porteño, el último lugar donde bailé, paguen mis haberes el tiempo que estuve enfermo. No me indemnizaron y usaron mi imagen y mi nombre en la puerta y en la marquesina durante diez meses”, se indigna.

      Las paredes de su casita en zona Oeste no dejan ver revestimientos ni empapelado: están cubiertas por premios, diplomas, condecoraciones internacionales. "Pero con todo esto yo no como", se lamenta. Myriam, su esposa, amplía: "Pedimos una jubilación honorífica. Sigue pagando su monotributo. Es el único mito viviente del tango".

      El mito recalcula fechas de proezas. "31 años ya que le bailé al Presidente Ronald Reagan", regala. El archivo físico, ese que no está digitalizado y provoca estornudos, certifica. Aquel día de 1986, pasó a buscarlo un chofer a bordo de un auto azul marino para el operativo "baile en la Casa Blanca". "Su actuación es un secreto, un regalo", le advirtieron. Una vez adentro, intentando no perder la fuerza de las piernas en el temblequeo, Copes le hizo un chiste a Frank Sinatra. Bailó "Verano porteño", con María Nieves, y vio cómo "los yanquis" lagrimeaban ante "La Cumparsita" y "La Puñalada". "Happy Birthday, Mr. President", se animó después del chan chan. "You are lovely", respondió Reagan.

      La "viruta" la había empezado a generar en las pista de Atlanta. "En el ángulo derecho se juntaban las chicas de Capital, separadas en sectores por 'mejores milongueras' y 'más lindas'. En el ángulo izquierdo, las de provincia o las pataduras". A todas las acompañaba la madre. La invitación era mediante "un cabezazo". Al principio Copes bailaba con la hermana de María Nieves, porque Nieves era menor. Después, sí, llegó la dupla de más de 40 años y la separación.

      Los mojones de carrera se cuentan de a cientos: en la Universidad de Stanford le entregaron el "título" de "Filósofo del tango-danza". Dio clases en Alemania, Suiza, Suecia y Holanda. Milongueó en Medio Oriente y 12 semanas consecutivas en el Chateau Madrid de Nueva York. También actuó en el "Ed Sullivan Show", programa de televisión de los Estados Unidos que llegó a los 60 millones de televidentes.

      El bailarín Juan Carlos Copes, en su casa: las paredes están plagadas de diplomas y reconocimientos.El bailarín Juan Carlos Copes, en su casa: las paredes están plagadas de diplomas y reconocimientos.

      A fines de 1958 las piernas imparables de Copes bailaron en Cuba, cuatro días antes de la entrada de Fidel Castro a la Habana. Después, El Salvador y México. Enseguida llegó la amistad con Astor Piazzolla, con quien armó un espectáculo en Puerto Rico. Incluso las manos de Copes fueron encargadas de abrir el telegrama que anunciaba la muerte del padre de Astor, hecho que gestó luego la maravilla "Adiós Nonino".

      La leyenda -que él ahora pone en duda- es que llegó al mundo recibido por un tango. "Nací en Mataderos, en mi casa, y dicen que mientras ocurría el parto afuera había un violín, una guitarra y una flauta tocando tango en el patio. Mi abuelo era Juan Berti, gran flautista de la época y profesor de piano, pero no sé si eso sucedió", juzga y ofrece una tarde de memorias de un mundo arrabalero que hoy parece de cuentos.

      "Mi papá era chofer de colectivos de la línea 26, que iba de Parque Avellaneda al puerto. Yo a veces acompañaba, cobraba boletos y, después, me dormía en el asiento de atrás. De chico era peleador. No soportaba la falta de respeto. Todavía tengo marcas de todo lo roto en la cabeza. Nos mudamos a Floresta y recién llegados a Villa Pueyrredón empezó la aventura", se ríe.

      -¿Cómo fue esa aventura?

      -Me enamoré del tango cuando tenía 16. Y cuando descubrí el entorno me di cuenta que la gente fantaseaba mucho con que era un ambiente de delincuentes. Entonces me puse en el desafío de demostrar.

      -¿Qué tenía que demostrar?

      -Que ni mi mamá, ni mi papá eran delincuentes. Mi forma de aprendizaje fue particular. No había maestros. Me recorrí todo. Entraba a un cabaret y me alimentaba de lo que veía. "Pero vos no sos cafiolo. ¿Qué venís a hacer?", me preguntaban. Yo extraía lo que me gustaba y lo practicaba solito en casa. Volvía a las tres de la mañana. Y escuchaba el ruido de las ventanas de la cuadra: "Ahí va la oveja negra".

      -¿Qué otra actividad le provocó el mismo nivel de arrebato?

      -El fútbol. Jugué hasta 1985. Era 4. Soy de San Lorenzo. Admirador total del Sapo Villar. Mi segundo club sería Chicago, porque mi padre fue uno de los fundadores. Atlanta, en cambio, fue como mi segunda casa a nivel tango.

      Juan Carlos Copes y su hija, cuando aún eran dupla.Juan Carlos Copes y su hija, cuando aún eran dupla.

      -¿Quisiera que le dedicaran un show despedida?

      -La palabra despedida no me gusta. Ojalá que me consideren como se puede considerar a Sarmiento: un tipo que se dedicó a algo que estaba hundido y hoy es patrimonio intangible de la Humanidad. Soy el único acreditado por la UNESCO. Pero no quiero que junten plata para mí. No busco eso. Sé que soy de otra generación, no sé manejar el teléfono, eso me aleja de muchas cosas. Pero al mismo tiempo sé que hice algo. Le escribí a (Mauricio) Macri, pero creemos que nunca recibió la carta. Yo propongo: la elite está en el Colón, para teatro el San Martín. ¿Y el tango? ¿Por qué no usan el Alvear para ofrecer tango a toda hora?

      -¿Tiene bronca o tristeza?

      -Bronca y tristeza. Desde Julio Bocca para abajo, desde Eleonora Cassano para abajo, el bailarín no está reconocido por la Cultura como se debe. Ganan premios afuera, viven de eso en otras partes del mundo, pero acá no. Hay cien parejas enseñando tango, pero no hay Maestría. Yo tengo un proyecto armado desde hace años. La carrera de Tango Danza. Lo cajonean. Todo el mundo se llama Maestro, pero no hay maestros, porque no hay magistratura. Yo hasta me ofrezco a trabajar gratis.

      -¿En qué tipo de proyecto?

      -Armar y subir a un avión delegaciones que viajen por el mundo llevando nuestro tango. Con un Mundial por año no hacemos nada.

      -Con todo lo que pasó, ¿qué le provoca ver bailar a los otros hoy?

      -Íntimamente, voy en plan de crítico, pero nunca lo digo. Si es amigo, me animo: "¿Por qué te agachás tanto? ¿Por qué no te arrimás a la melodía en lugar de arrimarte al ritmo?". El ritmo te lleva a hacer pasos y pasos. ¡Pero el tango no es eso!

      -Y en definitiva, ¿qué es?

      -Es una secuencia, como en Anatomía: cabeza, tronco, extremidades. Sino es un cachivache: tirar pasos o hacerse el macho. El tango es hacer de una pareja una sola persona.


      Sobre la firma

      Marina Zucchi
      Marina Zucchi

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