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      El peronismo rompió el último pacto

      Se quebró un acuerdo entre oficialismo y oposición para aprobar las cuentas del gobierno en 2015 y en 2016. Jubilados: fallo de Cámara ordena pagar la diferencia entre los aumentos por decreto y la movilidad suspendida

      El peronismo rompió el último pactoSergio Massa y Miguel Ángel Pichetto caminando las arenas de Mar del Plata en febrero de 2019, en otra era geológica.

      El rechazo de la aprobación del gasto de Mauricio Macri durante el primer año de su gobierno es el testimonio más crudo del ánimo del oficialismo en la pelea electoral. Por proselitismo se rompió un pacto histórico que implica otra renuncia a la política, y una opción para redoblar el escrache a los adversarios por la vía judicial.

      La mayoría de los miembros de la Comisión Revisora de Cuentas quebró un compromiso político entre el peronismo y Juntos por el Cambio para aprobar en paquete los gastos del último año de Cristina de Kirchner, 2015, y el primero de la gestión Macri, 2016.

      El entendimiento no escrito comprometía en 2019 a Miguel Pichetto, entonces presidente del bloque justicialista, y Álvaro González, que era el titular de la comisión; José Mayans, segundo de Pichetto en aquel momento, formó parte del pacto como vicepresidente de aquel bloque.

      Pichetto dijo que "como senador nacional en el 2019, los bloques acordamos aprobar la Cuenta de Inversión 2016, en base al informe favorable de la AGN. Luego de la elección, eso se postergó".

      La migración de Pichetto hacia Cambiemos explica que el peronismo ignorase el acuerdo, al que le agrega un condimento de agresividad desconocido hasta ahora. El dictamen amenaza con enviar a la justicia las presuntas irregularidades en las decisiones del gobierno de aquel año: la firma de DNU's, el acuerdo con bonistas y la política cambiaria de la administración macrista.

      Los pactos se firman para cumplirlos (o no) decía el General

      El periodista Enrique Oliva –que honró estas páginas- se asumía como el dactilógrafo del pacto Perón-Frigerio en 1958. Le preguntó: "¿Se va a cumplir?". Respuesta del general: "Los pactos se firman para cumplirlos... o no". Lección de cálculo para entender las razones por las cuales se cumplen o no los compromisos políticos.

      Son barnices para la oportunidad, ortopedias de la razón para contener a los lobos del deseo, que son la voluntad de poder. El canje de 2019 entre Pichetto y Massa, caminando cada cual por el Checkpoint Charlie de la dictadura a la libertad, y viceversa, justifica la caída del acuerdo por la rendición de cuentas 2016.

      El peronismo sólo avaló la del 2015. La oposición, que lo tiene Macri como uno de sus caciques, paga la suficiencia de quienes creían que gobernarían por siempre. Lecciones de la experiencia: Carlos Menem, antes de irse a su casa en 1989, le encargó a Saul Bouer que le arreglase los papeles de su administración de 10 años. Le ocupó todo un año en una oficina de la Jefatura de Gabinete, por Diagonal Sur.

      Menem había sido gobernador, había sido investigado y hasta encarcelado, y sabía que los hechos te siguen como perros fieles. Macri, en cambio, desatendía estas minucias. Federico Pinedo, siendo ellos gobierno, le llevó una vez la inquietud sobre la suerte de la cuenta de inversión. "¿Qué es la cuenta de inversión?", lo sorprendió Mauricio. Eso se paga.

      Trato a Macri, peor que a Videla

      La comisión bicameral juntó mayoría de firmas para este rechazo en la sesión del jueves pasado, mientras en la oposición se suponía que aprobaría el dictamen de la Auditoría General de la Nación. Este organismo, que depende del Congreso, había aconsejado aprobar la cuenta de ese año "con salvedades". Ocurrió cuando presidía la AGN el legendario Oscar Lamberto.

      Esas "salvedades" son compatibles con la recomendación de aprobación, según una calificación intermedia entre las otras posibles: "aprobación", "abstención" o "rechazo". La novedad esta vez es el envío a la justicia de las presuntas irregularidades de la gestión macrista de aquel año, que el dictamen mayoritario se cuida de describir.

      Habla, apenas, de "la iniciación y la prosecución de los procedimientos dirigidos a la efectivización de las responsabilidades que emerjan de los hechos y actos realizados por los funcionarios públicos durante el período". La AGN, y su antecedente el Tribunal de Cuentas, aprobó siempre la ejecución del gasto de los presidentes democráticos.

      No lo hizo nunca con los gobiernos militares, a los que se le rechazó la legalidad de los gastos por su origen inconstitucional. Lo que nunca había ocurrido es que se enviaran los antecedentes a la justicia. Macri, para este peronismo, merece un trato más duro que los militares. Es un intento de aplicarle lo que la neoparla llama “la cancelación”. Sacarlo de la cancha por lo que es y no por lo que hace, hizo o haría. Macri, peor que Videla.

      Revisiones politizadas

      Este año el peronismo ya había dado un adelanto de este apartamiento de la tradición pactista de la transición. En junio pasado, al tratar las cuentas de 2017, la mayoría de la AGN votó una "abstención" en la aprobación. El motivo fueron las "numerosas irregularidades e incertidumbres que impiden convalidar la rendición de cuentas presentada".

      Jesús Rodríguez, titular de la AGN.Jesús Rodríguez, titular de la AGN.

      En ese momento Miguel Pichetto -en la silla de auditor- advirtió que se estaba “inaugurando una estructuración nueva en términos de elevar el informe de deuda y de cuenta de inversión con dos dictámenes, uno de la mayoría que consiste en la abstención de opinión y uno de la minoría".

      La AGN es un órgano de control que preside la oposición en la figura del radical Jesús Rodríguez, pero tiene una mayoría de miembros del oficialismo. La naturaleza de la decisión manifiesta la dureza con la que encara el oficialismo la campaña, con Macri como objetivo.

      La bandera del ala cristinista, que tiene sede en el Senado, es identificar a Macri con el endeudamiento. Una segunda línea, el ala Olivos, lo tiene a Alberto arrinconado por el minué cumpleañero de Olivos. El tercer sector, Sergio Massa, se agazapa esperando que el resultado electoral le dé oxígeno al peronismo de centro derecha que le ha permitido sus jornadas más exitosas.

      La deuda, un debate para contadores

      Para Cristina, fiel a banderas nestoristas, la demonización de la deuda es la más eficaz. Su marido pagó al FMI en el primer gobierno de la administración una fortuna (US$9.800 millones) sólo para que no se dijera más que la Argentina cumple un plan del FMI. Esfumó reservas y abandonó al prestamista más barato, con el pago de rescate más caro de la historia.

      Hoy la deuda es un asunto de expertos, pocos lo entienden, y quienes sí lo hacen, ya han tomado partido. Difícil que el debate sobre quién se endeudó más le haga cambiar el voto a alguien. Es una discusión para una peña del Consejo Profesional de Ciencias Económicas.

      Una oportunidad para que los campañólogos actualicen sus encuestas. El cristinismo encabeza el “peronismo financiero” al que representó Martín Guzmán en la comisión de la deuda que sesionó el jueves. Dedicó su intervención a hablar de Macri como si no tuviera otro problema para abordar. Luciano Laspina no obtuvo respuestas a sus planteos, y el duelo mostró al oficialismo arrinconado en el banderín del córner. Y Guzmán, aunque es hincha de Gimnasia, tampoco es Barros Schelotto como para salirse con habilidad de estos aprietos.

      Pactos eran los de antes

      El rechazo en la Bicameral de alguna rendición de cuentas no es novedad, pero sí que el recinto le rechace los gastos a un presidente. La excepción fueron tres rendiciones de Carlos Menem, que aprobó el Senado, pero que Diputados nunca las trató.

      El rechazo por el peronismo de un presunto acuerdo para cerrar cuentas de Cristina 2015 y Macri 2016 expresa la caída de un pacto de equilibrio del sistema, y marca la agresividad del oficialismo. Estas aprobaciones han sido siempre fruto de discretos concilios entre las fuerzas políticas. La razón es simple: la AGN y la bicameral analizan las cuentas de un presidente cuando ya no está en el cargo.

      Los expresidentes se quedan sin padrino que los proteja en el Congreso que, con el paso del tiempo, puede llegar a tener una integración distinta a cuando ellos gobernaban. De ahí que las aprobaciones sean negociadas como prenda de convivencia.

      El ejemplo más jugoso ocurrió en 2007, cuando la AGN aprobó las rendiciones de cuatro presidentes de un plumazo: dos años de la presidencia de Menen, dos de De la Rúa, dos de Duhalde, y dos de Kirchner. Eso es pactismo.

      También es simple que se rompa este acuerdo. Las elecciones de noviembre difícilmente modifiquen la relación de fuerzas en el Congreso. Pero en el oficialismo ese resultado puede debilitar a los socios en el poder. Demonizar al extremo a la oposición es un intento de cauterizar cualquier tentación cismática de algún sector del peronismo que pudiera entender que en 2023 sería mejor ir a elecciones con otros amigos, y no colgados al destino azaroso de Cristina o Alberto. La lealtad es un recurso escaso en el peronismo.

      El fantasma de Dilma sobre Olivos

      Por otra parte, el descalce de tiempos le quita sentido al rechazo o aprobación de las cuentas, porque las irregularidades que podían aparecer justificarían un juicio político al presidente. Pero si éste ya ha terminado su gestión y está en la casa, el juicio político se vuelve abstracto. Es lo que recubre de proselitismo este rechazo, dirigido a visibilizar a Macri como el endeudador serial, aunque los reproches judiciales sean eventualidades destinadas a morir en el archivo, por abstractas.

      La demora en la revisión lo salva a un ex presidente de la trituradora de una oposición sin cuartel. Cuando ocurre en tiempo real, el final puede ser otro. El caso más reciente es Dilma Rousseff, que fue destituida en un juicio político por haber tomado deuda por fuera de la legalidad vigente. Bastó para que la tumbasen. Pese a eso, no fue sometida a juicio criminal alguno.

      La oposición ha intentado revisar las cuentas de este gobierno aplicadas a enfrentar la peste. El aumento y desviación del gasto se ha hecho mediante DNU's, la misma herramienta que usaba Macri. La consulta del presidente de la AGN con técnicos del FMI sobre estas cuentas, que son del 2020 y 2021, encienden alarmas en Olivos por la eventualidad de reproches hacia un presidente en ejercicio.

      Si se le suma el pedido de juicio político al presidente presentado por Mario Negri y Cristian Ritondo por violar las normas sanitarias en la fiesta de Olivos, se aclara el temor de un destino a lo Dilma para Alberto. Esta amenaza le quita carácter testimonial al pedido de juicio político. ¿Cómo no iba a responder el peronismo rechazando las cuentas de Macri de 2016?

      Ojo con el fuego amigo

      La bancada oficialista en la Bicameral no dio argumentos para el dictamen que firmó el jueves, pero sí los explayó en la sesión. Los legisladores del peronismo pusieron el acento en los DNU que firmó Macri en el primer año de gobierno. La oposición, que recomendó la aprobación con las firmas de Juan Carlos Romero y Álvaro González, justificó aquellos actos en que Cambiemos había asumido el gobierno con un Presupuesto 2016 aprobado por el gobierno de Cristina, y con una integración legislativa distinta a la que asumió en diciembre de 2015.

      El reproche, en el fondo, es que Macri no gobernó con el presupuesto de Cristina, que le imponía un plan de gobierno ajeno. El oficialismo puso el acento en el DNU 757/2016, una ampliación del presupuesto que contiene el financiamiento de la obra del enterramiento (soterramiento, según los cursis) del ferrocarril Sarmiento.

      Con la puntería que tiene el gobierno para dispararse en el pie, entró en zona resbaladiza, porque las sospechas sobre el pase de valijas en torno a ese proyecto echan sombras sobre la gestión de funcionarios de Cristina. El DNU en cuestión amplió el compromiso de gasto en $ 98.673.986.173, de los cuales $ 45.000.000.000, casi la mitad, eran asignados a esa obra que se ha convertido en la oruga más lenta, cara y oscura. Como todo lo que está soterrado.

      AQ


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político