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      A Massa sólo lo salva mostrar una economía libre de cristinismo

      Los gobernadores temen que les contagien la crisis de la Nación.

      A Massa sólo lo salva mostrar una economía libre de cristinismoEl ministro de Economía Sergio Massa firma convenios con el titular de la CAF Sergio Díaz Granados.

      La prueba del presupuesto dirá si la jugada del gobierno de sindicarse en Sergio Massa tiene alguna tracción en el futuro. El Ejecutivo tiene que presentar el proyecto 2023 el 15 de setiembre. Si cumple con la fecha, el personal tendrá un doble espectáculo: el 14 rendirá su informe en Diputados Juan Manzur y al día siguiente Sergio Massa presentará los números 2023.

      El retrato mostrará que se han sacado de encima la restricción del cristinismo en la agenda del oficialismo. El gobierno se quedó sin presupuesto 2022 por el rechazo de la familia Kirchner a un proyecto que contenía el acuerdo con el FMI.

      La aprobación de este entendimiento motivó la renuncia de Maxi Kirchner a la presidencia del bloque y desató la campaña de su mamá, que alcanzó el punto más alto en el Grito de Ensenada, el discurso en esa localidad del conurbano el día de la renuncia de Martín Guzmán.

      El desacople del cristinismo está en las entrelíneas de la retórica acuerdista de Sergio en la reunión del Council (de las Américas) del jueves. No es nuevo en él, es más bien lo que teme la oposición - tanto que motivó la querella verbal de Juntos por el Cambio por los dichos de Elisa Carrió.

      El llamado massista tiene -como todo en él- una trampa: siempre el presupuesto es fruto de una negociación de la Nación con los gobernadores de todos los partidos, a través de los bloques legislativos.

      La novedad de 2022 fue que el proyecto se cayó por una quiebra del bloque peronista, expresión de colapso terminal en la trifecta presidencial. Ese cisma es central en la estrategia de Massa para darle algún impulso a su aventura ministerial. Si me sale bien - dijo -, me quedo con el 2023.

      Que le salga bien significa convencer a su propio gobierno de que puede avanzar en una corrección de los indicadores de la economía para acercarlos a lo acordado con el FMI. Puede mejorar sus marcas bajísimas en el ranking de prestigio y pretender que el peronismo lo coloque en la grilla de candidatos el año que viene.

      Gobernadores temen que les contagien la crisis de la Nación

      Este aire animó la convocatoria a la Liga de Gobernadores de ayer en La Plata. Los caciques provinciales lograron en la última crisis que Juan Manzur siguiera como jefe de gabinete.

      Se comprometieron, como repago de esa concesión, a dejar de conspirar en el CFI todas las semanas. Pero Axel Kicillof reactivó el chat que une a los mandatarios y los convenció de volver a reunirse.

      Los asistente a La Plata comparten estos argumentos: 1) este espacio de los gobernadores va a seguir existiendo, no hay que dejar que se disuelva ni que lo capture algún proyecto alternativo como el que ensaya Juan Schiaretti y sus visitantes frecuentes de todos los partidos - incluyendo a la oposición.

      Si eso ocurre lesiona la chance del peronismo de mantener su unidad. Auspiciarían esa alternativa, en todo caso, como herramienta para fracturar la unidad de la oposición. Sería la panacea: una oposición dividida podría asegurarle al peronismo la mejor suerte electoral, hasta sin ballotage.

      2) Con Massa en el escenario las cosas no han mejorado, pero tampoco han empeorado, como pudo haber ocurrido con otro batakazo. No están arrepentidos de haber sostenido a Manzur en el cargo, después de enterarse de que Massa les quiere poner restricciones con el argumento de que hay administraciones que tienen ahorros invertidos.

      La mayoría de las provincias tienen superávit fiscal y los gobernadores entienden que es una prueba de buena administración. ¿Qué quiere la Nación, contagiarnos su mala gestión? Tener superávit y resguardar los fondos es una de la herramienta de poder de los gobernadores. Les permite sostener poder, reelegir en los cargos, endeudarse y asegurar la representación política de los distritos en el Congreso negociando listas de candidatos con ventaja. Por esa razón los gobernadores del interior son más poderosos que los mandatarios nacionales. Se van a resistir a contagiar el país normal con las pestes del país anormal del AMBA.

      Tres pre-candidatos peronista a examen en los EE.UU.

      El compromiso de los gobernadores es central para el peronismo unido. El grupo más activo de ellos, el llamado Norte Grande, se reunirá en la última semana del mes en Jujuy, con Gerardo Morales como anfitrión.

      En ese cenáculo multipartidario se allanan las diferencias, pero el factor Massa, que para la oposición es tóxico, le pone una luz distinta. En la agenda del encuentro de Jujuy, hay dos puntos novedosos: la organización del viaje de los mandatarios del Norte del país a los Estados Unidos a finales de septiembre junto a Wado de Pedro, después de las giras de Massa y de Alberto Fernández, a quien espera Joe Biden.

      Una ironía que el peronismo del Grupo de Puebla y la CELAC envíe a sus tres proto candidatos a presidente a examen en Washington en el mismo mes. Otro punto novedoso es la discusión de un proyecto de ley de garantías de inversiones. Una diferenciación más del peronismo cristinista, que suele expresar sospechas sobre los acuerdos de garantías de inversiones - tanto que ha llegado a denunciar y anular tratados internacionales de inversiones con otros países.

      El viejo truco de robarle proyectos a la oposición

      Cristina y sus referentes se callan para permitir que el gobierno practique el viejo truco de apoderarse de las consignas de la oposición y hacerlas avanzar como propias.

      Hoy el gobierno alza lemas como la baja del déficit, la lucha contra la inflación, la reducción de los subsidios, etc. - banderas que ni figuraban en el léxico oficial-.

      El nuevo giro del gobierno es quedarse con las demandas de la oposición sin admitir la derrota cultural. La oposición debe adaptarse a esa novedad: tiene delante un gobierno que se quiere salvar copiándole sus proyectos.

      No es algo nuevo. La estatización de las pensiones, de YPF, Aerolíneas, los correos, eran proyectos de la oposición al peronismo privatista de los '90. Hasta la ley de medios de la que hizo bandera el cristinismo anterior a 2015, nació en el gobierno de la Alianza en 1999, como también la reforma judicial que iba a terminar con la mayoría automática de la justicia menemista.

      Esos proyectos se convirtieron en la agenda del peronismo desde 2003. Forzaron debates en los cuales los creadores de esos proyectos los rechazaban con vergüenza, y desde su debilidad de opositores. Lujos de la Argentina opulenta, donde la restricción material nunca arrincona a la voluntad de poder.

      Ahora el gobierno que exalta el costado massista de la trifecta, se alza con la baja del déficit, la recuperación de las reservas, la baja de los subsidios y el canto a las glorias de la regla fiscal. Y no sea que le funcione algo. Por eso es central para la oposición cerrar cuanto antes un programa para ofrecer al electorado que lo hizo ganar las elecciones del año pasado. Y que no se agote en un regeneracionismo del apocalipsis 2023.

      Macri dispara primero y después pregunta "para qué"

      Mauricio Macri va a contribuir al programa de la coalición opositora con el primer libro de campaña de la temporada 2023. Ya lo terminó de escribir Pablo Avelluto y se lanzará en setiembre. Es el segundo volumen del "Primer tiempo" y lleva como lema - al menos en el título de trabajo - "Para qué...".

      El propósito es explicar para qué volver a pelear el poder en 2023. Será difícil demostrar después que Macri no será candidato a un nuevo mandato. Habla como candidato, visita territorios como candidato, fomenta pujas internas como candidato. "Está con el cuchillo y el tenedor en las manos", ilustra uno de sus asesores de la máxima confianza, pero a quien Mauricio no le ha confesado aún sus intenciones.

      No hace falta un libro para entender por qué alguien quiere ser candidato. En el caso de Macri: 1) no puede admitir que quede instalada la idea de que fracasó en el turno anterior. Cree merecer la oportunidad de disputar con un gobierno que hizo las cosas aún peor; 2) sigue siendo el referente principal de su partido, el PRO. El límite es cuánto su candidatura puede dividir a Cambiemos.

      No está demostrado, por ejemplo, que el radicalismo quiera volver a tenerlo como candidato. Si no quiere ser candidato, se mueve como quien quiere seguir siendo importante en política, administrando su liderazgo en beneficio de un armado sólido para 2023.

      Por eso también pidió hace unos meses: despachemos ahora todas las diferencias, para llegar a 2023 sin fisuras. Haga lo que haga, los movimientos tienen el mismo sentido: 1) respaldó a Carrió después de sus críticas internas. Cree que hay que reforzar la identidad de la marca partidaria y en eso Carrió suma. 2) reforzar la marca es encapsular la estrategia de Horacio Rodríguez Larreta de estirar a la coalición hasta contener hasta un 70% del espectro político. ¿Para qué?, se preguntará en el libro.

      Por qué Macri hace lo que hace

      Sin ser un hombre de ideas, promueve la defensa de la identidad donde puede. Habilitó, por ejemplo, un seminario semanal que conduce Hernán Lombardi en un local de la calle Corrientes, para actualizar técnicamente a jóvenes de menos de 40 años que fueron funcionarios de su gobierno. Lo inauguró él en persona hace 15 días; el jueves el expositor fue Luciano Laspina.

      En esas charlas el eje es alimentar la identidad de Juntos por el Cambio. En sus movimientos estratégicos, también Macri cultiva las relaciones con aliados que no discutan la identidad de la coalición. Prefiere entenderse con el ala Lousteau del radicalismo más que con el radicalismo del interior de Gerardo Morales o Ernesto Sanz, con quienes ya no comparte la amistad de los tiempos de la fundación de Cambiemos.

      El comisario para el radicalismo sigue siendo el “Tano” Angelici, socio del loustosismo, enojado con el nosiglismo, distante del afecto de Elisa Carrió. Muy útil porque mira a sus correligionarios desde una marginalidad funcional al macrismo.

      Ingenio básico: Evolución es una fracción minoritaria del radicalismo a la que el PRO ya metió en la bolsa con la alianza en la CABA. Su referente público, Lousteau, ha renunciado a disputar una candidatura presidencial. Le vale a Macri porque se bajó.

      También fumiga el acercamiento de militantes del sector que quiera entrar en el proyecto 2023 a través de Larreta, Ritondo o Diego Santilli. Prefiere que se acerquen por la ventanilla del Peronismo Republicano. Miguel Pichetto, jefe de este sello, sostiene una candidatura presidencial, pero también ha adelantado su preferencia por Macri.

      También este peronismo es minoría dentro del peronismo nacional. En los dos casos, elude el consenso con las mayorías del radicalismo y del peronismo no cristinista. El juego de Macri es levantar el precio de la alianza del PRO con radicales y peronistas; en el caso de estos, jugando con su necesidad de evitar la disputa territorial en ciertas geografías. Los radicales en distritos grandes como Buenos Aires pueden preferir ir a elecciones con fórmulas o listas mixtas, sin necesidad de defender la marca partidaria que puede limitar su expansión.

      Cambiemos forzó las paces y se muestra unido

      Esta marea del oficialismo pone en alerta a la oposición, que el miércoles hará la postergada reunión de la mesa nacional de autoridades de Juntos por el Cambio. La suspendieron por los roces que surgieron del pronunciamiento de Carrió sobre algunos aliados de JxC.

      En las dos últimas semanas los caciques se esforzaron por suavizar las relaciones; se multiplicaron los chats y encuentros discretos que bajaron la presión. Hasta hubo reconciliaciones entre quienes habían amenazado en el Congreso con romperle la cara a trompazos a sus adversarios. Se levantan, por ahora, las amenazas de querellas.

      El símbolo es un encuentro de pacificación que tuvieron, por casualidad, en la cochera de Diputados, los jefes de bloques del PRO y de la Coalición, Cristian Ritondo y Juan Manuel López. También se clausuró la amenaza de reabrir la pelea por la presidencia del interbloque. Después de todo no es un cargo, es una función, y la sigue cumpliendo de facto Mario Negri.

      Un programa para evitar el apocalipsis 2023

      Esa reunión busca mostrar el avance del trabajo de los expertos de las fundaciones de los partidos que integran la coalición. Es un esfuerzo de conciliación de posiciones, en particular entre los equipos de economistas, para mostrar un programa novedoso y coherente que saque a la oposición del discurso apocalíptico.

      El gobierno hace un giro que lo despega del discurso cristinista de prometer una revolución. Admite en Economía a un ministro que se conforma con algo más modesto que la revolución, apenas mejorar la administración para conciliarla con la demanda de los mercados.

      Massa cree que con eso puede prosperar hacia 2023. La oposición - seguramente por la intención de sus proto candidatos - alza por ahora un programa también revolucionario, que promete el apocalipsis 2023: una reforma fiscal, una reforma previsional, y una reforma laboral que consigan un vuelque de campana al sistema actual. ¿Tendrá los votos en el Congreso para reorganizar el país? Seguro que no.

      Es víctima de la tentación del regeneracionismo, uno de los demonios de la política argentina, antesala del fracaso. Recrea la cadena del descontento y la promesa que describió Pedro Henríquez Ureña, pensador universal que murió en estas tierras: "Haré grandes cosas: lo que son no lo sé."

      Las palabras del rey loco son el mote que inscribimos, desde hace cien años, en nuestras banderas de revolución espiritual. ¿Venceremos el descontento que provoca tantas rebeliones sucesivas? ¿Cumpliremos la ambiciosa promesa?" Esa tentación responde al intento de monetizar en las urnas la indignación del público con la sucesión de desgracias encadenadas de un gobierno que se desangra en peleas tribales y sin programa.

      La profecía del apocalipsis es tan estéril como la del ideologismo. Es una constante de la historia en todos los tiempos. En la versión judeo cristiana, apocalipsis significa "revelación" y vaticina "una transformación fundamental del mundo, incluido el fin de los tiempos y de la muerte". Una utopía.

      AQ


      Sobre la firma

      Ignacio Zuleta
      Ignacio Zuleta

      Periodista y consultor político

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