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      El karma de Raúl Alfonsín y Mauricio Macri, un mediador oculto y el giro de Juan Manzur

      La derrota electoral acechó a otros presidentes. El rol de Capitanich entre Alberto y Cristina.

      El karma de Raúl Alfonsín y Mauricio Macri, un mediador oculto y el giro de Juan ManzurAlberto Fernández, junto a los gobernadores. Buscó apoyo tras la derrota electoral y la pelea con Cristina Kirchner.
      19/09/2021 19:27

      Alberto sufre las desgracias de Alfonsín y Macri


      El acuerdo de emergencia del peronismo intenta remediar dos desgracias. La primera, es que una coalición que se creó con un propósito estrictamente electoral, si pierde las elecciones, estalla por necesidad. La otra desgracia la sufrieron Raúl Alfonsín en 1989 y Mauricio Macri en 2019: el calvario de los meses que van entre una derrota electoral y la asunción de las nuevas autoridades.

      El radicalismo perdió las presidenciales el 14 de mayo de 1989, y enfrentaba siete meses de penurias hasta el 10 de diciembre. Alfonsín debió adelantar la entrega del mando al 8 de julio. Macri perdió las PASO el 11 de agosto de 2019 y su administración voló por el aire en la espera hasta el 10 de diciembre.

      Para prevenir este deterioro, la reforma constitucional de 1994 discutió una fórmula que se impuso: acercar lo más posible la fecha de las elecciones a la de la asunción de mando. La ley de primarias de 2010 volvió a dilatar los tiempos, que hoy reinstalan ese lapso electoral que va de las PASO hasta diciembre –son siete meses (si se cuenta desde el cierre de listas de las primarias) que paralizan al sistema cada dos años–.

      Es la razón que sugiere que la ley de PASO sea revisada. La creó el peronismo para dañar a la oposición, pero desde su aplicación en 2011 sólo ha dañado al peronismo. Por esta razón los gobernadores del peronismo querían suspenderlas este año. Estas han sido, seguramente, las últimas PASO.


      "Nos cagaron, compañero, entré yo solamente"


      Melancólico, el cruce de la despedida no disculpa nada y es un testimonio de peronismo explícito. Santiago a Felipe: "Nos cagaron, compañero, entré yo solamente". Un clásico. Alberto: "Estoy en una situación difícil. No creía que estuvieses en México...".

      Con eso solo Santiago Cafiero pasó de jefe de gabinete a Canciller y Felipe Solá se fue a la casa. Va más allá de la descortesía, es un modelo de cómo en gobiernos débiles, la agenda personal está por encima de la agenda pública.

      Por darle un destino consuelo a Cafiero III, descabezaron la Cancillería. Se van Solá y Daniel Filmus, secretario de Malvinas, justo cuando: 1) el país tiene un entuerto abierto con Chile por reclamos de límites en el Mar Austral; 2) se discute la presidencia de la CELAC para la Argentina; 3) se abre la asamblea anual de la ONU.


      El mediador oculto entre Alberto y Cristina

      Los gobernadores respondieron con ese ánimo al pedido de Alberto de apoyo "federal". Creen que han hecho lo posible, hasta el extremo de lo pintoresco. Como los ardides de Jorge Capitanich para trasladarse el viernes, a lo largo del día, entre Olivos, la Rosada y el Senado, como mediador entre Alberto y Cristina.

      El chaqueño usó puertas discretas, atuendos inusuales y vehículos no identificados para entrar y salir entre esas sedes sin que nadie lo reconociese. Del lado de Alberto, negoció Santiago Cafiero, no Alberto. Del otro Cristina en persona, acompañada solo de su secretario, Mariano Cabral.

      Para simplificar la trama, aquí la síntesis de la coreografía. Alberto propuso que Capitanich fuera ministro del Interior. Este condicionó la aceptación, con reparos, a que Cristina lo avalase. Wado no se mueve de ahí, retrucó ella. Cristina y Alberto insistieron todo el viernes en Manzur jefe de Gabinete. Ante la negativa del tucumano, que sigue esperando que le arreglen el entuerto de la sucesión en Tucumán, apareció el nombre de Gabriel Katopodis. Aceptaba corriendo, y Coqui escuchó la oferta para quedar a cargo de Obras Públicas e Infraestructura.


      Manzur, el anti Gollán, al horno

      Alguien deberá explicar el giro de Manzur hacia la aceptación. Hubo insistencia de Cristina, a quien se le atribuye una relación discreta con Osvaldo Jaldo, adversario jurado del gobernador. El intermediario es Oscar Parrilli y ella ha prometido ser prescindente en la puja local. Empujar por Manzur es ponerlo en extrema vulnerabilidad. ¿Qué mejor para eso que encabece el gabinete de una eventual derrota en noviembre?

      Manzur representa el anti-Gollán, el sanitarismo de los “cubanos” que entornan a Kicillof. Si Cristina lo promueve es para tirarlo al fuego. No saben en la que se meten. Aunque algo le hayan asegurado para que acepte el cargo. Cuando Manzur aceptó, le constaba que Jaldo había acordado con Sergio Massa asumir un cargo nacional y despejar la plaza. Pero en cuanto se enteró de que Manzur daba el sí, volvió a llamarlo a Sergio. Le dijo: -Lo he pensado mejor, voy a asumir la gobernación. Rapidísimos, juegan a la mancha con los aviones. En esa mediación de un lado a otro fue subiendo el nombre de Aníbal Fernández.

      Alberto sugirió el de Sergio Berni para Seguridad, un área que se pelotean los políticos porque trae mala suerte, nadie encuentra una solución. Cristina dijo que Berni no se mueve de la provincia. Además, gente de ella no va al Gabinete, salvo Wado. Ta' bien, que venga Aníbal. Un Fernández más al Gabinete.


      Sergio, desde el  periscopio

      Tanta improvisación es consecuencia del motor de la crisis, que es la intención de los protagonistas de sacarse de encima la responsabilidad de la derrota. En ese sálvese quien pueda:

      1) Alberto resigna trincheras de resistencia y admite ir a las elecciones de noviembre con un gabinete outlet.

      2) Cristina echa humo sobre su responsabilidad en la derrota en el distrito donde tiene todo su poder, y donde peor le fue al peronismo.

      3) Massa agotó su fuerza en ver todo desde el periscopio. Cristina lo impulsó en un momento como jefe de Gabinete; lo mismo hizo en otro momento Alberto. Si se iba con Cristina, lo tumbaba a Alberto; si se iba con Alberto, perdía la silla en la presidencia de Diputados y perdía él. Es como Ives Montand en El salario del miedo, conduce un camión cargado de dinamita. Logró quedarse en donde está.


      Cristina tumbó a Santiago para cubrirlo a Maxi

      En Buenos Aires perdió la doctrina del control social de todos los gobiernos autoritarios. Pero también es donde Maxi había impuesto, como jefe del peronismo provincial, la lista única en todos los distritos (135) salvo en 25 de ellos en cargos locales.

      En algunos, en donde el peronismo se rebeló y presentaron varias listas, el oficialismo ganó. Lo más estridente fue Lanús: allí el peronismo presentó tres listas y perdió Néstor Grindetti del PRO, jefe de campaña de Diego Santilli. En Quilmes, en donde manda Mayra Mendoza, rara, como encendida, perdió porque iba en lista única del peronismo, mientras que Juntos presentó varias.

      Este método de la lista única es materia del ajuste de cuentas en el oficialismo que está detrás del ataque de Cristina a Alberto y en el centro de su reclamo: que se vaya Santiago Cafiero, valedor del ala de los intendentes que se resisten al mando de Maxi y ella. Estos intendentes pasan factura a los mariscales de la derrota que son Cristina y su hijo. Era esperable que ella lanzase sus misiles hacia otro lado.

      Los referentes del cristinismo perdieron contra intendentes que lo enfrentaron a Maxi, como Fernando Gray (Esteban Echeverría), Leo Nardini (Malvinas Argentinas) o Gustavo Menéndez (Merlo), que ganaron sus distritos. Esa misma puja motivó la derrota en la 4ª sección electoral del ultra C (cristinista) Pablo Zurro, o de Juan Debandi en Tres de Febrero, donde el unicato de Maxi le impidió jugar a la lista de Horacio Alonso, un PJ clásico.

      Este debate terminó con el pase de Cafiero a Cancillería. Es la razón por la que Cristina pidió, antes que nada, su cabeza. Cual un Marcos Peña, su rol era ser el paragolpes de las puteadas a Alberto y apadrinar a los intendentes. Un peligro para el poder C -no K, por favor- que ya tambalea mal en la Provincia.


      La aventura de darla vuelta

      ¿Pueden con esta metodología del tumulto revertir el resultado de las PASO? En el oficialismo creen que pueden intentarlo en Buenos Aires porque la diferencia es chica. También en el Chaco y La Pampa, donde en 2017 se perdieron las PASO y se dieron vuelta en la general.

      El intento incluye Santa Cruz, donde hay lemas en cargos locales y puede haber efecto arrastre en favor del peronismo. En Chubut, Massa puede ayudar bajando la lista de sus amigos, dejar que el voto peronista vaya al candidato del Frente de Todos y ganarle a Cambiemos los dos senadores por la mayoría.

      Hay luz amarilla en Tucumán. Ganó la lista de Pablo Yedlin, sucesor que quiere Manzur en la gobernación en 2023, pero perdió 220 mil votos desde su mejor elección. Su vicegobernador, Jaldo, bajó la candidatura a senador, pero los votos de éste pueden irse, no al peronismo, sino al candidato de Cambiemos Germán Alfaro, dar la vuelta el resultado y perder los senadores. El vicegobernador Jaldo empuja para hacerse cargo de la gobernación en el peor momento de su pelea con Manzur.

      Si Jaldo no asume por alguna razón, puede venir un diputado provincial a hacerse cargo de la gobernación, por ejemplo, Gerónimo Vargas Aignasse. Lo decide una legislatura que está divida y cuyas rentas maneja Jaldo. Sólo se explica la fuga de Manzur porque le quedan dos años de mandato y no tiene reelección. Además, ha hecho una biografía completa fuera de su provincia. De paso, Tucumán es una provincia en donde hubo poca abstención, votó más del 78% de la gente.


      El teorema de Capitanich


      El teorema de Capitanich, que expuso en diciembre y repitió en la reunión de gobernadores de La Rioja del viernes pasado, es simple: si controlás tu fuerza, vas con lista única; si no la controlás, vas con varias listas, pero revelás tu debilidad. En esta oportunidad ir con varias listas benefició a la oposición. Esto está en el centro del debate del peronismo de Buenos Aires, que se esconde detrás del ataque del cristinismo al albertismo.

      La trama fina del desplazamiento de Solá es una radiografía del remiendo del Gabinete. Cristina diagnosticó a los gritos en su carta, que las elecciones las perdió el peronismo por culpa de la macroeconomía de Martín Guzmán. Pidió cambios, pero nadie del ala económica, ni de las cajas que controla el cristinismo, salió del cargo.

      Validó la restauración del Gabinete de la derrota, con el regreso de nombres que estaban en los elencos de Cristina cuando perdieron las elecciones de 2015 - Aníbal, Filmus, Julián, Manzur-. De la responsabilidad de la familia Kirchner en la derrota, ni una palabra. Perdieron Buenos Aires, que habían ganado en 2019 por 17 puntos.

      Ese distrito fue donde se restringieron más las libertades; de donde salieron las consignas de cerrar todo -contra el aperturismo de Larreta- y que terminaron agobiando al público; donde funcionó el vacunatorio VIP (que estaba en hospital Posadas, no en el despacho de Ginés) y donde se perjudicó al campo con el cepo a la venta de carnes al exterior.


      La guerra secreta de quienes no reeligen

      Para entender los movimientos de superficie hay que hundir la mano en el subsuelo del peronismo bonaerense; allí se ventila otra batalla descomunal. Mientras rija la ley que prohíbe la tercera reelección en cargos locales, ya son 96 los intendentes que no pueden ir a la reelección en 2023. 

      Es un Chernobyl político que explica todo. De esos 96 alcaldes, 51 son de Juntos por el Cambio, 41 del peronismo y 4 de partidos vecinales. Son víctimas de un pacto entre el vidalismo, el massismo y el cristinismo, contra los dinosaurios del distrito. Una guerra transversal y darwiniana que sólo puede terminar con un fallo judicial en una causa que varios tienen lista, pero que ninguno se anima a presentar para no pagar el costo político.

      Imposible que haya una ley porque la oposición provincial domina el Senado, y está en condiciones de mejorar en las dos cámaras en La Plata. En política las decisiones se explican por el negocio, o por la ideología. A esa generación de contaminados por la no reelección -lo peor que le puede pasar a un político en la vida- nadie les explica el negocio, ni la ideología. ¿Con qué ánimo los intendentes del peronismo iban a llevar a la gente a votar?


      Busquen a Felipe

      Alberto, que sabe esto, lo quiso retener a Santiago y eligió para él un cargo que está en el tope de la escala zoológica del Gabinete. Primero, jefe de Gabinete -para Manzur, sale Cafiero-; segundo viene ministro del Interior, sigue Wado -el hombre que se quería ir a las duchas en el entretiempo (es quien debe hacer las elecciones)-. Quedaba Cancillería, el puesto con más oropel. Que vaya Santiago.

      Este lo llamó a Solá para notificarlo. La respuesta fue airada al saber que lo llamaba su verdugo. "-¿Cómo no me lo dicen antes? Cafiero: -Pero ¿vos dónde estás? Solá: -Estoy yendo a México. Cafiero: -¿Cómo a México? Creíamos que estabas acá y queríamos decírtelo". Insólito que ni el jefe de Gabinete ni el Presidente supiesen de ese viaje oficial. Que además le había costado emprender a Felipe, porque no había avión disponible. Sí, hay uno. ¿Cuál? El del gobernador Manzur. Pídalo ya. Manzur dice que lo necesita. Vaya a saber para qué, si ya dijo que no a cualquier cargo.

      Se encontró un Fokker, bien gauchito, de la Fuerza Aérea, que tardó 14 horas y cuatro escalas en llegar a México, en donde, con razón, no quiso participar de la cumbre en nombre de un gobierno que lo había maltratado tanto.


      La macro de Guzmán provocó la derrota, pero Economía no se toca

      La terapia de familia de la semana terminó en el acuerdo por el nuevo Gabinete, que tiene la misión de revertir el resultado de la PASO. Es inconsistente el diagnóstico oficial de que se perdió por la economía, con mantener en sus cargos a todos los funcionarios de ese área, y de las "cajas" en manos del cristinismo. Eso exasperó a los gobernadores que fueron a La Rioja. Fue una reunión ríspida a la que no dejaron entrar a Wado ni a Massa, representantes de los socios de Alberto en la trifecta presidencial.

      Mal humor por la demora en la llegada del Presidente, tanto que algunos se despidieron antes del almuerzo. Alberto Rodríguez Saá fue el más vehemente: no hemos venido a sacarnos una foto. Zamora agregó que se terminó la Argentina de los planes sociales. Tan duro como Uñac: si seguimos así vamos a perder de nuevo. Varios se quejaron de que no se hubieran aceptado todas las renuncias del Gabinete.


      Crotoxina para el alma

      Sobre ángeles y demonios ¿era la residencia riojana el escenario más auspicioso para esa cumbre? Es una hermosa casona en las afueras de la capital provincial que se acondicionó para albergar a Eva Perón, enferma terminal, que murió en 1952 sin haberla conocida. El gobernador Enrique Manuel Zuleta no terminó su mandato y murió en 1953 después de alojarse allí. Estaba adornada con los muebles de Madame Lynch, la mujer de Francisco Solano López, incautados en la guerra de la Triple Alianza. Carlos Menem los devolvió cuando asumió en 1973.

      Además, fue refugio de rencillas familiares de Menem y en 2003 agregó otro episodio, que debió recordar Alberto, que presume de ser nieto de un riojano. Fue el escenario de la reunión del peronismo que había ganado las elecciones presidenciales, para escuchar las razones de que Menem se bajase del balotaje contra el perdedor, Néstor Kirchner. Demasiados demonios, nefastos para decisiones de la política, un oficio atravesado por las creencias en fantasmas imaginarios.


      Gabinete con vistas al Vaticano

      La trama celestial inquieta siempre a los gobiernos, particularmente al peronismo, que hace de la Doctrina Social de la Iglesia su ideología oficial. El cambio de Gabinete tiene un fuerte aroma clerical, con la incorporación de un "celeste" como Manzur o la de Julián Domínguez a Agricultura (¿cómo no se va a enojar Pichetto, nuestro último masón?).

      Aunque la economía se la manejen liberales endemoniados por el FMI como Martín Guzmán, o marxistas de diván como Carlos Heller o Axel Kicillof. Inquietó en Olivos la andanada de "Tucho" porque tiene línea directa con el Vaticano. La nota que publicó le factura a Alberto todos los errores de la gestión con la fuerza de un opositor político. Lo más grave, señaló, fue desatender a los pobres y embarcar al Gobierno, en plena pandemia, en un debate inoportuno sobre la legalización del aborto.

      Cuando se termine de hacer el escrutinio provisorio de las primarias se podrá geolocalizar de dónde salió el resultado. Un actor mudo pudo ser la Iglesia, que viralizó en todas las parroquias de la Argentina el comunicado del Episcopado contra el proyecto albertista de legalizar la marihuana. Todos los párrocos se ocuparon, a su vez, de reenviarlo a las organizaciones y dirigentes de la Iglesia.


      El voto parroquial pudo influir en la derrota

      ¿Habrá actuado ese mensaje sobre el voto del domingo, como pudo hacerlo en la campaña secreta de la Iglesia para hacerlo perder a Aníbal Fernández en 2015 frente a María Eugenia Vidal? Aníbal había sostenido desde la jefatura de Gabinete la oportunidad de legalizar el uso personal de ciertas sustancias. "No nos va a ser indiferente", le dijo "Tucho" a Daniel Scioli pocos días antes de aquellas elecciones, señalando una carpeta que contendría papeles anibalistas.

      En aquel diálogo a solas, "Tucho", además, le vaticinó, profético: "Vas a perder por tres puntos”. "Tucho" –que es la pluma de documentos y encíclicas de Francisco- señala en su carta que el 40% de los habitantes de las villas no fueron a la urnas, y avisa que si el Gobierno no reacciona pueda haber una debacle y un abismo. Los curas ven cosas entre el cielo y la tierra que los otros no ven. Pero los de la línea ignaciana -como Bergoglio- practican lo que el Papa llama "la hermenéutica" del alma popular, que expresa el lema "Vox populi, vox Dei".


      Francisco, siempre online

      El jefe de los obispos, Oscar Ojea, no tiene patronazgo por sobre lo que otros pueden decir o hacer. Los obispos tienen independencia de lengua y de teclado. Para amortiguar el disparo de "Tucho", Ojea leyó una homilía de críticas más suaves a la lucha por el poder de los políticos, sin la ponzoña dialéctica de "Tucho". En un gesto comprensible, adelantó su contenido de manera informal, al Gobierno.

      Ojea es también un hombre del Papa, que suele llamarlo en horarios inopinados. La última vez fue cuando peregrinaba en la beatificación de Mamerto Esquiú, bajo 35° en Catamarca. Le sonó el celular: "- Soy Francisco, ¿dónde estás?" "- En Esquiú, Catamarca, en la ceremonia de Mamerto..." "- Vos sí que te divertís. Decile a los catamarqueños que te den de comer bien. Chau.” Y le cortó.


      El lento acercamiento con los Fernández

      Julián es hombre de observancia clerical inocultable. En la anécdota, gestionó, merced a su experiencia como ministro de Agricultura, la elaboración de un vino de misa, el blend Papa Francisco, caldo cuya producción negoció con los vitivinícolas de la COVIAR (ente de promoción de vinos) con variedades de cepas que se producían en todas las provincias. Le llevó muestras a Francisco, prometió una partida de 500 botellas e hizo una cata de ese vino en la cámara que presidió hasta 2015.

      Negoció su asunción al Gabinete desde una sede clerical como es el colegio Marín de San Isidro (estaba en unas jornadas sobre temas sociales organizadas por la Iglesia y los sindicatos), desde donde cruzó llamados con Alberto Fernández. Julián es el abogado de SMATA, y ha sido protagonista de concilios discretos en esa casa. Participó en el diálogo de Alberto con Ricardo Pignanelli -jefe de ese gremio- en un almuerzo durante la campaña presidencial de 2019.


      Con Aníbal: demos vuelta la página


      Más picante fue el encuentro propiciado por Pignanelli en el gremio, entre Julián y Aníbal Fernández antes de las PASO. Era la primera vez que se veían después de la interna odiosa por la candidatura a gobernador de Buenos Aires. Aníbal y Cristina habían sostenido que la campaña del símil morsa había sido promovida por Julián para sacarlo de la cancha. Costó que Cristina aceptarse que no es así, y admitió las pruebas que le acercó Eduardo Valdés, amigo común, para demostrar que Julián no había estado en esa.

      Coronó aquel connubio un encuentro de Cristina con Julián en el quincho-museo de Valdés en el cual menearon disculpas. Cristina admitió haber apoyado a Aníbal en aquella PASO, porque le debía su defensa ante acusaciones de corrupción. En el almuerzo en lo de Pignanelli hace un mes, cuando ni Julián ni Aníbal esperaban jurar juntos en el nuevo Gabinete, se comprometieron a dar vuelta la página.

      Esto de dar vuelta la página "flores de un día son" (Hoy un juramento, / mañana una traición, / amores de estudiante /... versos de Le Pera y Mario Battistella). Es como decir que hay que cambiar el chip, cuando el chip es lo que nunca se cambia: lo que se cambia es el aparato, jamás el chip. Representan en el nuevo gabinete extremos que nunca se conciliarán.


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      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político