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      Los rusos se resisten a la Sputnik V: se vacunó un porcentaje menor que en Argentina

      Aunque en Rusia dan las vacunas hasta en los shoppings, sólo el 5,7% se inmunizó. Muchos temen a los efectos adversos. Las razones ocultas de por qué el Gobierno ahora autorizó a las provincias a comprar vacunas

      Los rusos se resisten a la Sputnik V: se vacunó un porcentaje menor que en ArgentinaFilas para vacunarse en el centro comercial GUM en Moscú. Foto EFE

      Para Rusia, la Sputnik V es un hito científico y político. La primera vacuna aprobada contra el coronaviruscuestionada en ese momento, hoy con consenso en la comunidad científica--, ya homologada por 50 países. Con esos frasquitos, el gobierno de Vladimir Putin tejió una diplomacia de la vacuna en la reeditada grieta Oriente/Occidente. Sin embargo, puertas adentro de su vasto territorio, los propios rusos no le dan el aval que tiene fronteras afuera: el porcentaje de la población vacunada en Rusia es menor al de la Argentina.

      Según el sitio Our World in Data, Rusia administró hasta ahora 13,63 millones de dosis y Argentina, 4,96. Pero al analizar los números en relación a la población (Rusia tiene 144 millones y Argentina, 45), la relación se invierte. Mientras acá el 9,39% de los habitantes recibieron al menos una dosis de una vacuna, allá el porcentaje baja al 5,71%, apenas por encima de la media mundial (5,39%).

      Si se considera el total de vacunas aplicadas (los esquemas son de dos dosis, pero Argentina resolvió diferir la aplicación de la segunda por 12 semanas), también nuestro país está por encima: 10,97 vacunas aplicadas por cada 100 habitantes, contra 9,34 aplicadas en Rusia.

      rusia-vacunacion

      Esto es con una salvedad. En los números de Argentina, están contabilizadas también las vacunas de Sinopharm y AstraZeneca/Covishield. No obstante, la Sputnik sigue siendo el principal desarrollo en la actual “canasta de vacunas” del Gobierno: de los casi 7,3 millones de dosis que se recibieron, el 61% son de la creada por el Instituto Gamaleya, de la que nuestro país compró 20 millones de unidades. 

      Si bien en números absolutos Rusia es uno de los países con más casos de coronavirus (4.632.688 positivos, 5° en el mundo), al mirar los datos por millón de habitantes se encuentra en el puesto 144. Argentina está en el puesto 52, con 2.517.300 casos. Respecto a la mortalidad por millón, Argentina se encuentra en el puesto 31 (57.647 muertos, 1.267 por millón) y Rusia en el 57 (102.649 muertos, 703 por millón).

      Un cargamento de Sputnik que se envió a Bolivia. La vacuna fue homologada en 50 países. Foto EFEUn cargamento de Sputnik que se envió a Bolivia. La vacuna fue homologada en 50 países. Foto EFE

      ¿Los rusos perciben que el coronavirus no es un peligro lo suficientemente importante como para ir a vacunarse? Una nota publicada hace un mes por la corresponsal de la BBC en Moscú señala que las escasas alusiones a las muertes que hacen las autoridades y el hecho de que no exista un confinamiento nacional pueden influir en las bajas tasas de vacunación, pero no es la principal (o al menos no la única) razón.

      El camino de la Sputnik V

      La Sputnik V fue muy cuestionada en sus inicios. Desarrollada por el Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología de Moscú con la colaboración del Ministerio de Defensa ruso, se basa en vectores adenovirales y tiene dos componentes no intercambiables que se aplican con un intervalo recomendado de al menos 21 días.

      La Sputnik V, la primera vacuna registrada en el mundo. Foto APLa Sputnik V, la primera vacuna registrada en el mundo. Foto AP

      Pero las críticas no estuvieron ni en el diseño de la vacuna ni en sus creadores (el Gamaleya es un prestigioso centro de investigación), sino en la “falta de papeles” al momento de su aprobación.

      Putin anunció el registro de la vacuna, la primera en el mundo en tener ese estatus, el 11 de agosto del año pasado. Todavía no habían terminado los ensayos de fase III y el presidente ruso expuso como “garantía de confianza” que una de sus hijas había recibido el pinchazo.

      Después de un viaje secreto a Moscú de la por entonces viceministra Carla Vizzotti, Alberto Fernández anunció el 10 de diciembre la firma del contrato con los rusos. Los resultados de la fase III seguían sin publicarse. El presidente dijo entonces que iba a ser el primero en vacunarse. Poco más tarde, el propio Putin lo dejó en off-side cuando dijo que él no se iba a vacunar porque la Sputnik V no estaba aprobada para mayores de 60 años.

      La publicación en The Lancet llegó el 2 de febrero. La revisión de una de las revistas científicas más importantes del mundo le dio el aval a los estudios de la Sputnik: 91,6% de eficacia. Datos más recientes, difundidos por las autoridades rusas, hablan también de un muy buen perfil de seguridad en la etapa de farmacovigilancia: 0,1% de efectos adversos y ningún fallecimiento vinculado con ellos. Otro estudio que se dio a conocer en estos días, en Argentina, muestra una importante reducción de la mortalidad incluso con una sola dosis de la Sputnik.

      Filas para vacunarse en un centro comercial de Moscú. Foto EFEFilas para vacunarse en un centro comercial de Moscú. Foto EFE

      Mientras, los rusos siguen sin vacunarse. A diferencia de lo que ocurre acá, que la campaña de vacunación está focalizada en grupos de riesgo y personal estratégico, allá es universal: cualquier mayor de edad puede vacunarse gratis en hospitales y en los centros de vacunación móviles que funcionan hasta en shoppings y restaurantes. Los turnos se consiguen a través de una página web, una app y por teléfono. Y al principio de la campaña, a los que se fueran a vacunar en la tienda GUM que está en la Plaza Roja les regalaban un helado.

      El porqué del rechazo

      El Centro Levada, un centro de investigación independiente en Rusia, viene monitoreando la opinión pública respecto de vacuna. De acuerdo al último relevamiento disponible en inglés en su sitio web, sólo el 30% de los rusos sienten hoy que están listos para vacunarse.

      Más de la mitad de la gente (56%) dice que no tiene miedo de contagiarse de Covid, pero incluso entre el 43% que teme infectarse un alto porcentaje (52%) no se vacunaría.

      Cuando les preguntan las razones, no aparece explícitamente la luego desmentida indicación de no consumir alcohol, pero la que mencionan como principal son los efectos adversos aparecen (37%), seguida de querer esperar a que terminen los ensayos (23%).

      Un 16% de los rusos creen que no tiene sentido vacunarse y un 10% directamente se manifiesta como antivacunas. Un 12% señala tener contraindicaciones para vacunarse y el 7% restante esgrime otras razones o directamente dice que no sabe por qué no se quiere vacunar.

      Quizás el delay del presidente en vacunarse haya contribuido también a crear este clima de desconfianza: Putin se vacunó recién el 23 de marzo y el Gobierno no informó qué vacuna recibió. Además de la Sputnik V, Rusia tiene otras dos vacunas, la EpiVacCorona y la CoviVac.

      “Los rusos son conservadores. No se fían de su propio Estado y no se fían de lo que pueda salir de este Estado”, le dijo a la BBC Andrei Kortunov, del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia. El Ministerio de Sanidad espera vacunar a 30 millones de rusos antes del 15 de junio, pero todavía está lejos de ese objetivo. Mientras, en las calles de Moscú se pueden ver enormes carteles con la foto de un médico que advierte: “Créeme, sé lo grave que puede ser el Covid-19. Vacunate”.

      AS


      Sobre la firma

      Adriana Santagati
      Adriana Santagati

      asantagati@clarin.com