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      Timonazo en Chile, mirando a Joe Biden

      Buen viaje. El viaje de Alberto Fernández a Chile tuvo consecuencias. La primera, es el éxito en conseguir un sillón en la empresa que traerá el cable de comunicación a la Argentina desde Asia. Es el desembarco del 5G, una obsesión para Estados Unidos. Además, sembró la idea de una agenda común de la región para llevarle a Biden. La Fundación, el refugio de Macri para hacer política.

      Timonazo en Chile, mirando a Joe BidenEl presidente Alberto Fernández (izq.) y su par chileno, Sebastián Piñera. Sin barbijos y con resultados poco conocidos pero importantes.
      30/01/2021 12:01

      El gobierno le puso a la agenda externa un golpe de timón que parece haber quedado escondido en el follaje informativo del viaje presidencial a Chile, a partir de dos enviones que miran a los Estados Unidos. Uno de los logros más importantes de la visita, si no el más importante, es haber logrado una silla en el directorio que administrará la mega obra que enlazará por un cable de comunicaciones a la Argentina con Asia. Esta obra es mirada con reticencia por Washington, porque es el vehículo de globalización de la ruta del sistema chino 5G de telefonía. En la visita a Chile, la Argentina acordó un puesto en el directorio de la mesa de gobernadores del "Cable Transpacífico de Fibra Óptica “Humboldt”. La obra enlazará a la Argentina con Brasil hacia el Norte, y hacia el Oeste con Chile. La traza fue modificada por las autoridades de los dos países, desde la asunción de Rafael Bielsa como embajador y de Micaela Malcolm, secretaria de Innovación de la jefatura de gabinete, a quienes les atribuyen la faena para que el cable pasase por la Argentina, y, además, no tuviera terminal en Hong Kong sino en Sídney. Una manera de no ir al choque directo con los americanos. A su vez desde ese país se conectará con siete cables que tienen terminal en países asiáticos y de Oceanía. Uno de ellos empalma con China, promotor de esta ruta, que Estados Unidos considera una vía de penetración y espionaje sobre los países occidentales. El proyecto ha estado a cargo de una empresa estatal chilena, Desarrollo País, con fondos del Banco Latinoamericano de Desarrollo (Ex CAF). Aunque hay ofertas de inversión privada, la Argentina se comprometió a la participación de la Arsat criolla, que tendrá el 10% de las acciones de la compañía que se constituir para llevar adelante el proyecto. Ese acuerdo lo retribuye Chile con el compromiso de comprar espacio en el satélite Arsat 3, clientela que puede fondear al siguiente satélite Arsat 4. Pesan acá herencias recibidas, pero de las buenas. El país aporta a ese proyecto la ReFeFO (Red Federal de Fibra óptica), una trama que supera ya los 30 mil km. a lo largo del territorio. Es una obra que han llevado adelante todos los gobiernos desde 2010. La gestión Macri "iluminó" esa red para que pasase de 6 mil km. a 30 mil km. Con ese activo se sienta ahora con los administradores del cable Humboldt, que reflotará también acá la guerra mundial del 5G. Va a ser lindo.

      Underground Santiago

      El segundo golpe de timón lo guarda Fernández en el silencio más discreto. Lo conversado con el expresidente Ricardo Lagos en un desayuno que mantuvo el miércoles en Santiago. Allí se planteó la idea de una agenda regional, que se presente en bloque a discutir con el nuevo gobierno de Joe Biden. Es una iniciativa de la cancillería argentina, que ya conversaron Alberto y Felipe Solá en su encuentro del sábado de la semana anterior, en el cual renovaron los votos conyugales de presidente y ministro. Los dos gestos miran hacia el Norte, y son los pininos de emancipación respecto de la agenda tercerista, que hasta ahora ha comprometido a la diplomacia del gobierno. Alberto sumió en el secreto otra reunión más en Santiago. Fue la cena en la casa de Marco Enríquez-Ominami, el amigo chileno que administra las relaciones del grupo de Puebla y que abrió su casa de Santiago para cenar con el matrimonio presidencial, el padre del excandidato y empresario, Carlos Ominami y la dueña de casa Karen Doggenweiler, animadora muy popular, una especie de Susana Jiménez o Mariana Fabbiani de la TV transandina. MEO, como lo llaman al anfitrión de esa noche, es una herencia que le quedó a Alberto de la presidencia de Cristina. Le abrió puertas en México y España cuando era candidato, pero ha sido apartado del entorno presidencial, por los entuertos judiciales que tiene en Chile. Los atribuye, claro, al lawfare. Está imputado por uso de fondos en campañas electorales, y eso le ha costado la suspensión de sus derechos a votar y ser votado. Ha llevado la causa a la Corte Interamericana, con el patrocinio de los expresidentes terceristas y díscolos de la región, entre ellos Lula da Silva.

      Simulaciones

      En esa cena no hubo testigos, porque el cerco sanitario fue muy estricto en la visita, tanto que la delegación argentina fue exceptuada de las reuniones de más de cinco personas. La vigilancia del gobierno sobre las reuniones de mucha gente es tan celosa, que los anfitriones temieron ser víctimas de un allanamiento en plena cena con Alberto. En esa cena pudo estar Cecilia Nicolini, delegada de MEO en el entorno presidencial. El chileno la trajo de los Estados Unidos y fue la secretaria de grupo de Puebla, hasta que asumió como asesora presidencial, con injerencia incluso en la trama de las vacunas rusas. Esa función la ejerce ahora la hija de Karen Doggenweiler, Fernanda Cornejo. Alberto asume en lo personal la relación con MEO, a quien se le ha atribuido injerencia en negocios y también un protagonismo junto a Alberto, en cuestiones que pueden comprometer secretos de Estado. MEO se mostró en fotos junto a la delegación argentina, como si el mensaje fuera que él le organizó la gira a Alberto. A MEO se le reconoce su capacidad como comunicador, y su sentido de la oportunidad para la figuración. Esto lo ha marginado de los responsables de asuntos exteriores en el gobierno argentino, dígase del grupo de Gustavo Béliz, Eduardo Valdés o Felipe Solá. También está distante de peritos en chilenidades como Ginés González García o el ex asesor presidencial Rafael Follonier. Pero tuvo su turno privado según el estilo de los presidentes débiles – Alberto lo es – para hacer músculo con el concurso de cortesanos y validos a quienes se les transfiere un poder que esos personajes no han ganado por sí solos, sino gracias a su pertenencia al club de amigos.

      El Pro se da una oportunidad con la educación

      Con esa confianza pampa en los juegos de palabras, ir a verlo a Macri es ahora visitarlo en "la Fundación". Es el rótulo que tiene desde las últimas horas la oficina política del expresidente en Olivos. El formato de hacer política desde una fundación sigue el modelo de otros expresidentes, que confían más en su capacidad de hacer política desde fuera del Estado que volver a ocupar cargos públicos. Lo anuncian con una agenda ligada a la educación; es una buena oportunidad para que el Pro se plantee la construcción de alguna plataforma eficaz, que mejore la performance que ha tenido, en ese terreno, en el gobierno nacional y en la provincia de Buenos Aires. En los niveles elementales y medios esa fuerza agota sus esfuerzos en una pelea con los gremios que halaga los objetivos políticos de su electorado, pero sin aportar novedades en una materia difícil para todos los gobiernos del mundo. Le costó entre 2015 y 2019 nacionalizar experiencias como la de la CABA o la de Mendoza con gobiernos de ese signo. La mejor performance de Cambiemos en materia educativa la aporta siempre el radicalismo en el nivel de la política universitaria. En el anterior turno ese sector dio pelea con la conducción nacional de su propio gobierno que buscó someter a las universidades a recortes de presupuesto. Tranquiliza que en la Argentina los reclamos del sector terciario ganan siempre sus batallas. Ponérselos en contra es un rasgo de ingenuidad política, como lo es también incurrir zonceras como la de dice que los maestros cobran mucho y trabajan poco, algo que estuvo en boca de Cristina de Kirchner y también de sus adversarios.

      Revive la puja con el peronismo por el voto moderado

      La “Fundación” abrió el viernes para recibir, apenas llegado Macri de La Angostura – y antes de partir esta semana hacia Qatar - a los aliados del peronismo republicano - Miguel Pichetto y Ramón Puerta -. Fue para manifestar confianza en ellos, como recurso para elastizar al máximo la coalición. La cercanía de estos dirigentes compensa el riesgo que ve Macri (según lo que suele conversar en largos telefonazos de terapia con aliados de todo el país) en la proximidad de Horacio Rodríguez Larreta al peronismo de nueva generación. Los hombres de este peronismo generacional, que ha acercado el jefe porteño a su gabinete y a su equipo político, son todos portadores sanos de admiración hacia Sergio Massa, hoy socio de Alberto y de Cristina en un gobierno que los quiere destruir como oposición. Comparten amistad y experiencias, también familiares, que son incuestionables. Les cuesta mucho a hombres de esa franja, como Cristian Rotondo, Diego Santilli, Emilio Monzó, Nicolás Massot y otros, pelearse con Massa y, más todavía, imaginar cómo no aprovechar algo que es una fatalidad de clase: comparten el mismo padrón electoral. La pecera en la que buscan adhesiones los entornistas peronistas de Larreta, es la misma en donde han buscado sus prosélitos, en anteriores pujas, Macri, Scioli y Massa. Han prosperado en política porque tienen una identificación de clase con sectores moderados de clase media. Esa coincidencia es también un límite para sus proyectos, y ahí nacen los problemas de convivencia, como aliados y como adversarios.

      El fantasma del massismo sociológico

      La preocupación en esas charlas en la Fundación es remediar el equívoco que produce la cercanía de Horacio con el massismo sociológico. El esfuerzo que se llevó toda la energía estratégica de Cambiemos antes de 2015 fue para evitar convertirse en una pieza de la interna del peronismo. Fue la base de la moción que llevó el macrismo, que se impuso en la convención de la UCR en Gualeguaychú, en abril de 2015. Esa cumbre dibujó el perfil ganador para octubre de aquel año. La moción implicaba una alianza sin Massa, y fue defendida por el macrismo, Carrió y el radicalismo del interior - Sanz, etc. El sector que quería que Massa se sumase a la alianza lo integraban, entre otros, Gerardo Morales, Ricardo Alfonsín y Julio Cobos. Ganó la primera opción y fue lo que cifró el triunfo en 2015 frente a Scioli-Zannini. El juego vuelve a repetirse casi en los mismos términos: ¿cuánto peronismo puede sumar Juntos por el Cambio, sin anegar sus bases y perder adhesiones en los sectores antiperonistas? Pichetto trajo de aquella mesa de los 4 (con Schiaretti, Urtubey, Massa) el adjetivo de "republicano". Hasta ahora lo usaba en el armado del partido Federal Republicano, que lanzará a finales de febrero en un acto presencial en la CABA. Desde esta semana lo usa la oposición de raíz radical - Mario Negri, Elisa Carrió -, que han llamado al peronismo "republicano" a pronunciarse contra los controles autoritarios de Gildo Insfran en Formosa. Reflota, a pocos meses del cierre de listas para las PASO, la distinción entre peronismo republicano y kirchnerismo, una disquisición que usaba sólo Pichetto. La apelación a los "federales" es un llamado a que se diferencie al peronismo autoritario que gobierna, y que avala a Insfran, del peronismo "federal". Es un ensayo cuya eficacia se verificará en los próximos meses. La división en el peronismo entre 2009 y 2019 se basó sobre la idea de que había dos peronismos. El "renovador" de Massa, y el kirchnerismo. Desde 2019, con la reunificación de esa fuerza, hay un solo peronismo. Es prematuro especular si esta diferencia -republicano y federal- existe o es un espejismo de analistas y opinadores.

      Equilibrios difíciles de sostener en el tiempo

      Esas semejanzas y diferencias echan luz a ciertos movimientos en la coalición opositora. Una es el esfuerzo de Rodríguez Larreta en la pelea interna de los radicales de la provincia de Buenos Aires. Van a una elección interna en marzo para elegir autoridades de partido, convencionales provinciales y delegados al comité nacional. De esa pelea saldrá el conductor de la fuerza en el distrito, en donde se plantea la batalla más fiera con el peronismo. Gustavo Posse, de San Isidro, competirá con Maximiliano Abad, presidente del bloque de Juntos por el Cambio en La Plata. Posse tiene el apoyo del sector histórico de la UCR - Federico Storani, Juan Manuel Casella, Enrique Nosiglia y, por extensión, Martín Lousteau. Son críticos de los compromisos de sus adversarios con el sector Vidal durante 2015-2019. Ese otro sector ha sumado el apoyo de buena parte del arco de dirigentes radicales del todo el país, incluyendo a Mario Negri y a Elisa Carrió. Larreta hizo una aparición este sábado en Mar del Plata, se cuidó de cumplir una agenda que mostrase su prescindencia en una pelea de los primos radicales. Entre los patrocinantes de Abad está María Eugenia Vidal, luz de los ojos de Horacio. Eso explica la foto marplatense con Abad. Posse es un dirigente radical de talla nacional que domina territorios, cuenta con apoyos explícitos de Pichetto, hombre que recorre la provincia de la mano de Joaquín de la Torre, y construye peronismo con una mirada de rabo de ojo a un costado hacia Vidal. Fue su ministro de gobierno y armador de sus campañas. Como presidente del Pro, Patricia Bullrich también juega a la neutralidad en la pelea de los radicales. En su muy saludada visita a Pinamar de la semana anterior, se cansó de elogiarlo a Posse por la forma como ha enfrentado el coronavirus. Dijo más o menos que el gobierno nacional debería aprender de lo que hizo Posse en San Isidro. Igual, es cauta a la hora de mostrar adhesiones hacia Posse. Juntos por el Cambio no es un catamarán con flotadores por los cuatro costados; es una canoa, y si alguien se mueve de más se puede dar vuelta de campana. En el final de su gira costera, Bullrich se reunió con Abad y le confesó, a solas: "Quiero que ganés vos"


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      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político